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Foto del escritorNacho León

'A Margarita': Todo corazón


A Margarita

Cáncer es una palabra con letras gruesas. Es una palabra dura, seca, breve pero inmensa. Se adhiere a la garganta al pronunciarla. Tosca de trato y amarga de gusto. De difícil digestión. Cáncer. Es una palabra tabú, un demonio al que tratamos de espantar sin nombrarlo, un tema vedado, prohibido, acotado solo al ámbito médico y familiar más íntimo. Un asunto sensible y delicado como pocos en nuestra sociedad. Cáncer. Hablar de él es andar con pies de plomo, caminar por el alambre en un mundo cada vez más hipersensibilizado y susceptible, donde salirse de la línea de lo políticamente correcto y aceptado se penaliza duramente. Y si, por si fuera poco, se pretende trabajar desde el humor, nos encontramos ante un campo minado de primer orden.

A pesar de este panorama, encontramos A Margarita, de Carlos Be, que se enfrenta a este espinoso tema como solo este autor es capaz de hacer: sin complejos, sin prejuicios, de forma limpia, honesta y desenfadada. Carlos Be se siente cómodo trabajando en los límites, y esta obra no lo es menos, pero lo trata con sumo buen gusto. Para hacer comedia de una materia prima tan sensible no siempre es necesario recurrir al humor negro, incómodo o transgresor. También se puede hacer desde la ironía, la ternura, la naturalidad y la llaneza. A Margarita transita por los últimos días de Margarita, nuestra protagonista, a la que han detectado un cáncer tan anodino como fatídico como es el de vesícula biliar, estimando en seis meses su esperanza de vida. Ciento ochenta días en los que Margarita se enfrenta a sus propios miedos, a lo hecho y a lo que queda por hacer, a sus relaciones amorosas pasadas y presentes, a su familia y a sus amigos, a su trabajo, a su vida... y a su muerte.

El texto de Carlos Be es claro, sin tapujos, cruel y a la vez vitalista como lo es la vida misma, e impregnado de un humor amable, a veces crudo, pero nunca incómodo, que destila toda la obra, y que no nos borra la sonrisa de la cara en ningún momento de la pieza.

Se trata de un montaje unipersonal en el que la presencia de escenografía, atrezzo o vestuario son prácticamente testimoniales, y los espacios sonoro y lumínico están supeditados y enfocados en todo momento a potenciar, de forma discreta, el trabajo de la actriz. Es pues, una puesta en escena sobria, sencilla, donde todo el peso recae en Sara Moros, nuestra Margarita, que realiza una interpretación sencillamente cautivadora. La actriz nos mira a los ojos, nos tiende la mano, y nos permite acompañarla en su carrusel de emociones, por el que navega con tanta energía, ritmo, vitalidad, y una natulidad apabullante, que no oponemos resistencia ante el recorrido que se nos plantea, que como espectadores vivimos sin pestañear.

No estamos ante un espectáculo inmaculado, pero las pequeñas imperfecciones se olvidan, se diluyen, pasan a un segundo plano, para sumergirnos en una travesía de la mano de Margarita por su mundo interior y exterior, una aventura en la que nos embarcamos poco a poco, pero sin remedio, viviendo una de las experiencias más sinceras, cálidas, sobrecogedoras y catárticas que puede uno vivir en los escenarios madrileños. Eso sí, desde la sencillez, el buen gusto, un texto maravilloso y un humor esperanzador.

A Margarita es dejarse llevar, viajar, suspirar, abrazar. Reirse por no llorar. Llorar. Y cantar.


A MARGARITA

Autoría: Carlos Be

Dirección: Sandra Dominique

Intérprete: Sara Moros

Diseño de luces: Amalia Portes

Música: Jorge Ramírez-Escudero

Guitarra: Daniel Santos

Coreografía: Elisa Morris

Escenografía: Ana Montes

Vestuario: Sara Moros

Proyecciones y sonido: Sandra Dominique

Ayudante de dirección y producción: Inma Isla

Fotografía: José Rubiales y Raúl García

Vídeo promocional: Charly Planell

TEATROS LUCHANA. MADRID


Visto el 22 de septiembre de 2019


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