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Foto del escritorNacho León

'Oveja perdida ven sobre mis hombros que hoy no solo tu pastor soy sino tu pasto también'


Oveja perdida ven sobre mis hombros que hoy no solo tu pastor soy sino tu pasto también es un título que ya supone toda una declaración de intenciones. Y no solo por el contenido, también por el continente. El texto de Brai Kobla, que recibió el Premio a la Mejor dramaturgia en la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires, parte en su título del comienzo de un poema de Góngora que, en palabras del dramaturgo, «Podría ser utilizado como speach o metáfora corporativa por un coach motivacional de alguna empresa multinacional ante sus empleados o posibles clientes. Así, el título de nuestra obra puede ser el puntapié para venderte un producto de dudosa procedencia, o bien, convertirte en un noble empleado de nuestro evangelio corporativo.» Es por ello que, en Oveja perdida, bajo la capa de comedia, surrealismo y absurdo con que se envuelve la pieza, se esconde una reflexión profunda sobre la precarización laboral, el capitalismo, la incomunicación, y los anhelos y frustraciones de la clase trabajadora perdida en un limbo en su viaje hacia ninguna parte. Este mensaje se destila en pequeñas dosis a través de la risa, calando de manera casi subliminal. El humor ácido y mordaz pueblan todo el recorrido dramatúrgico.

 

Y sobre este texto profundo, rico, e inteligente, que juega con la audiencia a base del bucle y la redundancia, se construye una puesta en escena, a cargo del propio autor, potente, eficaz, atrevida y sugerente. Es la singular relación con el espectador uno de los puntos fuertes de la obra. La escena se sitúa en el centro de la sala, como un cubo blanco, aséptico, con unos pocos elementos concentrados, mesa de pingpong, escritorios… Todo recreando una especie de co-working, un espacio incoloro, frío, carente de intimidad, donde los personajes conviven en una especie de rueda de hámster capitalista de la que es imposible escapar. El público se dispone a cuatro bandas, de pie, con posibilidad de movimiento por fuera del cubículo de la escena, lo que genera una comunicación diferente entre escena y espectador. No solo por su cercanía, sino por una cierta retroalimentación, una interacción constante entre lo que sucede dentro y lo de fuera. El propio público interacciona entre sí, pues se está viendo y siendo visto en todo momento, lo que genera, a una misma vez, proximidad y distancia, con un flujo de movimiento, al principio tímido, pero poco a poco constante de los asistentes, buscando diferentes ángulos para la historia, flujo favorecido e incentivado, precisamente, por la propia dramaturgia del espectáculo, a partir de la repetición y la espiral.


El ritmo de la obra funciona como una maquinaria precisa. Está medido al milímetro, y funciona como un tiro. No decae en ningún instante, de principio a fin. Todas las piezas del mecanismo funcionan como un artefacto teatral perfecto, que no deja al espectador perder la atención. Es más, los momentos en los que las pulsaciones del espectáculo bajan, también están medidos, pretendidos, buscados, precisamente para facilitar ese movimiento del espectador por el espacio para buscar diferentes perspectivas, una de las bases fundamentales de la propuesta.


Y todo esto es también posible gracias a un elenco fantástico, muy completo y compensado, que trabaja en una coordinación precisa, una energía desbordante, y una escucha espectacular. Son capaces de generar la atmósfera necesaria para sumergirnos en su universo sin dejar de incluirnos, reaccionando a cada estímulo, dentro y fuera de la escena. A destacar, el dominio de los tiempos y la escena de Luis Sorolla, que atrapa la atención derrochando vis cómica, consiguiendo generar humor con muy poco.


Oveja perdida… es sin duda uno de los montajes más refrescantes y estimulantes de los últimos años en el panorama teatral capitalino y, gracias a ello, vuelve a los escenarios madrileños, en este caso al Teatro del Barrio, donde está teniendo una gran acogida. Uno de los espectáculos imprescindibles de la temporada.


OVEJA PERDIDA VEN SOBRE MIS HOMBROS...

Autoría y dirección: Brai Kobla

Elenco: Jorge Tesone, Esther Sanz, Luis Sorolla, Marina Fantini

Dirección de producción: Chamán Producciones

Producción ejecutiva: Jorge Tesone

Iluminación: Manuel Ordenavia

Escenografía: Chamán Producciones

Diseño de sonido: Luis López Pinto

TEATRO DEL BARRIO. MADRID


Visto el 1 de diciembre de 2024


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