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Foto del escritorNacho León

'Cucaracha con paisaje de fondo': Aguas turbulentas


Cucaracha con paisaje de fondo
Fotografía Laura de la Isla

Pocos espectáculos últimamente me han despertado sensaciones tan encontradas como Cucaracha con paisaje de fondo. La expectación de acercarse a un montaje multipremiado, y con tantas y tan buenas críticas, es siempre un factor condicionante. Y efectivamente, nada más empezar, te das cuenta de que no va a ser una obra convencional. Ya con las primeras réplicas del texto vienen las sorpresas. El texto está en verso. Verso contemporáneo, como el de las Niñas de Cádiz, pero que nace de un punto diferente al de ellas. Si el de las gaditanas bebe del mundo del carnaval y la tradición oral del romancero, aquí el verso es más sobrio, con una complejidad estrófica distinta, aunque también cercano y accesible. Poco a poco, se irá combinando con la prosa, para conformar un texto muy interesante en el fondo, y especialmente en la forma, inteligentemente escrito por Javier Ballesteros.


Pero volvamos al patio de butacas y a mi experiencia con el desarrollo de la pieza. Pasaban los minutos, y aunque estaba disfrutando de la propuesta, pues puedo decir que me estaba gustando, no conseguía conectar. Identificarme. Empatizar. Sentía una cierta barrera, una distancia, un extrañamiento. Hasta que, llegado un punto, mi cuerpo sintió que tenía que ser así. Entonces me relajé, y todo fluyó mucho más. Porque en Cucaracha con paisaje de fondo, el extrañamiento es constante y pretendido, desde el propio lenguaje, hasta el resto de elementos de la puesta en escena.


Porque, casi desde el comienzo, mi sensación fue de estar contemplando una tragedia griega. Partiendo del espacio escénico, precioso diseño de Pablo Chaves, con esa pequeña piscina central, y las telas alrededor que me transportaban a las columnas y el interior de un antiguo templo helénico. Esa simetría, equilibrio y perfección, eran un falso remanso de paz, el del balneario donde se ubica la pieza, donde la imagen que se desea transmitir, es muy distinta a las turbulencias que suceden en el interior.


Esta sensación se apoya además en la existencia del coro, elemento tan característico de la tragedia. Este coro adquiere un protagonismo singular, con su prosodia que remite a lo ritual y primitivo, como una presencia inquietante permanente, que comenta y potencia la acción con sus intervenciones, en una atmósfera onírica y misteriosa. Sin embargo, dentro de esta solemnidad, las pelucas, elemento que caracteriza a los personajes, de colores y formas extravagantes, son otro elemento distanciador, que genera un choque en el espectador.


Además, la propia temática del texto nos remite a la tragedia, con tintes lorquianos, y apelaciones al destino, a lo fatídico, que nos habla de un balneario perdido donde van a tomar las aguas las mujeres que no pueden tener hijos. El lugar está apartado de todo, es aparentemente aséptico, pero cargado de tensiones y emociones a flor de piel de los personajes que lo pueblan. Estos, interpretados por un elenco muy equilibrado, tienen multitud de aristas, luces y sombras, que se intuyen desde el principio, y que iremos descubriendo poco a poco.


Uno abandona las aguas del balneario con un regusto agridulce. Agrio por la sucesión de acontecimientos, dulce por lo compacto del espectáculo. Un montaje diferente, completo, con cierto poso y un acabado redondo.


CUCARACHA CON PAISAJE DE FONDO

Dirección y dramaturgia: Javier Ballesteros

Ayudante de dirección: Víctor Nacarino

Elenco: María Jáimez, June Velayos, Virginia de la Cruz, Matilde Gimeno,

Laura Barceló, Eva Chocrón, Pablo Chaves y Javier Ballesteros

Música: Isabel Arranz

Diseño de escenografía y vestuario: Pablo Chaves

Coordinación de producción: Raúl de la Torre

Diseño de iluminación: Juan Seade

Fotografía: Laura de la Isla y Oliver Roma

Jefa de prensa: Amanda H C – Proyecto Duas

Una producción de MUJER EN OBRAS

TEATRO QUIQUE SAN FRANCISCO. MADRID


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