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'Que Dios nos coja confesados', el humor desde el sacrilegio

Tras el parón navideño, escribo estas líneas sobre el espectáculo Que Dios nos coja confesados, de la compañía cubana Máscara Laroye a cargo del autor y director Giraldo Moisés Cárdenas. Recuerdo ir en metro hacia el Teatro de las Aguas, en el barrio de la Latina, e ir leyendo en Twitter que se había hecho trending topic la indignación sobre una película con un Jesucristo homosexual. Quizá, de forma premonitoria, el absurdo de la noticia me preparó para adentrarme en la velada de aquella tarde.



Y es que precisamente el teatro posee una vocación profana y sacrílega desde que nació. Los y las artistas de Máscara Laroye lo saben bien. Su trabajo me recordó a una de esas obras que llevaban a cabo las compañías de repertorio y que no hace tanto giraban por nuestro país. Por el recuerdo que tengo, todas ellas se burlaban de cualquier elemento que refiriese a los temas populares del momento, sin pretensiones ni tabúes. Fue, de algún modo y durante mucho tiempo, la vía escapista del gran público; pero también una lección de sátira y parodia.


Que Dios nos coja confesados comienza con una escena metateatral que, mediante el humor, reflexiona sobre qué es buen teatro y qué no. El actor Reinier Reyes, en su papel de macarra alcohólico, rompe con los estereotipos de lo que significa el término “cultura”, aquel con el cual se nos suele llenar la boca y el pecho de orgullo. A partir de aquí, el personaje comienza a derribar el clasismo y esnobismo que envuelve a cierto público teatral.



De entrada fue placentero acudir a una obra que no colocaba sobre un altar el concepto “teatro”. Cada vez es menos usual. Para mí, fue un acierto incluir una trama en la que, por motivos ajenos, se cancelaba una función de Hamlet que estaba prevista y en su lugar la compañía había decidido improvisar. Es más, fue gracias al actor Álvaro Ingelmo que pudimos conocer bien ese universo del teatrero precario, plagado de improvisaciones y máscaras de cemento armado. Porque para dedicarse a esto, sin ser una estrella del cine, hay que tener mucha cara; y así lo demostraron.


Tras las introducciones pudimos ver tres microobras sobre el sexo en el ámbito eclesiástico muy clásicas y muy divertidas. La compañía Máscara Laroye conoce bien los artefactos de la comedia popular, y logró sacar sonoras carcajadas del público haciendo uso de curas descarados y astutos, escenas de cama furtivas y personajes travestidos. La conexión entre actores y actriz con el público fue, además de inmediata, incombustible.


Por ello animo a todo el mundo a que se anime a pasar una velada teatral divertida, donde lo primordial no es la reflexión ni la catarsis. Que Dios nos coja confesados puede ser una experiencia terapéutica donde reír y olvidar lo que hay fuera de ese teatro es algo que, a menudo, debemos agradecer a los y las artistas.



QUE DIOS NOS COJA CONFESADOS

Intérpretes: Daiana Leone / Irene Hernández, Reinier Reyes y Álvaro Ingelmo

Edición musical: Luis Muñoz

Asistente de producción: Manuel Ignacio Saraguro

Mánager y producción: Paloma Palacios

Diseño gráfico: Javier Ribera

Coreografía: Reinier Reyes

Texto, diseño teatral y dirección: Giraldo Moisés Cárdenas

TEATRO DE LAS AGUAS


Visto el 22 de diciembre de 2019


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