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Rojano: distópico y solipsista



Furiosa Escandinavia

"A partir de ahora los ojos de los hombres se volverán a mirar los rostros, no de aquellos que han gobernado, sino de aquellos que han pensado"

Victor Hugo (en el funeral de Honoré de Balzac)

De camino al Teatro Español para asistir a Furiosa Escandinavia me vino el recuerdo de la famosa película Los amantes del Círculo Polar de Julio Medem, quizás influenciado por el cartel de la primera: figuras coloridas sobre fondo blanco. Desconocía la trama; a veces evito leer las sinopsis de las obras para acomodarme en la butaca (cuando se puede) como si fuera “la primera vez” que voy al teatro, aunque por el trabajo de esta revista digital deba informarme de ellas. ¿Habrá utilizado el autor el sol de medianoche como elemento dramatúrgico? Muy al contrario, la historia transcurre durante la noche polar; una noche o varias, no lo sé, porque se solapan magistralmente tiempo y espacio. Y entré en trance. Solo me ha pasado con Constelaciones y con La distancia. Salí más que “tocado”; trastocado y transformado por el hecho teatral. Han pasado nueve días y aún la sigo pensando; me llama porque todavía “no la he resuelto”: eso es para mí la grandeza de un texto y su montaje. Cuando el Teatro no te deja en paz pero te hace feliz.

Como repetía el crítico de cine Carlos Pumares, la historia es siempre la misma: “chica conoce chico”. Y sí pero no. Chica conoce chico pero quiere olvidar a chico y chico busca a chico que olvidó a chica… Parece muy complicado pero es todo muy sencillo porque en Furiosa Escandinavia no hay espacio para el amor. Bueno, Balzacman se empeña pero eso que te dijo tu madre de que seas bueno para que te quieran no siempre funciona. Al menos él lo intenta y resulta un ser muy bello. Como ejemplo dos escenas: el bucle de creer reencontrar a Erika y el diálogo con su Pepito Grillo tex-mex. El distópico necesita crear un lenguaje. Sigue leyendo.

Este amante desesperado, interpretado por Francesco Carril (jurados del mundo, nomínenle en sus festivales y premios porque nos lo quitan en Trumpylandia en cuanto lo descubran, al tiempo) se debate por la memoria y por el amor y pierde. Suele pasar. Me gustan los antihéroes. Intento analizarle y comprenderle, en un ejercicio de acercamiento al autor, y quizás equivocado, llego a la conclusión de que el personaje Balzacman padece de solipsismo: “creencia metafísica de que lo único de lo que uno puede estar seguro es de la existencia de su propia mente, y la realidad que aparentemente le rodea es incognoscible y puede, por un lado, no ser más que parte de los estados mentales del propio yo” (Wikipedia). Curiosamente la “noche polar” se ha asociado al síndrome de solipsismo… Y lo “peor” es que Rojano, junto a su equipo, es inductor de este síndrome en el espectador, que se verá abocado a pergeñar si lo que sucede en escena es real o fruto de su imaginación. Es decir, un lio, Y luego el autor te recibe a la salida con una amable sonrisa…

Casi todos nos sentimos un poquito escandinavos comprando en Ikea o Tiger. Mola ser del primer mundo y sacar la tarjeta de crédito aunque sea para comprar un boli o una mesa hecha de serrín que tu abuela jamás compraría. Creo que a Balzacman no le gusta mucho Escandinavia, es más del Mediterráneo. Le gusta la literatura francesa y quizás el sombrero de cowboy lo lleva porque vio de pequeño Easy rider en la tele o a Madonna en la portada de su disco American pie, qué más da, podría haber elegido un sombrero de gondolero veneciano y se sentiría igualmente único y especial. Se va a Escandinavia buscando y encuentra lo que el periodista Michael Booth tituló Tierras oscuras: la triste verdad tras el mito escandinavo: la soledad y una loca escandinava que se lo folla. Lo que es darle la vuelta a la tortilla de patatas y a los arenques. Antes el macho landista babeaba por las “suecas” y ahora son los biceberzas y gandiashores nórdicos quien nos invaden para emborracharse, ¿practicar sexo? y hacer balconing. Wellcome! Cuando Balzacman llega descubrirá, tan lejos, lo que no quería imaginar. Erika es inaprensible. Quería y ha olvidado.


Furiosa Escandinavia

Erika es Sandra Arpa: vulnerable pero decidida a olvidar. Una interpretación sobria que merece desarrollarse en las siguientes funciones tras el estreno; en España se estrena casi siempre con demasiada premura. Resuelve con profesionalidad, le pido más verdad.

Irene Ruiz hace un espectacular doblete. La burguesa aburrida (Sonia) y al rato la noruega enloquecida (Agnes). Absoluta versatilidad. Más lluvia de premios para esta actriz.

David Fernández "Fabu", otro aburrido burgués (Lucas) que da de comer al gato y discute con su mujer delante de extraños (Erika), está perfecto en un papel secundario necesario para la historia, sobrio y entregado.

Retomando el artículo de Booth en el periódico The Guardian, dice que Escandinavia es “una sociedad un poco más simple y funcional, tanto estéticamente como a nivel de estructura”. Y así se han planteado la escenografía, espacio sonoro, vestuario y vídeo. Impresionante la casa dividida pero compartida en espacio y tiempo, la necesidad de luz artificial, la fría colocación del mobiliario, de las luces, de las marcas de los actores y actrices… Todo medido a “la escandinava”. Somos espectadores españoles y Escandinavia nos produce atracción por su perfección y rechazo por su frialdad… Erika olvida, fría, y Balzacman ama, caliente.

Imágenes que se te quedan impregnadas en la retina. La cama, esa cama, donde se folla o se descansa separados, mientras que algo sucede tras la pared contigua. O la reunión de amigos en la mesa, esa cena torpe, siempre de noche, a la que no nos hubiera gustado estar nunca invitados…


Escenografía, espacio sonoro, iluminación... ¿Hay premios para lo que ha hecho Luis Miguel Cobo? Junto a Alejandro Andújar y Lola Barroso, obligarte a agudizar el oído y conseguir ese efecto sonoro, lumínico y estético de puertas de cristal que se cierran, te separan, distancian de la función pero te incitan a escuchar lo que sucede detrás es simplemente maravilloso.

Dirige Furiosa Escandinavia Víctor Velasco, con la ayudantía de Óscar Nieto. No puedo más que felicitarle porque casi todo depende de ti y presumo que Antonio Rojano ha quedado más que satisfecho.

De lo mejor de lo mejor del teatro español. Enhorabuena a todos.

FURIOSA ESCANDINAVIA

Autor: Antonio Rojano

Dirección: Víctor Velasco

Intérpretes: Sandra Arpa, Irene Ruiz, David Fernández "Fabu· y Francesco Carril

Escenografía: Alejandro Andújar

Vestuario: Ana Rodrigo

Música y espacio sonoro: Luis Miguel Cobo

Iluminación: Lola Barroso

Video: Bruno Praena

Ayudante de dirección: Óscar Nieto

Producción: Teatro Español

TEATRO ESPAÑOL. MADRID

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