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A carta cabal

  • Foto del escritor: Redacción
    Redacción
  • 13 mar 2017
  • 2 Min. de lectura


Tejas Verdes

Colorina vuela y sobrevuela el escenario, el teatro, la obra. Colorina está muerta. Hace mucho. Desapareció en la represión de Pinochet. Como una Niña Perdida, que se ha quedado detenida en su juventud, Sara Sanz da vida a Colorina como si fuera un duende, ingrávida y sutil entra y sale de la formidable historia de Fermín Cabal, narrada con la pericia y complejidad accesibles solo a los grandes dramaturgos.

Si Colorina es Wendy, Tejas Verdes (un siniestro internado para recluir sospechosas de sedición) sería un siniestro Nunca Jamás donde también estuvo prisionera (si, esa es la palabra) la amiga que delató a Colorina, interpretada – con mimo pues es fácil que el personaje pueda irse de las manos - dolor y emoción por María Segalerva.

La acción llegará a un cementerio donde la Enterradora, encarnada por María Felices (que dota a su personaje de dureza, sabiduría y, paradójicamente, fragilidad oculta) acogerá a las actrices que entonarán un dulcísimo El jardinero para aliviar(nos). Para ello les acompañará Isabel Torrevejano, quien también se encargará del trabajo sucio de la función encarnando a una madre gurruchaguesca, bordando (con saludables ecos de Chaplin) a un atroz Pinochet y a una inquietante periodista haciendo malabares con la semántica.

Las actrices están en estado de gracia, la historia es ¡ay! pura verdad y está narrada con capacidad y recursos por el propio Cabal.

Esto es teatro lúcido, teatro sincero, teatro a carta (nunca mejor dicho) cabal.

Teatro de nudo en la garganta y corazón en la boca.

Teatro de quilates, sin impurezas o mácula.

Puro teatro.

TEJAS VERDES

Autor: Fermín Cabal

Dirección: Fermín Cabal

Intérpretes: María Segalerva, Sara Sanz, Isabel Torrevejano, María Felices

Producción: Kukumaro Producciones

TEATRO VICTORIA. MADRID

 
 
 

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