Siempre han existido las teorías de la conspiración. Terraplanismo, Illuminati, Club Bildelberg, Ovnis, espíritus. Reconozco que, desde mi más absoluto escepticismo, son temas que siempre me han apasionado, y a los que me he acercado desde la curiosidad del que ve una película de terror: esperando que lo sorprendan, sumergiéndose en la historia, pero con el convencimiento y tranquilidad de que todo es una ficción. A raíz de la pandemia, todos estos movimientos conspiranoicos se han agudizado, algunos con un carácter inocuo (como el breve pero intenso fenómeno “La nieve es plástico”), y otros con un auge y unas repercusiones preocupantes y dañinas para el conjunto de la sociedad, como el negacionismo del COVID, los antivacunas, los microchips de Bill Gates, la plandemia…
Por eso, me interesa tanto el teatro de Denise Despeyroux. La dramaturga y directora de origen uruguayo, en sus textos, parte mucho desde lo mágico, lo paranormal, lo irreal, que entremezcla con reflexiones filosóficas y buenas dosis de humor negro, combinación, en mi opinión, estimulante. En 2020, un falso documental llevado a cabo por Jaime Altozano, titulado Por qué Mozart no usaba el si bemol, se hizo viral en nuestras redes. En él, supuestos expertos en musicología aportaban datos misteriosos en torno a la figura de Mozart y por qué no utilizaba en sus partituras la nota Si bemol 3, ya que sus composiciones más famosas habían llegado a la actualidad adulteradas por la inclusión de esta nota de forma posterior. Finalmente, en el vídeo de youtube el propio Jaime Altozano explica que todo es una broma, una ficción, y relata las razones que le llevaron a crear este mockumentary.
La omisión del si Bemol 3 parte de este punto. Un matrimonio en tiempos de pandemia, confinados, recientemente padres primerizos, emplean el método de estimulación auditiva de Alfred Tomatis para conseguir el deseado "efecto Mozart" y que su hijo se convierta en un genio. Esta situación cambia dramáticamente cuando la mujer descubre el vídeo del doctor Atila (trasunto de Jaime Altozano, interpretado por él mismo), parodia del documental antes mencionado. La mujer, interpretada por Maya Reyes, y afín a todo tipo de teorías de la conspiración, sufre una revelación, que vendrá seguida de unos cambios perturbadores en el crecimiento del bebé. El marido, interpretado por Antonio Romero, lidia con sus propias inseguridades, y la realidad familiar que va mutando de forma acelerada.
El texto es rico en reflexiones sobre la familia, la maternidad y paternidad, la pandemia, las diferencias de clase, y el trato a la diferencia, y cómo la sociedad castiga y condena a la incomprensión a lo que se sale de la norma en el momento que atenta contra nuestro estilo de vida. Todo esto teñido de buenas dosis de humor negro, que salpican todo el montaje, y que atrapan al espectador en la historia, fijándolo en su butaca con curiosidad y angustia al mismo tiempo.
La puesta en escena, lo empeña casi todo en la palabra, el texto y la interpretación. Centra sus dinámicas en el trabajo sobre lo que se dice, la interrelación de los personajes, sus inquietudes y su manera de vivir el proceso vital al que se enfrentan. Sin embargo, da la sensación de que un texto de esta riqueza pedía algo más de la puesta en escena. Un paso más allá, una apuesta por enriquecer la propuesta y dinamizarla, ayudando a generar contrastes y ritmos distintos.
Si bien, a pesar de esto, el montaje se sostiene dentro de lo sencillo, por un trabajo delicado en intenciones, energía y tensión, la creación de una atmósfera inquietante y asfixiante, y unos personaje perfectamente construidos e interpretados. Porque Antonio Romero y Maya Reyes están a un gran nivel. Abrazan el texto, lo hacen suyo, deleitándonos y regalando una función muy completa, con un trabajo fino y sutil, donde desde la comicidad nos ofrecen unos arcos de personajes extremos a la par que perfectamente verosímiles, adentrándonos con soltura en la atmósfera creada.
Asimismo, el espacio escénico es otro elemento fundamental del montaje. La escenografía de Edu Moreno habla. Desde el minimalismo, resulta esencial para la creación del clima de la obra, pero además tiene su propio ritmo visual, su propio lenguaje con el que interactúan los personajes, dialogando con ellos y con la historia.
La omisión del si bemol 3, un interesante montaje para degustar sin prisas, dejarse empapar y envolver por la atmósfera, disfrutar de una historia inquietante, unas magníficas interpretaciones, y una buena ración de humor negro y ácido.
LA OMISIÓN DEL SI BEMOL 3
Autoría y dirección: Denise Despeyroux
Actores: Maya Reyes y Antonio Romero
Colaboración especial: Jaime Altozano
Asistente de dirección: Maxi Huerta
Diseño escénico: Príamo Estudio
Escenografía: Edu Moreno
Iluminación: Pau Fullana
Diseño sonoro: Mariano García
Vestuario: Tania Tajadura
Producción Ejecutiva: Príamo Estudio
Jefe Producción: Ángel Verde
Coproductor: Carne Viva
TEATRO QUIQUE SAN FRANCISCO
Vista el 16 de diciembre de 2021
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