Nunca creí en la expresión «menos es más». No en el concepto, sino en la frase hecha. Mi mente racional cortocircuita ante tal incongruencia matemática. Menos, no puede ser más. Puede ser mejor. Pero más, nunca. Me resisto ante el uso de tan manido lema, pues se me antoja filosofía de mercadillo. Taza de Mr. Wonderful. Hastag de Instagram. Pero cuando nos topamos con una obra como Freak, en el Pavón Teatro Kamikaze, por una vez este mantra cobra todo su sentido.
Es mágico que en nuestros tiempos lo revolucionario en el teatro sea precisamente apostar por lo sencillo. El minimalismo más absoluto se convierte en lo transgresor, lo subversivo. La pureza de lo concreto. Eso es Freak. La obra nos habla del papel de la mujer en la sociedad, sus anhelos y conflictos, desde la óptica de un tema arrinconado a lo largo de la historia como es la sexualidad femenina. Anna Jordan, exitosa dramaturga británica contemporánea, firma el galardonado texto que se representa por primera vez en nuestro país. Desde la sencillez más auténtica, el texto nos relata de forma cruda, a ratos sensual, divertida, sincera, llana y provocativa, la historia de dos mujeres; sus experiencias, reflexiones y sentimientos más profundos sobre su relación, en ocasiones impuesta por la sociedad y la tradición, con el universo de lo sexual.
En el montaje, el estatismo está presente de principio a fin, pues las actrices no se desplazan en ningún momento del sofá desde el que nos relatan sus testimonios. No se levantan del sitio ni siquiera para recibir los aplausos al final de la función. El mundo es el diván, la luz que las ilumina, y el alma de las intérpretes. Y todo esto, en lugar de suponer una limitación, sirve de acicate. Permite a las actrices vivir sus historias con libertad y soltura a pesar de la ausencia de movimientos. El resto, lo crea el espectador, que adquiere un alto grado de implicación con la propuesta, ya que debe poner de su parte para recrear todo el universo material y humano que rodea a nuestras protagonistas. Pero esta implicación se hace sin traumas, sin esfuerzo, con disfrute y satisfacción, pues Lorena y Alicia nos lo ponen muy fácil, nos acompañan, o mejor dicho, nos dejan acompañarlas en sus vivencias, nos abren una rendija a la habitación de sus frustraciones y sentimientos más íntimos, dejándonos empapar por su caudal creativo. La dirección de Paula Amor, se convierte pues en un trabajo de orfebrería, en un hilar fino en cada gesto, cada respuesta, cada tempo, para que una propuesta tan arriesgada no deje de seducirnos en ningún momento.
Las interpretaciones son absorbentes. Aun antes de empezar, en el sillón desde el que reciben al público, no podemos dejar de observarlas hasta el oscuro final. Cada una en su estilo, acaparan nuestra atención de forma cautivadora, desde la simplicidad y sencillez del montaje que otorga todo el peso a la palabra y el gesto de las actrices. La complicidad que se genera con el público es total, cada una con sus armas: Alicia Cuéllar desde la extrañeza, la inocencia, la contención, la aparente indiferencia y hasta casi la apatía, en la adolescencia; Lorena López, con su presencia escénica, su ductilidad y versatilidad, un torrente de energía y recursos actorales de todo tipo, en la madurez. Son las dos caras de una moneda, dos luces que nos iluminan con su franqueza, su entrega y su calidez, para dejarnos absortos durante una hora y cuarenta minutos, donde nuestros ojos no pueden apartarse ni un minuto de este tándem perfecto, dispar y complementario, que nos habla de su sexualidad a tumba abierta.
El azar quiso que justo el día antes de asistir a esta obra, presenciara como espectador el estreno de Ecos, en el Teatro Español. Y tras ver Freak, no deja de sorprenderme cómo desde un mismo planteamiento, con una temática parecida, y un concepto de montaje similar, se pueden producir resultados tan dispares. Cómo un gran presupuesto, escenografía de grandes dimensiones, parafernalia escénica, cabezas de cartel y publicidad a raudales, pueden dejarnos fríos, y no aportarnos ni la mitad de calidez que un espectáculo realizado en el ambigú del Pavón Teatro Kamikaze, con dos actrices que no se levantan de un sofá mientras nos hablan al corazón sin mayor artificio que sus vestidos y la luz general que las ilumina. Pero claro, la calidez no se compra.
FREAK
Autoría: Anna Jordan
Traducción: Paula Amor y Luis Sorolla
Dirección: Paula Amor
Creación e interpretación: Lorena López y Alicia Cuéllar
Ayudantía: Marta Matute
Artista plástico: Antiel Jiménez
Jefa de producción: Rosel Murillo
Diseño gráfico: Lucía Tobajas
Fotografía: Luz Soria
Prensa: Amanda H C – Proyecto Duas
PAVÓN TEATRO KAMIKAZE. MADRID
Visto el 15 de noviembre de 2019.
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