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Humo



Himmelweg, camino del cielo

Acudir a la representación de una obra de Juan Mayorga es siempre una garantía de que, al menos, el texto te va a atrapar. Esto, paradójicamente, puede ser una trampa letal para el montaje en cuestión, pues, para un espectador curtido teatralmente, supone acudir a la representación con unas expectativas altas; y para el equipo artístico, añade un nuevo grado de responsabilidad. Casi nada. En esta ocasión, es Atrium Produccions quien se atreve a abordar Himmelweg, uno de los textos más representados de Mayorga en el extranjero, pero poco batallado en España. Y lo cierto es que salen más que airosos del complejo brete en que se han metido.

Himmelweg se construye a partir de la inspección de un delegado de la Cruz Roja a un campo de concentración nazi. En esa visita, se le presenta una pantomima, una farsa que muestra una supuesta pervivencia más que digna y satisfactoria de los prisioneros en el campo: él (ella en este caso) acepta esta mentira, y aunque duda sobre la verdad aparente, no va más allá, se conforma y consiente lo que ve y le cuentan hasta convertirse, en cierto modo, en cómplice de ello. Toda esta farsa está dirigida por el Comandante del campo, un hombre convencido de su misión que alardea de una falta total de empatía hacia los judíos; la cultura y la determinación de estar colaborando en la construcción de una Europa unida, es el disfraz que emplea para esconder al monstruo que alberga en su interior. Pero el Comandante no actúa solo: recibe la ayuda del jefe de la comunidad judía, un hombre respetado por su gente, desesperado y superado por la situación, que entiende o quiere entender que colaborar con el Comandante es la única forma de salvaguardar a su gente. Y es que los trenes vienen cada día a las 6 de la mañana… Pero sus pasajeros nunca llegan a encontrarse con el resto de judíos, pues antes pasaban por el Himmelweg, “el Camino del Cielo” en español; ese camino que el delegado de la Cruz Roja no quiso o no pudo entender como nada más allá de su literalidad, pero que, con mordacidad siniestra, en el fondo, significaba el camino al infierno.


Himmelweg

Así, en Himmelweg se tratan temas tales como la responsabilidad moral, la invisibilidad del horror, la manipulación de la verdad… E incluso, el metateatro, auspiciado por el Comandante. El montaje es dirigido con elegancia por Raimon Molins, que consigue encontrar la belleza dentro del horror, conformando un montaje poético y muy sólido, que interpela al espectador sin miedo. Es también Raimon Molins quien se pone en la piel del Comandante nazi, logrando, de igual forma, un personaje oscuro y terrible, pero lleno de matices enigmáticos: su interpretación es enérgica y avasalladora, pero también seductora… En definitiva, un trabajo impecable del catalán, ¡con lo complejo que es actuar y dirigir! Le acompañan en la interpretación Elena Rayos como el delegado de la Cruz Roja y Guillem Gefaell como el jefe de la comunidad judía: ella compone un personaje sutil y frágil, devorado por la culpa, pero decidido también a limpiar su nombre; él lleva a escena un personaje al borde del precipicio, el guía en el desierto… Y ambos realizan un trabajo muy acertado. Me gustaría, además, destacar la profesionalidad de los actores, pues durante la representación el resto de espectadores y yo tuvimos que volver a asistir a un desafortunado e irrespetuoso incidente con una persona del público, que dificultó de tal modo el transcurso de la obra en sus primeros compases, que Elena Rayos, con mucha delicadeza, tuvo que detener durante un minuto la acción. Mantener y recuperar la concentración en una situación así no es nada fácil; y yo me quito el sombrero ante ellos.

Asimismo, es muy destacable la escenografía de Mireia Trias, que consigue una nueva fusión del horror y la belleza: sobre una plataforma giratoria, muy simbólica, el despacho del Comandante, donde la vida de centenares de judíos dependen de la mera firma de un expediente; y bajo ello y en contraste, las vivas flores de ese jardín que representa la ilusoria vida de los prisioneros del campo. También, cómo no, hay que mencionar el trabajo con los títeres de los actores, representando esas escenas idílicas salidas de la mente del Comandante para simular una perfecta normalidad. Solo alguna falta de ritmo puntual y el recurso audiovisual de la primera escena, que me pareció superfluo e incluso entorpecedor, ponen una nota discordante al montaje. Y es que Himmelweg es una cita teatral de obligada asistencia; no solo por el alto valor del montaje, sino también por la rabiosa vigencia del texto: no muy lejos de aquí, los campamentos de refugiados establecen nexos con lo relatado.

HIMMELWEB, CAMINO DEL CIELO

Autor: Juan Mayorga Dirección: Raimon Molins Intérpretes: Elena Rayos, Raimon Molins y Guillem Gefaell Vestuario: Gloria Viguez

Iluminación: Coré Rodríguez & Raimon Molins

A partir de una idea original de David Valero Vídeo: Joan Rodón Espacio sonoro: Raimon Molins Escenografía: Mireia Trias Construcción de títeres: Mireia Trias y Montse Gallego Fotografía: Cristina Sánchez Diseño gráfico: Ariadna Fígols Producción: Atrium Produccions

TEATRO FERNÁN GÓMEZ. MADRID

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