Gobiernos de Bolsonaro y Salvini en Italia y Brasil. Trump en EEUU. Resurgimiento de movimientos neonazis en Alemnia. Aurora Dorada en Grecia. Vox en España. Señales de alerta, luces rojas que se encienden progresivamente a lo largo y ancho del planeta. El lado progresista de la sociedad preguntándose qué le sucede al mundo. Confusión. Miedo. Y de las mismas profundidades del abismo, renaciendo de su tumba como ave fénix del fascismo, resurge Benito Mussolini, encarnado por Leo Bassi, para tranquilizarnos: «Si vuelve el fascismo hay que dejarlo en manos de verdaderos profesionales…».
Aunque Mussolini es quizás una figura que nos resulta algo lejana, por tiempo y espacio, no es difícil trazar los paralelismos y sentir un aire familiar en la persona y el mensaje, ya que en este país tuvimos nuestro propio dictador filofascista durante no pocos años. Tras un proceso de investigación sobre el personaje histórico exhaustivo y sin complejos, Bassi nos ofrece una visión del mismo caricaturesca pero profunda. Lo que comienza como una parodia hilarante de Mussolini, extrapolable a cualquier otro dictador al uso, a caballo entre el personaje real y su reflejo bufonesco deformado y socarrón, acaba convirtiéndose en todo un descubrimiento de los aspectos menos conocidos y mediáticos de una figura tan controvertida como es la del Duce.
A pesar del tono ligero en muchos de los compases de la propuesta, más centrados en conseguir la hilaridad de la audiencia a través de los exabruptos de Bassi y su gamberrismo envidiable, no estamos ante una visión superficial del dictador italiano. Al contrario, el cómico nos sumerge en la mente del personaje, en su historia, su pensamiento y sus contradicciones, hasta su trágico final. Bassi construye un personaje poliédrico, lleno de caras, aristas, descubriéndonos su lado menos conocido, humanizándolo, convirtiéndolo en persona de carne y hueso, sin por supuesto renunciar a desgranar todas sus miserias y vilezas.
La estructura del espectáculo es pretendidamente caótica. Bassi hace lo que quiere encima del escenario. Porque puede. Juega con los ritmos a placer, en base a una estructura de montaje sobre la que improvisa, entra, sale, rodea, ralentiza o acelera según el público o su propia apetencia le dicte. En ocasiones, puede resultar confuso, y quizás con ritmos altisonantes debido al propio concepto de espectáculo... pero es imposible apartar la vista del escenario. La presencia actoral del cómico italiano es arrolladora. Es capaz de llevar sobre sus hombros una obra de más de hora y media de duración, sin apenas apoyo externo, casi sin despeinarse. Son las tablas del bufón que las lleva en la sangre. Es un dinosaurio de la escena.
El diseño del resto de elementos de la puesta en escena, están a merced de la interpretación del protagonista, con el único fin de realzar su figura, crear el ambiente necesario para que el actor campe a sus anchas, conformando el "terreno de juego" idóneo para que comience el show. La escenografía, sencilla pero imponente, y las luces y los audiovisuales, abonan el campo de las peripecias de un Bassi que se mueve como pez en el agua en un registro en el que se desenvuelve a la perfección.
Yo, Mussolini nos demuestra que Leo Bassi no solo es un clown provocador, extravagante, azote incansable de la derecha, que lo es. También es mucho más. Es un artista como los hay pocos. Un creador en estado puro, inagotable al desaliento, que a sus 67 años, con una dilatada trayectoria, se sigue dejando literalmente la piel en cada función, defendiendo sus ideología social, política y artística, su manera de entender el teatro desde sus señas de identidad. Es un ejemplo a seguir. Un referente. A sus pies.
YO, MUSSOLINI
Autoría: Leo Bassi
Dirección:Leo Bassi
Producción: Compañía Leo Bassi
Intérprete: Leo Bassi
SALA MIRADOR. MADRID
Visto el 28 de noviembre de 2019
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