"Nadie deja que le arrebaten sus sueños sin luchar/ se abrazan a ellos/ calor contra frío" dice Paul Simon en Jonah, una de sus (como si pudiera ser de otra manera) espléndidas canciones sobre un músico "fracasado" que no deja de intentarlo, sin rendirse o quejarse.
Es la historia de Jonah Levin pero bien podría ser la historia de Florita, una actriz de reparto (o menos) que se cuela en el camerino y lo convierte en su paraíso. A Florita no le importa la realidad, o sí, le importa la que ella se crea, en la que se recrea.
Y, como el personaje de Paul Simon, como la bailarina de Andersen, se calza sus zapatillas rojas, aprieta los dientes, eleva la mirada y empieza a bailar y dejarse llevar por la música hasta que sus pies sangren. Nunca se quitará las zapatillas rojas.
Nada importa, ni lo que hay fuera, ni lo que pulula alrededor.
Así, con los ojos tan brillantes y abiertos como su sonrisa, con la cara radiante y el paso alegre, irrumpe Eva Higueras en el escenario. Tiene prisa. Su parloteo vivaz la delata. Tiene que ocupar el quinto camerino - ese "habitáculo que es mi hogar" - y dejarse engullir por Flora.
Y Flora – feliz, dulce, casi melosa - empieza, como un derviche, a girar y girar sobre sí misma y, en cada vuelta, irá desgranando su pasado de gran actriz; y, en cada vuelta, será una y mil personajes del teatro, y en cada vuelta nunca dejará de ser Flora, nunca dejará de ser Eva.
"Mi cabeza va a estallar de palabras" dice Eva (dice Flora) y ambas, e incapaces de contenerlas, inermes para resistirlas, las dejan sueltas, las derraman sobre el escenario y las utilizan una y otra vez para iniciar el viaje a todas las partes.
E invocarán todas esas palabras para clamar, acorraladas, por la vuelta de Orestes; para calcular los réditos a ciencia cierta del poder de Macbeth; para ponerse en jarras y chalanear; para recitar pareados y melindres; para jugar, con las máscaras que saca de un arcón – cofre de los tesoros y baúl de los recuerdos – a brincar una noche de verano y a pavonearse, irónicas, disfrutando de la importancia de llamarse Ernestas; les servirán para consolar con (des) esperanzas a su tío Vania y con ingenuidad a su Romeo; para contener la desesperación de Ana Bolena y la firmeza de Antonio ante el asesino Bruto…
Camerino nº 5 es un luminoso tour de force de Eva Higueras, un múltiple ejercicio de estilo de Flora, que produce irremediable entre los hipnotizados espectadores la causa y el efecto de un feliz hechizo.
CAMERINO Nº 5
Texto e interpretación: Eva Higueras Dirección: Don Luqui Voz de Waldo: Jesús Hierónides
TEATRO LARA. MADRID