Siento la necesidad de ir al teatro porque en él descubro los pedacitos que perdí por el camino. En eso debería consistir la catarsis que se contagia del escenario al patio de butacas. En entender nuestra propia transformación. En averiguar el origen de nuestra identidad individual o colectiva. Diría que en toda obra de teatro subyace algo de nostalgia o algo de rencor. Pues, bien, es posible que en Here comes your man (Aquí viene tu hombre) hallemos una mezcla de ambos ingredientes.
En los últimos años el tema del acoso escolar ha pasado de ser invisible a estar en la primera fila de asuntos urgentes. Y ya era hora. Somos muchas y muchos los que hemos estado en contacto, del modo que sea, con esta sombra silenciosa que deambula por la infancia y la adolescencia. Hasta no hace tanto relacionábamos la palabra bullying con un niño metiéndole la cabeza en el retrete a otro niño; pero, por suerte, hemos aprendido a detectar que hay múltiples formas de humillación, vejación o maltrato.
De hecho, si hablamos de menores pertenecientes al colectivo LGTBI, las posibilidades de que sufran acoso escolar son mucho mayores. Tan solo asómense a echar un vistazo a las estadísticas. Es imprescindible que en los teatros sigamos hablando de esto, puesto que no solo depende de la legislación, sino también de un trabajo de concienciación que hará que se produzca un progreso real.
Al parecer, según su actor Marc Ribera nos contaba en su cuenta de Instagram, la compañía ha encontrado algunos mensajes de protesta por colgar su cartel (en el que aparece, básicamente, un culo) cerca de algunos colegios. No deja de pensar uno en cómo es posible que pueda ser más relevante un cuerpo semidesnudo que el propio contenido de una obra que podría ayudar a muchos de sus hijos e hijas. Pero este es nuestro verdadero reflejo. Aceptémoslo y cambiémoslo.
Y es que, adentrándonos en la harina puramente teatral, Aquí viene tu hombre es un espectáculo que busca desesperadamanete una reflexión, un cambio profundo. También es, a pesar de su dureza, un lugar en el que te quieres quedar un ratito más. Y esto se debe a que sus personajes están muy bien escritos y sus diálogos perfectamente enlazados. La trama resulta trepidante, quizá incluso peque de exceso, lo cual le garantiza al espectador que no va desconectar en ningún momento.
Toda la acción transcurre en una habitación con una litera donde el peso dramático recae en lo que ocurre y no ocurre entre los dos personajes. Lo verdaderamente majestuoso de este montaje es que consigue algo que parece muy fácil de realizar y que, sin embargo, es lo de lo más complicado: alcanzar una naturalidad y una fluidez verosímil, sin diálogos forzados o reacciones culebronescas.
Todo esto es gracias a sus directores Jordi Cadellans y Raül Tortosa, quienes conducen a los personajes con un gran aplomo y a la vez con un sinuoso dinamismo. Personalmente, podía imaginarles en los ensayos rompiéndose la cabeza para que una obra que a priori exige tanta quietud y silencio llegue a alcanzar tal agitación. Pero, sin ninguna duda, lo más destacable de esta función son las interpretaciones de sus actores Marc Ribera y Sergi Cervera. Protagonista y antagonista, respectivamente, logran que queramos conocer todo sobre sus vidas presentes y pasadas.
Por un lado, el personaje de Ribera es un actor homosexual que en el colegio fue víctima de acoso escolar, algo que le ha dejado unas terribles secuelas. Me pareció un gran acierto optar por arrancarle la capa de mártir que presuponemos. Sin duda, me interesó mucho más su parte despreciable, a pesar de que, por momentos, el público se sintiese inquieto al verlo desbordado por las lágrimas de emoción, las cuales aún no sé si provenían del personaje o del propio actor. Por otro lado, el personaje que interpreta Cervera está concebido a partir de los prejuicios y clichés de una parte de la sociedad que conocemos bien. Un cuñao', diría yo. Sin embargo, a los pocos minutos se convirtió en mi personaje favorito gracias a su carisma, su sentido del humor tan bobalicón (de heterobásico, como bien dicen) y su capacidad de dejarnos entrever con tanta sutileza su vulnerabilidad. Esto resulta toda una victoria teniendo en cuenta que era casi imposible que este personaje le cayera bien a nadie.
El texto, a pesar de su arranque con tintes cómicos e incluso paródicos (sobre todo en las conversaciones sobre cómo funciona el sexo entre hombres), se torna cada vez más turbulento hasta bucear en las aguas más oscuras del ser humano. Lo que parecía una comedia entre la tensión sexual no resuelta entre un hetero y un gay termina por convertirse en un angustioso drama sobre la mezquindad y la falta de escrúpulos que, de alguna manera, están latentes en todos nosotros.
Insisto en que el texto te retiene por los puntos de inflexión que conducen hacia las cloacas de la psique humana. No obstante, por momentos, llegaron a parecerme excesivos. Quizá me sintiese abrumado en el momento por tanto giro dramático, pero llegué a sentir que los numerosos secretos y estrategias por parte de los personajes pusieron en jaque la verosimilitud de la propia obra.
En cualquier caso, me veo obligado a recomendar esta función porque es un trabajo bien hecho, construido desde la honestidad y la entrega. Y, sobre todo, porque es la obra que a muchas y muchos nos hubiese gustado ver en algún momento de nuestras vidas.
HERE COMES YOUR MAN (AQUÍ VIENE TU HOMBRE) Compañía: Gracias Ramón
Dirección: Jordi Cadellans y Raül Tortosa
Reparto: Marc Ribera, Sergi Cervera
Autor: Jordi Cadellans
Composición musical: Momo Cortés
Escenografía: Ricard Martí y Sergi Cervera
Iluminación: Ricard Martí y Sergi Cervera
Sonido: Betho Carvajal y Sara Esquivel (espacio sonoro)
Vestuario: Tarambana Espectáculos
Diseño gráfico: David Bonacho y Óscar Jarque
Fotografía: Antonio Garci
Producción: Tarambana Espectáculos
Producción ejecutiva: Nacho Bonacho
Management: Intxizu Bengoa (distribución)
SALA TARAMBANA. MADRID
Visto el 25 de enero de 2020
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