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'Peceras': La poética de lo brutal

  • Foto del escritor: Nacho León
    Nacho León
  • 20 oct 2016
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 13 jun 2019


Peceras

Sin duda, Carlos Be es uno de esos autores/directores que no te dejan indiferente. Es de esa generación de teatreros que lleva por bandera la innovación, la búsqueda de nuevos lenguajes, nuevas formas de hablarnos de lo que ya se ha hablado mil veces… y sin embargo siguen encontrando perspectivas renovadas y diferentes. El maltrato, el abuso de poder, el silencio y la insensibilización ante la violencia, pueden resultarnos temas recurrentes, pero difícilmente nos los presentarán de forma tan directa, cruda, clara, y a la vez perturbadora.

Es Peceras un espectáculo brutal, y la vez sutil. Brutal, por la violencia con que se manifiesta, y sutil por las reflexiones que provoca en el espectador, durante, y sobre todo después de la obra. Y digo sobre todo después, porque durante, estamos en shock, intentando digerir lo que vemos, forzándonos a hacer juicios de valor, tratando de tomar posiciones; pero es en la posterior digestión y análisis de nuestras propias reacciones y sensaciones, donde viene lo demoledor.

Con gran habilidad, Carlos Be nos introduce desde el principio en esa atmósfera de incomodidad. De no saber bien lo que está pasando, y a la vez sentirnos parte del espectáculo; un invitado más de esta peculiar fiesta. De forma inteligente se nos presentan los personajes (interpretaciones sobresalientes las tres), de manera que empatizamos rápidamente con ellos, y a pesar de que progresivamente empiezan a resultarnos desagradables, removiéndonos en nuestro asiento en un clima que se enturbia por momentos, nos cuesta abandonar esa simpatía que sentimos por ellos. Es por eso que el golpe, el choque de sensaciones encontradas, es más fuerte. Porque no hay que confiarse; en esta fiesta nada es lo que parece. Y todo esto con una puesta en escena sobria, sencilla, directa. Sin escenografía, sin juegos especiales de luces, sin mobiliario, sin una gran trama enrevesada, sin grandes giros dramatúrgicos… No los busca. Ni los necesita. Peceras es un horno donde la atmósfera densa gobierna a sus anchas. No puedes arrellanarte en la butaca, porque la sorpresa, el disgusto, la rabia, puede brotar en cualquier momento, fría, certera, implacable. La tensión es constante en el espectador, pues las interpelaciones al público son continuas. La obra te grita a la cara, te cuestiona, te remueve, te interpela, te da una bofetada de realidad, te obliga a decidir si actúas… o callas.

El montaje apenas si nos deja respiros, pues nos machaca constantemente, en las entrañas, dejando imposible la indiferencia, cuestionándonos directamente, provocando que tomemos partido, mentalmente, pero también físicamente, con nuestro silencio. Y cuando nos paramos a reflexionar, tras la función, cuando el “peligro” ya ha pasado y nos encontramos a solas con nuestros pensamientos, eso es lo más desgarrador. El silencio. Porque las cosas pasan en nuestras narices, las injusticias, la violencia, el horror, y permanecemos en silencio. Como el que mira a través del cristal una pecera. O de un teatro. Y callamos.

PECERAS

Autor y director: Carlos Be

Intérpretes: Fran Arráez, Carmen Mayordomo e Iván Ugalde

Vestuario: Antoni Delgado

Coreografía: Elisa Morris

Producción: The Zombie Company

TEATRO LARA. MADRID

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