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Historias entrelazadas



Blanca desvelada

Siempre siento cierta curiosidad cuando espectáculos de factura catalana desembarcan en Madrid. Como siempre, me gusta reivindicar (y recordar) que existe mucho más allá del (demasiadas veces) desabrido teatro capitalino: bien sabemos todos que el teatro catalán despunta con espectáculos que, en su gran mayoría, no llegan hasta aquí. Una lástima; sobre esto y otros menesteres, ya hablaba aquí: El teatro capitalino. Pero volviendo al tema que nos concierne, en esta ocasión, la función se llamaba Blanca desvelada y unía su factura catalana a un atractivo regusto andaluz propugnado por Alejandra Jiménez Cascón, la creadora de este espectáculo unipersonal, que también protagoniza con maestría.

Y es que Alejandra es el tronco, la corteza, las raíces y las ramas de Blanca desvelada, que cuenta la historia de dos mujeres, una encerrada en una cárcel franquista tras el final de la Guerra Civil, y otra en nuestro tiempo, unidas por un vínculo que conoceremos durante los 75 minutos del espectáculo. Creo que no miento si digo que la historia de Blanca desvelada es una historia contada ya muchas veces antes; tampoco creo que mienta si añado que el empleo de la espiritualidad en esta historia (usemos un término que no “desvele” demasiado sobre la trama), cercano al artificio, busca de forma deliberada y sin máscaras arañar los sentimientos y dejar la razón a un lado: no seducen a mi paladar las historias que recurren a un sentimentalismo exacerbado, como en este caso.

Sin embargo, uno no puede hacer más que disfrutar ante el recital que Alejandra Jiménez orquesta, interpretando con solvencia todos y cada uno de la docena de personajes que surcan el escenario; todos con una cadencia vocal y corporal bien diferenciada, sin problemas para visualizarlos y escucharlos por parte del espectador en ningún momento: ni siquiera en las conversaciones que Alejandra tiene con cada uno de los personajes. Y así, a pesar de que en ocasiones los tejidos de la historia quieran rasgarse, ella vuelve a zurcir los retales ágilmente para mantener la tensión dramática durante todo el espectáculo, consiguiendo la risa, el interés, el enternecimiento e, incluso, la empatía ante ese personaje, Blanca, la protagonista de nuestros tiempos: una sevillana que vaga desnortada por Barcelona, malviviendo con monólogos en antros de poca monta y cargando con demasiadas losas: hay que quitarse también el sombrero ante la actriz en las escenas carcelarias, interpretando a Carmen, con quien Blanca sueña recurrentemente. De igual forma, es de destacar la dirección de Montse Bonet, que consigue un espectáculo dinámico y palpitante, con unas transiciones resueltas con verdadera mano experta: un trabajo impecable. Asimismo, la escenografía de Mónica Gálvez, sencilla pero profundamente poética, potencia sobremanera el espectáculo, dando cabida a todos los lugares por los que los personajes de Blanca desvelada discurren; también el diseño lumínico de Natàlia Ramos resulta atractivo.

Blanca desvelada es original y cautivadora no por lo que cuenta, sino por su forma de contar lo que cuenta; un trabajo muy personal e íntimo que apuesta por el trabajo teatral puro, que podrá conmover más o menos a cada asistente dependiendo del bagaje del propio espectador, pero que sin duda merece el aplauso por su valentía.

BLANCA DESVELADA

Autora e intérprete: Alejandra Jiménez Cascón

Dirección: Montse Bonet​

Diseño de luces y sonido: Natàlia Ramos

Composición de banda sonora: Enric Espinet y Miquel Farré

Diseño de escenografía y vestuario: Mónica Gálvez

Producción: Natàlia Boronat

TEATRO FERNÁN GÓMEZ. MADRID

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