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  • Foto del escritorNacho León

'Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban)': Esperpento hilarante y conmovedor


Teatro Esperpento Musical. De esta manera define (o más bien subtitula) la propia compañía el espectáculo Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban). Y verdaderamente, es imposible encontrar una descripción más concisa y a la vez precisa de lo que nos ofrecen. Ya en La extinta poética, Nueve de Nueve Teatro apostaba por una línea de deformidad esperpéntica de la manos de unos maestros como Eusebio Calonge y Paco de la Zaranda, tan familiarizados con este lenguaje. Ahora, en esta nueva aventura, no pueden encontrar un mejor aliado para continuar su camino como compañía en búsqueda de su propio sello, que yendo de la mano de otro maestro, aunque joven, de la escena española, como es José Troncoso.


Como ya hiciera en Las princesas del pacífico, Troncoso apuesta por una dramaturgia de lo cotidiano, que parte de lo intrascendente, lo monótono, lo mundano y aparentemente anodino, para desembocar poco a poco en el absurdo, en el surrealismo tronchante, en la evasión de la realidad sin terminar de soltarla de la mano, pero que a su vez esconde un trasfondo existencial. Los personajes, nos resultan cercanos, reconocibles, con la sensación de poderlos encontrar en un comercio cualquiera de nuestro barrio. También en el lenguaje vemos este estilo dramatúrgico, en el que los personajes hablan con palabras sencillas, terrenales, con frases simples, ahondando en lo rutinario a través de las repeticiones sistemáticas del texto, muy al estilo de La Zaranda, para después contrastarlo con repentinos parlamentos llenos de contenido, con un lenguaje profundo y una carga filosófica importante. Además, este choque entre ambas realidades es generador de constantes situaciones disparatadas y desternillantes, ayudadas por la composición musical de Mariano Marín que termina de rematar un conjunto escénico espectacular.


Pero no estamos ante una comedia sin pretensiones; tras todas las capas de humor que encontramos a lo largo de la pieza, que son muchas, la obra nos habla de una transformación, de un despertar, de un anhelo profundo de romper con uno mismo y con los establecido y de cómo la transgresión está mal vista por la sociedad, y quien se atreve, acaba apartado y señalado por el mundo. Para un alma libre, que se despoja de sus ataduras, que se niega a quedarse en un caparazón de rutina, al verse expulsado de su propia vida no le quedan muchas más salidas que saltar, saltar de la realidad, saltar al vacío... para encontrar la libertad.


Es cierto que el montaje adolece, en su segunda mitad, de una cierta caída del ritmo, no tanto por una bajada, sino quizás por una falta de progresión en el mismo, pues se mantiene constante desde el tempo lento y pausado del comienzo, perfecto reflejo de la monotonía de los personajes, pero que sin embargo no se desarrolla con la evolución de los personajes, y provoca que el transcurso de la acción se encuentre algo lastrado por momentos. Pero esto no empaña un espectáculo sobresaliente en todos los aspectos, cuidado en cada detalle, rico, cerrado y redondo, para disfrutar de principio a fin.


Las interpretaciones rayan a un nivel espectacular, tanto en la composición física y gestual de los personajes, enternecedores, deformados pero a su vez llenos de verdad, como en el trabajo textual, desenvolviéndose ambos con una comicidad envidiable, un gran manejo de los ritmos escénicos, sacándole un partido enorme a las repeticiones tan características de los montajes de Troncoso, (y de la propia compañía) jugando de tal manera los mismo textos, que se convierten casi en mantras, provocando en el público una risa creciente hasta llegar a la carcajada, tarea nada fácil. Carmen Barrantes nos asombra en sus cambios de roles, y en la sensibilidad con la que afronta determinados pasajes, como el final, que nos emociona desde la sutileza. Y qué decir de Jorge Usón, que con una vis cómica apabullante se mete al público en el bolsillo desde el principio, (impagable la canción "Aparentar, catetos y cabrones", desternillante, momento álgido de la obra) y nos hace vivir su transformación de la sobriedad a la locura con una sonrisa permanente en los labios.

El diseño del espacio escénico de Juan Sebastián Domínguez resulta sorprendentemente dinámico en su estatismo, pues con unas pocas sillas multiusos, y el mostrador de la ferretería como eje sobre el que pivota toda la acción de la obra, se recrean con fluidez los diferentes espacios de la obra, incluso con juegos metateatrales en los que los espectadores se convierten en los inesperados invitados a una boda, o el espacio adyacente en el que el pianista Néstor Ballesteros interpreta las músicas, que repentinamente cobra realidad y protagonismo por un segundo. Asimismo, el diseño de iluminación de David Picazo resulta capital en el tránsito entre realidades, entre los diferentes planos de ficción, en la creación de universos espaciales y atmosféricos, aportando a la puesta en escena una calidez y cercanía que envuelve y arropa toda la obra.


Como en El club de los poetas muertos, en el que uno de los alumnos del eterno Robin Williams, que desea ser artista, salta para liberarse de las cadenas familiares y sociales que le atan, y que le impiden ser él mismo, Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban) nos propone un salto al vacío. Una huida hacia delante. Una catarsis a través de su protagonista. Y todo esto, a través de la ternura y el humor. Qué difícil hacerlo tan bien.


CON LO BIEN QUE ESTÁBAMOS (FERRETERÍA ESTEBAN)

Texto y Dirección: José Troncoso

Intérpretes: Carmen Barrantes y Jorge Usón

Pianista: Néstor Ballesteros

Composición y Dirección musical: Mariano Marín

Diseño de iluminación: David Picazo

Diseño de espacio escénico y vestuario: Juan Sebastián Domínguez

Ayudante de Dirección: Belén Ponce de León

Dirección de producción: Amelia Hernández

Producción ejecutiva: Kike Gómez

Fotografía de escena: Javier Naval

Maquillaje escena: Ana Bruned

Dirección Técnica: Iñigo Benítez (ARMAR)

Diseño cartel original: Iñaki Villuendas

Fotografía cartel: Jorge Fuembuena

Teaser: Javier Macipe

Ayudante de Producción: Claudia Andrés

Distribución: Emilia Yagüe Producciones

Una producción de Nueve de Nueve Teatro

TEATRO ESPAÑOL. MADRID


Visto el 4 de septiembre de 2020




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