Tictac, tictac, tictac.
- Yo ya no puedo pedir más a la vida.
- Sí, que se pare el tiempo.
Y es que esta función obra el prodigio de detener el tiempo. La vida es eterna en cinco minutos dijo, y dijo bien, Víctor Jara. Y Celia Nadal y Javier Manzanera le obedecen para crear un magnífico, complejo y -como todo lo magistra - engañosamente sencillo texto, en el que destilan la vida de una pareja que apura a medias y juntos los (pen) últimos sorbos.
Con una naturalidad y cercanía que llega a ser hasta, en el mejor sentido de la palabra, impúdica Celia Nadal y Javier Manzanera se apoderan, ¡sí, esa es la palabra!, de este prodigioso texto (cuya dramaturgia interpreta Antonio C. Guijosa, poniéndose, con sensatez, inteligencia y sensibilidad a su servicio) y desaparecen –no, mejor, se anulan- en la piel de Jenaro y Palmira y, de repente, se convierten en un prodigio a dos manos: una pareja de siempre con su lenguaje y complicidad, con sus guiños y sobreentendidos, con sus miradas y caricias. Tan propias y exclusivas y excluyentes, que son las de todos quienes, boquiabiertos, les contemplamos.
Con sus sueños compartidos de enlazar la luna y crear música, de ser príncipes azules, de protegerse y ampararse, de ser héroes para poder con todo van y se atreven a desvirtúan tópicos, a desarmar carencias, a plantar cara…
¿Dónde está mi héroe?
Esa pregunta flota durante toda la representación.
La respuesta es bien fácil.
Está aquí, en y alrededor del escenario.
Y camino a Luna.
ESPACIO DISPONIBLE
Dirección: Antonio C. Guijosa
Autores e intérpretes: Celia Nadal y Javier Manzanera
TEATRO LARA. MADRID