El Teatro de la Ciudad, flamante Premio Max 2016 a la Mejor Producción Privada de Artes Escénicas, tras realizar una incursión en el mundo griego, investigando nuevas formas en su trilogía Medea, Antígona y Edipo Rey, nos trae esta temporada, de nuevo en el marco incomparable que es La Abadía, el gran reto de profundizar en los mecanismos de la comedia. Por medio de dos montajes, dirigidos por Alfredo Sanzol y Andrés Lima, y de una serie de talleres que han desembocado en dichos espectáculos han tratado de profundizar en el arte de hacer reír, en el sentido del humor y en la risa.
Fruto de este proceso nos llega La ternura, escrita y dirigida por el ya más que consagrado dramaturgo y director Alfredo Sanzol. El texto está abiertamente inspirado en las comedias de Shakespeare, pero en él también podemos encontrar toques y guiños al Siglo de Oro español, así como influencias de la Commedia dell'Arte, especialmente en la interpretación. La historia que se nos cuenta es clásica, canónica podríamos decir, con los personajes propios del teatro áureo, con sus intrigas y enredos característicos, su lenguaje barroco, en prosa eso sí, sus juegos amorosos y su final feliz. Pero es sin duda original el concepto de espectáculo, ya que nos encontramos ante una obra de corte clásico, pero pasado por el prisma de la modernidad. Es como si mirásemos al teatro isabelino con un catalejo desde el siglo XXI, viendo las intrigas de la época, pero desde los ojos, el sentido del teatro y el humor de nuestros días. La conjugación de ambos mundos, ambos universos y lenguajes, hacen de este experimento teatral una innovación interesante, y una apuesta valiente.
El montaje se sustenta principalmente en el trabajo actoral, llevado a cabo por un fantástico elenco, que a través de las canciones, numerosos gags gestuales, y una indudable vis cómica grupal, arrancan las risas del público. A destacar especialmente es el trabajo de Natalia Hernández, la Princesa Salmón, impecable en sus varios registros, con un gran dominio de la comicidad sutil, capaz de hacer reír con muy poco, nada fácil empresa. Asimismo, la puesta en escena es sobria, con un diseño del espacio escénico aséptico, destacando un inteligente tratamiento del espacio sonoro, y una iluminación sutil, pero brillante, creando realidades atmosféricas que suman y aportan a la acción principal.
Sin embargo, el espectáculo adolece de ciertas caídas de ritmo, y de un exceso de texto y de minutos. Ciertas secuencias están estiradas en demasía, soportando los personajes en algunas escenas una carga textual ingente, quizás algo innecesaria, pues lastra el ritmo y la energía de la obra en varios compases de la misma. A pesar de esto, asistimos a un montaje bastante redondo, muy bien cuidado en sus formas y su acabado, que a buen seguro tendrá un largo recorrido.
LA TERNURA
Autor y director: Alfredo Sanzol
Intérpretes: Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón
Espacio escénico y vestuario: Alejandro Andújar
Iluminación: Pedro Yagüe
Música: Fernando Velázquez
Ayudante de dirección Beatriz Jaén
Ayudante de escenografía y vestuario: Almudena Bautista
Producción ejecutiva: Jair Souza-Ferreira
Ayudantes de producción: Elisa Fernández y Sara Brogueras
Dirección de producción: Miguel Cuerdo
Comunicación: El Norte Comunicación
Fotografía: Luis Castilla y María Calderón
Estudiantes en prácticas: Tomás Cabané, Celia María Morán y Alejandro Pérez
Agradecimientos: Teatro Español
TEATRO DE LA ABADÍA. MADRID