Reírse de uno mismo es símbolo de inteligencia. Parodiar tus miserias y desgracias, tus vicios, tus extravagancias… es señal de que tu cabeza está algo más que bien amueblada. Pero poner en juego tu propio yo, subiéndolo a la escena, representándote (o al menos, un reflejo translúcido de tu yo real), de una manera desenfadada, divertida, con autocrítica, y poniéndote en jaque frente a tus propios demonios, … es simplemente de valientes. Y que el resultado sea tan bueno, es de artistas.
Perigallo Teatro es un grupo que se caracteriza por hacer un teatro honesto, nada pretencioso, limpio, cercano y con mucho sentido del humor. Y en Cabezas de cartel se adentran con la autoficción. Hablan de sí mismos como compañía, de sus inquietudes, de sus procesos, de sus miedos, sus debilidades, sus contradicciones y sus bondades. Es una radiografía del teatro independiente con sus virtudes y sus miserias. Porque “Urogallo”, la ficticia compañía teatral que nos presentan, podría reflejar a cualquier otra agrupación escénica alternativa del panorama nacional. Es más, podría simbolizar cualquier empresa a colectivo pequeño o mediano que se enfrente contra la precariedad, los azares de su mundo profesional y la dicotomía entre ser fiel a sus valores o subsistir económicamente en un universo inestable y pandémico. Es por ello que, a pesar de tratarse de un espectáculo muy centrado en el mundo y los entresijos del teatro, el público, mayoritariamente externo en la función a la que tuve la suerte de asistir, enganchó con la historia desde el principio sintiéndola como propia, aceptando los dilemas de los personajes como suyos, empatizando y sufriendo con los protagonistas de principio a fin.
Y eso que Cabezas de cartel no tiene una estructura dramatúrgica sencilla. Es un rizar el rizo, ficcionando el proceso de creación de su nuevo montaje, Cimarrón, pero que bien podría ser la misma Cabezas de cartel. Los diferentes planos metateatrales se pliegan sobre sí mismos, cuando los propios personajes se autocorrigen, se juzgan, y vuelven a empezar ciertas escenas, fluyendo entre los diferentes niveles de realidad, sin que ello suponga un distanciamiento por parte del público. Las rupturas de la cuarta pared, los quiebros en la ficción, producen en el espectador un desconcierto gozoso, en un planteamiento dramático que va a más durante el desarrollo, acabando por crear un retruécano escénico complejo, pero a la vez fluido y natural. Sorprende vernos asumir como público una estructura nada convencional, que si bien comienza desde un punto de partida ya conocido (una compañía que está ensayando una obra de teatro, planteamiento relativamente común en el teatro), va acumulando giros de tuerca para terminar conformando un espectáculo atractivo y novedoso en las formas, y limpio y sincero en el contenido.
Celia Nadal y Javier Manzanera en las interpretaciones, están como siempre a un nivel espectacular. Su desenvoltura en el escenario es de admirar. Se sienten como en casa. Disfrutan y hacen disfrutar. Tienen una variedad de recursos importante, destacando la naturalidad y por supuesto la arrolladora vis cómica. Ambos intérpretes tienen una gran facilidad para hacernos reír con muy poco, con un gran dominio de los ritmos, mucha complicidad con el público, y a la vez, capacidad para emocionarnos en momentos clave. Asimismo, no es fácil interpretar a unos personajes que son ellos mismos, o al menos un trasunto escénico de sus personas en la vida real. Ponerse a sí mismos en juego, ya no solo como actor y actriz, sino como personajes teatralizados, con autocrítica, buen humor y mucha franqueza, es un regalo que el público recibe y agradece con sinceridad y deleite.
Quizás no sean cabezas de cartel de un teatro de Gran Vía. Ni lo necesitan. Y probablemente ni lo deseen. Son las cabezas visibles de Perigallo Teatro, que no es menos, ni es poco. Son el buque insignia de un proyecto teatral consolidado, respetado, exitoso y maravilloso. Impagables.
CABEZAS DE CARTEL
Texto e Interpretación: Celia Nadal y Javier Manzanera
Dirección: Luis Felpeto
Diseño de luz: Pedro A. Bermejo
Música: Santi Martín
Sonido y Chelín: Robert Wilson
Diseño gráfico: Sira González
Escenografía: Juan de Arellano, Pepe Hernández, Eduardo Manzanera
Vestuario: María Cortés
Utilería: Malu Sáenz y Isa Soto
TEATRO RIGOBERTA MENCHÚ. LEGANÉS
Visto el 24 de abril de 2021
Comments