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  • Foto del escritorNacho León

'Moscú (3.442 Km)': Catarsis


Moscú (3.442 km)

¿Qué es Moscú? Moscú no es solo una ciudad; es un ideal. Es un objetivo, una meta. Es todo aquello que anhelamos, soñamos, deseamos, aquello a lo que aspiramos, una simple posibilidad remota… pero que sin embargo, no llegamos a alcanzar. Es más, la mayoría de las veces, ni siquiera llegamos a emprender el camino. ¿Por qué? Por pereza, por inseguridad, por miedo, por angustia, por racionalizar en exceso, o simplemente, porque nunca es el momento. Y así se nos pasa la vida. Y Moscú sigue ahí; como una quimera.

La compañía La Trapecista Autómata nos trae Moscú (3.442 km), o lo que es lo mismo, la distancia que hay entre la capital rusa y Madrid, pero también la distancia entre uno y la felicidad. Es muy difícil hacer un montaje tan personal, y a la vez tan reconocible, tan trascendente, y a la vez tan humano, tan profundo y sencillo; tan amargo y amable. Partiendo de la historia de las Tres hermanas, de Chéjov, de la que toman su planteamiento inicial y sus personajes principales, la obra se plantea como una libre reinterpretación del clásico ruso, como una especie de reflexión teatralizada sobre el texto matriz y sus dilemas. Gracias a una brillante dirección por parte de Patricia Benedicto, asistimos a un espectáculo lleno de vitalidad, que apuesta por los contrastes, que apela constantemente a nuestro lado más sensitivo, pero sin caer en sensiblería fácil, cargado de simbolismo, de reflexión sobre la vida, sobre el amor, sobre el paso del tiempo, sobre los sueños frustrados, sobre el sentido de la vida,… y todo esto con un humor y un desenfado que hacen al espectador disfrutar de cada instante de la representación.

En el apartado de interpretaciones, estas se nos presentan frescas, atrevidas, y equilibradas a la perfección en un espectáculo en el que, no es que se rompa la cuarta pared, es que no existe desde el minuto uno, llevando las convenciones teatrales al extremo, pero de forma natural y honesta. La acción nos envuelve y nos abraza, gracias a unos actores que están a la altura en cada momento, con una simpatía desbordante, y con numerosos detalles sutiles y evocadores, marcando el ritmo a su antojo, en el que nos llevan de la mano, acompañándolos en su viaje por el tiempo y el espacio. Porque es esta la sensación que uno se lleva al salir de este espectáculo; haber asistido a una reunión con amigos, haber compartido una experiencia junto a los intérpretes, unas vivencias de la que nos han hecho partícipes.

La puesta en escena es muy efectiva, con un diseño del espacio de un gusto exquisito, elementos sugestivos de efectos sinestésicos, una plástica visual cuidada hasta en los más pequeños detalles, y un resultado final que llena el escenario de imágenes sugerentes, que nos sumerge en un ambiente onírico, y a la vez muy real, distante en el espacio y el tiempo, y a la vez muy cercano; un lugar para la reflexión, el disfrute, la angustia, y la esperanza.

¿Existe realmente Moscú? Puede que no, y esto es lo más crudo. Pero aunque la realidad que nos plantea la obra resulte dura por momentos, y la sensación general pueda ser amarga, pues amargo es el sentir cómo se te escapa la vida y tus aspiraciones quedan igual de lejos que al principio, el regusto final que deja es amable, positivo, pues se deja la puerta abierta a la esperanza. Bajo esa capa agria, siempre subyace un fondo optimista, de despertar a la vida, pues nunca es demasiado tarde para abrazar de nuevo tus sueños, y luchar por ellos.

MOSCÚ (3.442 KM)

Autora y directora: Patricia Benedicto

Intérpretes: Elena Corral, Laura Lorenzo y Antonio Lafuente

Escenografía y vestuario: Lúa Testa

Diseño de luces y espacio sonoro: Juanjo de los Ríos

Diseño de cartel y dossier: Nelson Galtero

Producción y distribución: La Trapecista Autómata

NAVE 73. MADRID

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