Vivimos en una sociedad de estímulos permanentes. Las pantallas inundan nuestra vida, ya sea móvil, ordenador, televisión, anuncios publicitarios por las calles... Nuestra capacidad de atención decae, y la humanidad se adentra en una carrera inagotable por generar incentivos para captar el interés del consumidor, generando una progresión en la velocidad con que nos llega la información, cuya aceleración parece no tener límites. Y el arte no es ajeno a esta deriva.
El cine y la televisión, en muchas de sus producciones, están cada vez más inmersos en esta dinámica de ritmo frenético, y el teatro no se queda atrás. Asistimos cada vez más en nuestros espacios escénicos a una especie de ímpetu por competir con las artes visuales, en ocasiones utilizando recursos propios del séptimo arte, en otras buscando ese tempo acelerado y directo de la pequeña pantalla. Por todo esto, un espectáculo como Hoy es ahora es tan encomiable, pues supone una apuesta por un ritmo lento, una dramaturgia sin prisas, y un lenguaje puramente teatral.
La propuesta viene de un grupo de egresados de la especialidad de Teatro del Gesto de la RESAD, jóvenes todos tanto intérpretes como director. Su propuesta nos habla del concepto anquilosado de masculinidad, de la sociedad capitalista y sus muñecos rotos, que al fin y al cabo somos todos los que realizamos sacrificios inimaginables por obtener el puesto de trabajo de nuestros sueños, dando lo máximo de nosotros mismos hasta el extremo de perdernos, desnaturalizarnos, y llegar a hacer lo que sea necesario para conseguir nuestra ansiada meta.
Para esto, se valen de armas como la improvisación, el clown, el teatro físico, la danza contemporánea, la ausencia de texto, con ciertos tintes de teatro del absurdo, una energía arrolladora, y un compás pausado y reflexivo. En una sociedad como la descrita al comienzo, es de agradecer un espectáculo que renuncia al ritmo exacerbado y mantiene una cadencia reposada, con secuencias donde no pasa el tiempo, recreándose en cada instante, en cada imagen que nos brindan sin preocuparse por llenar el tiempo y el espacio con artificio, pero cargándolo de significado.
Hoy es ahora es gamberra, juega con las emociones del espectador, llevándolo por momentos a un cierto estado de ansiedad y desconcierto ante el aparente descontrol e improvisación de los que está siendo testigo, pero que se reconduce hacia una nueva fase en la que la calma y el devenir pausado vuelven a adueñarse de la escena hasta la próxima explosión de desenfreno, montándonos en un carrusel anímico y rítmico que lleva a que el montaje se nos pase en un suspiro. Y en todo momento, con un enorme sentido del humor.
El espectáculo tiene fragmentos de una gran belleza plástica, de estética medida y cuidada, y otros muchos de desorden y caos absoluto, que genera un contraste visual muy interesante. Es cierto que en un espectáculo en el que la parte física predomina tanto, quizás cabría esperar algo más de limpieza en los movimientos, y definición y coordinación en las coreografías, pues en ciertos compases se percibe una cierta tosquedad en el tratamiento de la parte física que ensucian de alguna manera la parte más gráfica del montaje. Aunque cabe la posibilidad de que esto sea buscado y pretendido, en un ejercicio más de gamberrismo teatral en el que juegan al despiste con el público, provocando sensaciones encontradas.
No es fácil encontrar una compañía, y menos tan joven, que apueste por un lenguaje diferente, en la antítesis de las actuales tendencias escénicas más audiovisuales. Con Hoy es ahora se abre un apasionante camino por recorrer para concretar e indagar en un estilo propio, diferente y enormemente atractivo. Compañía de futuro.
HOY ES AHORA
Dirección: Evangelos Lalos
Reparto: David Arévalo, Nacho Benito, Mario García-Patrón y Chemi Hitos
Escenografía: Yanina Curries
Iluminación: Yanina Curries
Vestuario: Mattia René Noah Girardi
NAVE 73. MADRID
Visto el 14 de julio de 2019
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