En ocasiones me produce una gran satisfacción acercarme al teatro para vivir la confrontación. Reconozco que me apasiona el teatro que a veces no parece teatro, en el que el suceso y el conflicto están diluidos en aguas que parecen calmadas, incluso estancadas, donde de repente se producen remolinos que lo absorben todo. Sin embargo, este mecanismo suele formar parte del lenguaje teatral, que a veces coincide con el lenguaje que emplea la propia realidad, pero a veces no. Porque hay veces en que la vida nos coloca de un tortazo ante una verdadera situación de urgencia, y la reacción debe ser inmediata.
El vértigo del dragón se trata de una obra escrita por la italiana Alessandra Mortelliti y habla de este segundo tipo de teatro. El de la confrontación. Estamos en un momento ideal para ver este espectáculo, cuando parece que nadie se enfrenta a nadie. En él asistimos al secuestro de una gitana por parte de un joven fascista. “¿Por qué?”, me estuve yo preguntando durante casi toda la obra. “¿Por qué no?”, insinuó al final el secuestrador. Y es que el interés del personaje de Paco, un hombre que se ha afiliado a un grupo de extrema derecha para que el sistema le devuelva lo que él mismo le ha robado, radica en lo obtuso de sus necesidades y deseos, en lo aleatorio de sus convicciones y decisiones. Paco es incapaz de razonar porque un exceso de hybris lo ciega. Mariana, la gitana, mientras tanto, permanece en silencio y alerta, sometida a la voluntad de lo que parece un demente.
La obra comienza entre jadeos, gemidos, gritos y miedo. Todo apunta a que estamos ante un thriller. Sin embargo, bajo la herida de la discriminación y la violencia hacia las personas racializadas comienzan a brotar pequeñas ampollas que supuran cierto sentido del humor siniestro y desconcertante. Lo que antes parecía un drama sobre el racismo, de pronto se transforma en otra cosa que no sé identificar. Disfruten de ella. Es extraña y sugerente.
El propio desarrollo textual deja clara una problemática transversal, puesto que Paco no solo domina el espacio escénico, también se apodera del espacio lingüístico, dejándole a Mariana apenas algunos balbuceos y un gran número de silencios. Paco, como hombre blanco se impone ante la gitana pobre mediante todas las vías posibles. Seguramente no hubiese una forma mejor de mostrarlo.
Las interpretaciones de Juan Díaz Pardeiro y Claudia Ferranti resultan de lo más disfrutables y estremecedoras, gracias a la energía, entrega y buen hacer que depositan ambos actores en sus personajes. También considero que es necesario resaltar la labor de Morgan Caney, director musical, a las órdenes de Eduardo Fuentes, quien orquesta un trepidante espectáculo que cabalga a muy buen ritmo.
Quizá se abuse de los jadeos, gemidos y gritos durante gran parte del espectáculo. En mi opinión, la almendra de esta obra se oculta en el último monólogo de Paco –y en el arrebatamiento de un monólogo similar para Mariana, entiendo que por una cuestión de verosimilitud–. Es comprensible que la tensión del secuestro empañe la verdad de los personajes, no obstante se echa en falta que el diálogo de negociación y entendimiento llegue antes. Se echa aún más en falta que termine tan pronto. Me hubiese gustado conocer a estos dos personajes tan dispares un poco mejor. Qué lástima que el teatro solo nos deje mirar durante un ratito, siempre hasta donde sus creadores nos dejan. EL VÉRTIGO DEL DRAGÓN
Autora: Alessandra Mortelliti
Traducción: Claudia Ferranti Supervisión del texto: Andrea Camilleri Elenco: Juan Díaz Pardeiro y Claudia Ferranti
Dirección: Eduardo Fuentes
Ayudantía de dirección: Joel Machbrit
Dirección Musical: Morgan Caney
Escenografía: Leyre Federika Montes
Vestuario: Regina Dejiménez
Iluminación y Diseño Gráfico: Joel Machbrit
Fotografía: Mariana Cardenio / Mia Checarelli
Tráiler Audiovisual: Sergio Milán
OFF DE LA LATINA. MADRID
Visto el 15 de septiembre de 2019
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