¿Qué es ser un hombre? Es un planteamiento cada vez más recurrente. Por suerte. La nueva ola mundial del movimiento feminista en la que afortunadamente nos encontramos, ha provocado el replanteamiento de muchos de los tótems que se creían asumidos y estandarizados por la acción del patriarcado a lo largo de la Historia. Y por supuesto, también para el género masculino. ¿Qué es ser un hombre? ¿Cómo se es hombre de verdad? ¿Acaso existe una respuesta o tiene sentido la cuestión? Casa Lagarta se adentra en este fango de la mejor manera posible: con pocas respuestas, y muchas más preguntas.
Hombre desnudo posee una estructura atípica, con recursos originales como la personificación del programa de mano, las rupturas constantes de la ficción planteada, o la inclusión al comienzo del espectáculo de una escena remembranza de Mujer Hamlet (anterior montaje de Casa Lagarta), tras la cual, sus tres actrices protagonistas se sientan entre el público y no vuelven prácticamente a intervenir durante el resto de la función. Detalles que descolocan, formas poco convencionales, transgrediendo lugares comunes que hacen que el espectador esté alerta, despierto ante la posibilidad de que cualquier cosa puede pasar en escena, rompiendo los esquemas previamente establecidos. El concepto del espectáculo es sin duda estimulante.
Es fascinante ver cómo una clase de anatomía, sin más artificio que un cuerpo desnudo en escena, y unos actores que relatan las diferencias físicas y biológicas generales entre los sexos masculino y femenino, puede llegar a atraparnos sin pestañear. La sencillez en el planteamiento de muchas escenas, las dinámicas de movimiento, y la contundencia expresiva y el impacto visual de otras, genera un espectáculo dinámico en su mayor parte, sorprendente, evocador y reflexivo.
Y asimismo, cargado de humor. Además de la reflexión y el trasfondo, el sentido del humor inunda el montaje, lo acuna y lo refresca. Se agradece ver una función que, pese al contenido reivindicativo, no se da aires, no cae en lo pretencioso, y se ríe de sí misma, con una acidez y mordacidad con el teatro y con ellos mismos que desde la dramaturgia y la dirección suponen un gran acierto por parte de Pedro Martínez, con un estilo propio original e inconfundible.
No obstante, el montaje adolece de momentos desiguales, falta de ritmo en determinados compases, y exceso de minutos. Si bien hay muchas secuencias de gran fuerza expresiva, visual y de contenido, otras cargan con un tempo denso que ralentiza el conjunto, o bien determinados planteamientos que se estiran y dilatan en demasía, lo que provoca que el espectáculo alcance las dos horas, que quizás con una duración más recortada resultaría más efectivo, compacto, y redondo.
En un trabajo interpretativo muy coral, es muy difícil destacar a algún intérprete por encima de los demás. Todos realizan un trabajo solvente, con notable entrega y momentos de brillo, y con una gran complicidad de elenco, que se traduce en una limpieza y concreción interpretativa que el espectador agradece, y más siendo un grupo de intérpretes numeroso para un espacio escénico relativamente pequeño. Además, sorprende mucho la aparición del propio Pedro Martínez en escena, como una especie de demiurgo que interviene, matiza o desbarata la escena, incorporándose o rompiendo la ficción, dotando estas entradas y salidas de frescura al espectáculo, un soplo de aire fresco apoyado por la vis cómica y el indudable magnetismo de Pedro sobre las tablas.
Casa Lagarta, con su director a la cabeza, rompe moldes. Se arriesga y explora con un lenguaje propio. Critica, reflexiona, golpea y se ríe de sí misma. No defrauda.
HOMBRE DESNUDO.
Autoría y dirección: Pedro Martínez Asistencia a la dirección artística: Luis Mayo Interpretación: Jose De Vicente, Adrián Justel, Pedro Martínez, Silvia Nieva, Isabel Pamo, Álvaro Pérez de Muñoz, César Toledo, Lorena Toné, Jorge Vidal y Nacho Zorrilla Diseño de iluminación y escenografía: Pedro Martínez Y Luis Mayo
Compañía: Casa Lagarta
NUEVE NORTE. MADRID.
Visto el 17 de noviembre de 2021