Se hace difícil hablar de LEAR (desaparecer). Ante el folio en blanco, aún pesa la sensación y el regusto imperante en la sala al acabar la función. Si es que acaba. Porque el poso que deja va mucho más allá de los límites espaciales y temporales del la representación.
El montaje es una apuesta más de la compañía [los números imaginarios], que a través de una revisión del texto shakespeariano nos habla de la memoria y la mente, concebido como una creación colectiva a partir de talleres con personas con Alzheimer y sus familiares. Una apuesta en la forma y en el fondo. Por un proceso creativo de investigación teatral experimental, dando como resultado fórmulas no convencionales, fuera de los cánones escénicos habituales, pero yendo a las raíces de nuestros teatro más puro.
Porque LEAR (desaparecer) es mucho más que una obra de teatro. Es una experiencia inmersiva e incluyente. Es una frontera más en el concepto de espectáculo participativo, pues no es que el público participe en el montaje y sea parte activa de él, sino que ayuda a construirlo, lo completa y lo acaba de conformar. Estamos ante un ritual teatral, una misa dramática, emparentando con el viejo ditirambo, ese prototeatro griego precursor del arte teatral occidental en el que espectadores y oficiantes participaban a un mismo nivel. La esencia es la misma. Como público, asistimos a la fiesta de Lear, construimos la escenografía a base de periódicos, vestimos al bufón del rey, pujamos por el amor del monarca para conseguir pedazos de su reino, le acompañamos en su demencia, consolamos su desdicha y ponemos partes de nosotros mismos en juego.
Los procesos de creación colectiva suelen tener unas características muy particulares en la mayoría de los casos. Imágenes potentes cargadas de emoción, estructura caótica, recursos metateatrales, .... Pero en LEAR hay mucho más. Hay un trabajo constante, una entrega absoluta, una reflexión permanente, y sobre todo, una sensibilidad apabullante. Es difícil ver espectáculos con tanta sensibilidad puesta dentro y fuera de un escenario. A pesar de la larga duración, que inevitablemente acusa ciertas caídas de ritmo, y de ciertos cuadros de un encaje aún no del todo engrasado, nunca dirías que han pasado más de tres horas cuando acaba la función. No te atrapa, te atrapas tú mismo.
El elenco está a un gran nivel, entregándose en cuerpo y alma a la propuesta, la cual no sería posible con una menor implicación. Los intérpretes pivotan con soltura alrededor de Pablo Gómez Pando, al que ya vimos hace unos años en un espectacular Hamlet dirigido por Alfonso Zurro, y que ahora vuelve a meterse en la piel de una de las grandes figuras shakespearianas con una enorme potencia, dulzura, ternura y delicadeza. Es imposible, a pesar de las distancias de edad y físico, no ver a Lear en sus ojos, no sentir su alegría, su tristeza, su pérdida y su locura, gracias a un trabajo fino, sutil, sensible y absorbente.
Las imágenes gozan de una potencia visual y emocional enormes, donde cada cuadro está cuidado en su estética, pero que acaban de completar los espectadores, que son algo más que público, pues se conforman en escenógrafos, vestuaristas, actores y actrices del espectáculo, y otorgan una calidad humana al montaje difícil de olvidar. La propuesta nos lega un final maravilloso, sin aplauso, lleno de silencio y reflexión, y aun sin artistas en escena, nos brinda la posibilidad de compartir un precioso instante de comunión (uno más) con el resto de los espectadores. La catarsis de lo sencillo. Un auténtico regalo.
Todos somos parte de esta liturgia, que comienza antes de que se enciendan las luces, y termina mucho después de que los intérpretes abandonen la sala. Te remueve el alma, te mece, te toca, te abraza, te arrulla y nunca te suelta. No es un espectáculo en el que reclinarse en la butaca y reposar tranquilos. Hay que mojarse. Y bailar. Y llorar. Y compartir.
LEAR (DESAPARECER)
Versión y Dirección: Carlos Tuñón
Elenco: Nacho Aldeguer, Jesús Barranco, Enrique Cervantes, Irene Doher, Pablo Gómez-Pando, Marta Matute, Alejandro Pau, Gon Ramos, Patricia Ruz, Nacho Sánchez, Irene Serrano, Luis Sorolla Ayte. Dirección: Mayte Barrera Adjunta Dirección: Paula Amor Pieza “Leviatán": Luis Sorolla Dramaturgia: Gon Ramos y los intérpretes del Ensamble Espacio y Plástica: Antiel Jiménez Vestuario: Paola de Diego Iluminación: Miguel Ruz Velasco Sonido: Nacho Bilbao Jefe Técnico: Jesús Díaz Movimiento: Patricia Ruz Fotografía: Luz Soria Diseño Gráfico: Daniel Jumillas Vídeo: Ales Alcalde Estudiante en Prácticas: Leyre Morlán Coordinadora del Taller “Diálogo Posible con el Alzheimer”: Paula Amor Terapeuta Taller “Diálogo Posible con el Alzheimer”: Alberto Sánchez Produce: Bella Batalla y Teatros del Canal Productor: Nacho Aldeguer Jefa Producción: Rosel Murillo Ayte. Producción: Mayte Barrera Comunicación: Amanda H C (Proyecto Duas) Prensa: Josi Cortés Distribución: Isis Abellán
TEATRO DE LA ABADÍA. MADRID
Visto el 5 de febrero de 2020
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