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'Cuatro corazones con freno y marcha atrás': Dando la cara



Cuatro corazones con freno y marcha atrás

Mucho me temo que, en cierto sentido, este texto de Jardiel sea perfecto (y dudo que haya alguien que me desmienta).


Hay peripecia y absurdo, sensatez y disparate, desolación y esperanza…


Es una obra de suicidas, es una obra de inmortales, es una obra de muertos vivientes, es una obra de seres humanos, profundamente humanos.


Es una comedia, dicen.


También dicen que es una tragedia.

Dicen.


Es una cumbre del teatro y Gabriel Olivares ha hecho caso a esa parte de sí que quiere reventar las reglas, estallar las normas, desde dentro y en todas direcciones para atreverse a ofrecer una versión de esta sombría obra como un juego de sillas musicales en que los distintos personajes, azuzados por música setentera, tratan de encontrar…

Gabriel Olivares fomenta una escenografía sencilla y sincera, descarada y desnuda. Da la cara y asume riesgos, muchos, en los que le escolta un fabuloso elenco volcado en acercar a Jardiel, de forma y manera, tan inesperada como descarada y certera.


Cuatro corazones con freno y marcha atrás

CUATRO CORAZONES CON FRENO Y MARCHA ATRÁS

Autor: Enrique Jardiel Poncela

Dirección: Gabriel Olivares

Ayudante de dirección: Venci Kostov

Producción: Gaspar Soria

Escenografía y vestuario: Marta Guedán

Vestuario: Claudia Pérez

Iluminación: Carlos Alzueta

Espacio sonoro: Ricardo Rey

Asesores de movimiento: Diana Bernedo y Andrés Acevedo

Asesor de voz: Yolanda Ulloa

Fotografía: Nacho Peña

Diseño gráfico: Alberto Valle (Hawork Studio)

Distribución: Iñaki Díez

TEATRO GALILEO. MADRID

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