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  • Foto del escritorNacho León

'Johnny Chico': Viaje hacia la autoaceptación


Johnny Chico

Es complejo acercarse a un montaje que está recibiendo tan buenas críticas. Sentarte en tu butaca preparado para ver un espectáculo del cual solo llegan buenas referencias, es un esfuerzo titánico de lucha contra las expectativas generadas, que hacen difícil llegar virgen al encuentro con la obra, y dejarse impregnar desde cero por la propuesta que un equipo artístico te depara al abrirse las cortinas. Es por eso que al enfrentarme a Johnny Chico contaba con este hándicap, debido al éxito de crítica y público que está teniendo en el panorama teatral capitalino. Ello sumado a que el personaje principal está interpretado por Víctor Palmero, actor conocido en televisión, precisamente, por interpretar en la pequeña pantalla un personaje, si no análogo, al menos bastante relacionado con las circunstancias que rodean al protagonista de este espectáculo. Muchos condicionantes antes siquiera de entrar en la sala. Y, sin embargo, gracias al buen trabajo del equipo, el resultado es más que satisfactorio.


Johnny Chico es una pieza cruda. Una obra que habla de la identidad, de la autoaceptación, de los roles de género, de la sociedad heteropatriarcal… y del amor. Del amor diverso, y del amor a contracorriente. Johnny Chico es un viaje personal apasionante, la historia particular de una persona que transita por la vida de la mejor manera de que es capaz dadas sus circunstancias. Historia particular que se convierte en universal al ver en ella reflejadas las penurias de tantas y tantas personas que sufren las terribles consecuencias de nacer en un contexto cultural o social en el que su realidad identitaria, es más, su propia existencia, sencillamente no encaja.


Es indudable el buen hacer de Víctor Palmero en la interpretación. Con una implicación absoluta y honesta, despliega todos sus recursos actorales posibles en escena, se deja la piel y el corazón en cada secuencia y, sobre todo, nos proporciona un viaje emocionante. Pese a unos primeros compases en los que el código interpretativo tiende a una leve impostación, una vez aclimatados al lenguaje propuesto, Palmero nos ofrece un arco de personaje brutal, una evolución paulatina, constante y perfectamente creíble, con un trabajo actoral que atrapa al espectador en todo momento, haciéndolo partícipe, cómplice de este recorrido vital, pese a la violencia y brutalidad con la que el personaje, fruto de sus circunstancias, actúa en muchos momentos.


Los espacios sonoro y lumínico, con pequeños desajustes, apoyan a la acción para crear una puesta en escena solvente y efectiva, enfocada a realzar la interpretación, que es la apuesta fuerte del montaje. El producto final, no resulta un trabajo fino y detallista, pero, sin embargo, funciona como marco para la acción planteada.


Es en la dirección donde encontramos los puntos más controvertidos de este montaje. Eduard Costa realiza un buen trabajo de ritmo y dirección de personaje, así como de ensamblaje de los elementos de la puesta en escena para dar como resultado un espectáculo inteligente, compacto y cerrado. Sin embargo, el director concede demasiados espacios a lo comercial, lo efectista y el melodrama sensiblero, pecando en exceso de buscar la emoción en el espectador (tanto la risa como el llanto), en ocasiones de forma poco sutil, coqueteando con los clichés, que eso sí, consiguen el efecto buscado en el público.


En cualquier caso, es todo un reto tratar un tema tan sensible como el de Johnny chico en un montaje destinado al gran público. Para ello, el espectáculo navega entre dos aguas, bordeando constantemente la delgada línea de lo peliagudo y lo políticamente correcto, saliendo airoso del viaje. Y esto, en los tiempos que corren, no es decir poco.


JOHNNY CHICO

Dirección: Eduard Costa

Reparto: Víctor Palmero

Iluminación: Mundi Gómez Espacio escénico: Luis Crespo Espacio sonoro: Juanjo Ballester Diseño gráfico: María la Cartelera Mapping: Elektrik Five & Lluerna producciones & Carlos Montfort Vestuario: Eli Perucha Fotografía: Romero de Luque Producción ejecutiva: Coque Serrano TEATRO LARA. MADRID


Visto en Madrid el 9 de octubre de 2021


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