Curva España es metateatro documento. Así, sin anestesia.
Curva España, supone una reflexión sobre el propio género, explorar sus límites, forzar las convenciones, y reírse de sí mismo. Curva España es humor a raudales desde la autoficción. Es una dramaturgia sobre el propio proceso de creación del espectáculo, y sus hipotéticas consecuencias. Documental convertido en thriller servido en bandeja teatral. Todo un reto.
No en vano, la compañía Chévere es Premio Nacional de Teatro (en 2014), y es en parte gracias a su trayectoria de investigación teatral. En los últimos años, el grupo ha realizado una serie de trabajos ahondando en los límites y posibilidades del teatro-documento y la memoria colectiva, como herramientas para la construcción dramática, que fuerza sus límites y da un paso más allá en el presente espectáculo. En este, las fronteras en la ficción teatral y la realidad se diluyen pretendidamente, como una reflexión sobre el propio concepto documental.
La historia, en mayúsculas o en minúsculas, no deja de ser un constructo obtenido a través de una suma de testimonios, a veces asumidos como conciencia colectiva, pero que en muchas ocasiones no son unívocos y concordantes. Esta confusión, lo que comúnmente llamaríamos «diferentes versiones de una historia», sirve a Chévere como punto de partida para adentrarnos en una historia, el caso de la Curva España, que nace de unos hechos concretos ocurridos en 1927 en Verín, Ourense, pero que se ramifica por las diferentes visiones de los hechos, sus implicaciones sociales y políticas, y su transformación en leyenda viva.
Resulta llamativa la puesta en escena, que nos presenta un estudio de grabación y realización en directo. Presidido por una pantalla que no dejará de emitir ni un instante lo recogido por las cámaras, pero también imágenes de archivo, vídeos antiguos a modo de falso documental,... Todo un repertorio guiado por una regidora desde su mesa de trabajo ubicada en el propio escenario. Desde la penumbra, el espectáculo muestra sus propias costuras y pone el foco en ellas, sin que esto suponga en el espectador una quiebra, sino todo lo contrario; aporta una reflexión sobre el propio género y un atractivo visual innegable.
Muy estimulantes, sorprendentes y divertidos resultaban los recursos utilizados para narrarnos y contextualizarnos la historia y los hechos. Original, la recreación en directo al más puro estilo Art Attackde la historia de los ferrocarriles en el mundo y en España. Las escenas de interrogatorios al más puro estilo thriller, las ruedas de prensa de la Guardia Civil, las imágenes de archivo, todo con un ritmo medido y compacto, hacen que el espectáculo fluya y atrape hasta sus últimos compases.
El uso de la cámara no es accesorio, sino fundamental en la propuesta. La identificación con el documental, otorga un protagonismo a lo audiovisual difícil de ver habitualmente en otro tipo de espectáculos. En muchos momentos, el espectador no sabe sin mirar a la pantalla y ver el resultado, o bajar la mirada al escenario a ver los entresijos. La suma de todo, supone un paso más allá para profundizar en los mecanismos narrativos que surgen en la frontera entre lo real y lo inventado, entre la historia y la leyenda, entre la pantalla y el escenario.
La interpretación de los actores raya a un nivel altísimo, más si cabe debido a la complejidad interpretativa que supone el estar actuando en un escenario de gran tamaño pero a la vez estar siendo filmado in situ, con la contención en los gestos y la voz que esto conlleva para el actor. Este juego entre ambas claves, este devenir constante entre los teatral y lo cinematográfico (en el que me atrevo a decir que gana lo segundo), nuestros protagonistas se mantienen constantemente en el alambre, transitando con soltura entre los diversos lenguajes propuestos, metiéndose al público en el bolsillo casi desde el comienzo. Su manejo de recursos cómicos y dramáticos a lo largo de toda la pieza, nos permite descubrir a los protagonistas de la historia desde diferentes perspectivas, con un buen hacer y una ductilidad por parte de los intérpretes, admirable.
Y no solo eso, además de fusionar lenguajes diversos y arriesgar en las formas, Curva España se adentra en temas de calado desde un original punto de vista, como la construcción del concepto de estado nación en España, los intereses políticos en la confección del mismo, y la historia del ferrocarril como eje vertebrador de la nueva patria, todo ello con un irresistible sentido del humor. Y esto, desde el género thriller y policíaco. Y documental. En teatro. Casi ná.
CURVA ESPAÑA
Idea y creación: Chévere
En escena: Patricia de Lorenzo, Miguel de Lira, Lucía Estévez, Leticia T. Blanco
Dramaturgia y puesta en escena: Xron
Iluminación: Fidel Vázquez
Espacio audiovisual: Lucía Estévez, Leticia T. Blanco, Laura Iturralde
Gráfica: Óscar Villán, Iván Suárez
Espacio sonoro: Xacobe Martínez Antelo
Vestuario: Renata Uzal
Producción: Chévere
Coproducción: Teatros del Canal, MIT Ribadavia y Concello de Teo
TEATROS DEL CANAL. MADRID
Visto el 12 de marzo de 2020
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