Ya en reseñas de espectáculos anteriores como el maravilloso El niño adefesio, comenté, y no me canso de repetirlo, que La Tarara no es una compañía convencional. Todo lo contrario. Desde el comienzo de su andadura como grupo profesional, el cual tuve la suerte de presenciar desde los primeros pasos, cuando aún experimentaban con su lenguaje en ese punto de encuentro de las compañías teatrales jóvenes sevillanas que fue Noche de Repálagos, ya podíamos atisbar que estábamos ante un fenómeno único. Es difícil encontrar una compañía tan joven y que posea un lenguaje escénico y creativo tan diferenciado, particular, personal e intransferible.
La descomposición de Courtney es un paso más en este proceso de afianzamiento en su inconfundible estilo de entender el arte teatral. Es un teatro de emociones primarias, que impacta al espectador, provocándole una multitud de emociones, desde un profundo distanciamiento, con una estética y una puesta en escena en las antípodas del realismo, pero con la que se llega a conectar por momentos de una manera profunda. La historia nos habla sobre la pareja de roqueros, Kurt y Courtney, y su adorable bebé Frances, y de cómo sus vidas se complican cuando el éxito les llega de forma repentina. La temática, aparentemente superficial, pero con una cruda reflexión sobre el culto al cuerpo, lo efímero, y las relaciones de familia, es una tónica recurrente en los montajes de la compañía, que se caracterizan por mezclar la cultura contemporánea, pop, y castiza, con una estética kitsch, la deformación de los personajes y una puesta en escena propia del teatro expresionista, con notable influencia del Teatro de la muerte de Tadeusz Kantor, además de buenas dosis de poca vergüenza (en el mejor sentido de la palabra).
Este esperpento pop nos atrapa en un carrusel de emociones. Desde el choque inicial, en el que el distanciamiento es notable y perturbador, pasando por el horror, la risa, el llanto, la compasión, incluso el tedio, hasta la catarsis final. El gusto por lo grotesco, la sublimación de la fealdad, de la deformidad, aunado con una plasticidad cuidada y grandes dosis de danza y lenguaje corporal, convierte a La descomposición de Courtney en un reto para los sentidos. El espectador no puede permanecer pasivo ante tal cantidad de estímulos, tan sugerentes como contradictorios. Tiene que posicionarse, aunque sea en su desprecio o disgusto por un espectáculo que no llega a comprender, porque se le desborda de las concepciones y estructuras mentales que cree tener sobre lo que es el teatro.
Estamos ante un montaje a pecho descubierto, un espectáculo vivo en el que todo puede tener cabida, donde los intérpretes juegan un papel central, pues dan todo de sí mismos, y se exponen entregándonos sus más bajas (y altas) pasiones, con un carisma escénico importante, con mención especial a Marie Delgado, que es además directora del montaje y de la compañía, cuya versatilidad, presencia, fuerza, expresión, movimiento y dulzura hacen imposible no sucumbir ante su talento escénico.
Un paso más para La Tarara Teatro, compañía de futuro y presente, con el convencimiento de que de aquí a unos años será uno de los grupos de referencia en el teatro de vanguardia español.
LA DESCOMPOSICIÓN DE COURTNEY
Texto y dirección: Marie Delgado
Reparto: Luis Carlos Agudo, Rubyalex Cortés / Carlos Pulpón, Marie Delgado
Ayudante de dirección: José Luis Bustillo
Asistente de vestuario y regiduría: Ana Rocío Dávila
Espacio escénico e iluminación: Jose W Paredes
Arte y gráficos: AleAlejandro de Laboratorio Noa Noa
NAVE 73. MADRID
Visto el 06 de abril de 2022
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