Y para tí, ¿el Amor es un agujero negro?
- Redacción
- 16 oct 2016
- 3 Min. de lectura

El escenario a oscuras, una linterna, una actriz (Laura de la Vega, que con su voz y su simple cara iluminada es capaz de hacernos sentir en un estado de paz y caos al mismo tiempo envidiable, muy propio de un agujero negro, supongo) y una confesión. Una descripción perfecta y cuidada de lo que suponen los agujeros negros. Así comienza El síndrome de los agujeros negros, la última producción de Pasoazorín Teatro que tuve la gran suerte de ver en el espacio perfecto, por su disposición a dos bandas, para esta representación: la sala La Nao 8.
¿Qué es para ti un agujero negro? ¿Quizá la vida es un agujero negro? ¿O el Amor? Quizá eres de esas personas que piensa que el Amor es un agujero negro, un gran agujero que absorbe todo aquello y a toda aquella persona que encuentra a su paso. En esta pieza teatral dirigida con una genialidad, una frescura y una técnica depurada por Ramón Paso, se muestran diferentes situaciones en las que el Amor es el protagonista, pero el Amor en su definición más pura, salvaje y obsesiva.
Cuatro situaciones que muestran las emociones de las que menos se habla en público, y siempre en nombre del Amor. Cuatro escenas que mutan, incluso se repiten, como un auténtico agujero negro. Cuatro escenas representadas en un “espacio vacío”, sin escenografía, exceptuando dos sillas que mutan igual que las historias, igual que las actrices que las portan, que las descolocan y que las vuelven a colocar. Cuatro escenas en las que los sentimientos se ven reflejados en el color de las camisetas que visten las actrices: azul, rojo, morado y negro. Porque hay personas que son tan sensibles, que son capaces de ver a las personas y a las emociones de un color determinado. Sólo hay que remitirse al texto: “¿Y tú, de color me ves?”.
Una puesta en escena sencilla y brillante que me hace ver que hay esperanza, que a veces es posible ver interpretaciones que no necesitan de nada más: cuatro duelos de a dos, un texto cuidado, documentado e irreverente, escrito desde las entrañas y no desde las normas establecidas. Yo, sinceramente, creo que con esos elementos, no hace falta nada más.
El síndrome de los agujeros negros es un grito, un grito desgarrador e íntimo que hace vibrar a las personas que están en el público y que, en diversas ocasiones, se revuelven en su butaca debido a la sinceridad y la falta de corrección del texto, la situación y las interpretaciones de las actrices.
Es un grito y una apuesta clara, una confesión: el Amor puede salvar el mundo, el Amor puede salvarnos, incluso, de los agujeros negros, sólo hay que saber dejarse llevar porque, cito textualmente: “la vida consiste en dejarse llevar”.
¡No puedes perder la oportunidad de ver a seis actrices, seis mujeres que demuestran el poder de las actrices jóvenes que vienen pisando fuerte en la escena off. O, al menos, ven a descubrir y a dejarte llevar, ven a sentir el síndrome de los agujeros negros en primera persona y siente una frase bastante repetida en la función: “Yo me respeto”.
EL SÍNDROME DE LOS AGUJEROS NEGROS
Autores: Ramón Paso, Sandra Pedraz Decker y Marta Mangado
Dirección: Ramón Paso
Intérpretes: Ana Azorín, Inés Kerzan, Ángela Peirat, Laura de la Vega, Jennifer Rubio y Elena Ribeiro
Iluminación: Pilar Velasco
Vestuario: Sandra Pedraz Decker
Fotografía: María Jordán
Ayudantes de dirección: Blanca Azorín y Daniel San Miguel
Producción: Pasoazorín Teatro
LA NAO 8. MADRID.
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