30 años como compañía estable de teatro, en nuestro país, ya es un meritazo. Si además, la disciplina escénica a la que se consagran, es el teatro danza contemporáneo, el mérito es aún mayor. Y si encima, lo hacen desde Galicia, la periferia peninsular para un estado tan centralista y capitalino en lo que a las artes escénicas se refiere, esta trayectoria se convierte en toda una heroicidad. Y no cejan en su empeño. Con Ana Vallés a la cabeza como directora, la compañía Matarile se presenta más en forma que nunca, trayéndonos su última creación al María Guerrero, Inloca, en coproducción con el Centro Dramático Nacional.
Inloca es un espectáculo vitalista, festivo y potente. Desde el sello inconfundible de la compañía, que marca un estilo en las formas y en el fondo, el montaje se articula sobre un esquema más o menos constante, una estructura que, a pesar de la repetición, no cansa, no deja de sorprender. La sensación imperante es que el espectáculo crece por minutos, y una vez que hemos superado las resistencias, entrado en el código, y comulgado con la propuesta, las dos horas de función se pasan casi sin darse cuenta.
El hipnotismo de los cuerpos en movimiento que se entregan a la danza en formas y ritmos no convencionales, se apoya en una dramaturgia contundente, cargada de filosofía y reflexión. El texto es potente, complejo, rico y jugado a la perfección por los intérpretes, un elenco que brilla como grupo con destellos individuales, que lo apuesta todo en escena, dejándose el cuerpo y el alma en cada número, en cada instante, llegando a conformar una auténtica escenografía viviente, siempre presente, aportando dinamismo a todo el conjunto.
El diseño de espacio escénico, desde la aparente sobriedad, juega con el espacio diáfano, con una caja escénica desnuda, donde la profundidad en todas sus líneas es protagonista en las visuales. Esto, apoyado por una iluminación cautivadora, con mucha presencia en la escena convirtiéndose en un actante más del relato. Y qué decir de la música, una selección ecléctica y ritmosa, que se funde con el espectáculo como un solo cuerpo, convirtiendo la función en una celebración, un festejo vital del que es imposible abstraerse, y al que el espectador anhela sumarse, si no en cuerpo, al menos en espíritu.
Inloca respira honestidad y buen rollo, fruto de una apuesta clara, decidida, valiente y constante de una directora y una compañía que tiene las cosas muy claras. Pero Matarile no es solo trayectoria y constancia. Es trabajo e identidad. Sinceridad y entrega. Pasión. Comunión. Inloca es un destilado de su esencia, convertido en fiesta de las voces y los cuerpos. Fiesta a la que estamos invitados como espectadores, para confluir en la catarsis del desnudo, la música y el movimiento. Si nos dejasen bailar, bailaríamos In loca.
INLOCA
Texto y dirección: Ana Vallés Reparto: Vicente Colomar, Ana Cotoré, Antón Coucheiro, Claudia Faci, Celeste González, Alfredo Pérez, Alfredo Rodríguez, Ricardo Santana, Nuria Sotelo, Diseño de espacio, vídeo y producción de sonido: y Baltasar Patiño Iluminación: Baltasar Patiño, Miguel Muñoz
Vestuario: MATARILE y La Canalla
Coreografía: Intérpretes, Ana Vallés
Ayudante de dirección: Ana Contreras
Asistente de coreografía: Paloma Díaz
Asistente de espacio, vestuario y objetos: Lara Contreras
Ayudante de producción: Tati García
Colaboradores: Enrique Gavilán, Javier Méndez Oro
Video difusión y documentación: Edición Rusa
Fotografía (MATARILE):: Rubén Vilanova
Fotografía (CDN): Luz Soria
Tráiler: Bárbara Sánchez-Palomero
Diseño de cartel: Equipo SOPA
Coordinación y producción MATARILE: Juancho Gianzo
Coproducción Centro Dramático Nacional y MATARILE
Colabora AGADIC
TEATRO MARÍA GUERRERO. MADRID
Visto el 1 de febrero de 2022
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