Todo el mundo tiene tu nariz. Tropiezo una y otra vez con ella por la calle. Hasta un famoso cantante parece habértela robado, si bien sobre su cuello redondo resulta ambigua y seca y en cambio, se erige como un edificio alto y delgado en el centro de tu cara. Hay un placer grande en ir encontrándote con la punta de los zapatos y una necesidad de náufrago en hacértelo saber. Esto entendí el pasado fin de semana. A cada quien su chaleco salvavidas.
El teatro Alfil rebosaba. Era domingo y bajo la luz rojiza de la media tarde, la entrada parecía una tienda de dulces o una rifa de regalos. Sobre el escenario, una pila de sillas dispuestas de tal manera y con tal precisión, que no parecía una pila de sillas. Es curioso cómo se puede montar un espectáculo verbal fascinante en torno a la urgencia de comunicarnos, con tan pocos elementos. El autor del texto podría ser un mago, porque su habilidad para sorprender no tiene límites ni parece conocerlos y junto a sus cuatro actores, haciendo mancuerna durante más de una hora, salen bien librados del desafío de mantenernos vivos y entretenidos, como si de cuidadores infantiles se tratasen.
Cuatro actores asomados al borde de la comedia intacta, sin olor a marchito, como una fiesta serena. Cuatro actores jugando con nosotros, creando apenas con su voz, con sus brazos, con todo su cuerpo, un paisaje claro que se nos presenta a lo largo de distintas escenas independientes entre sí. Cuatro actores que funcionan como columna dórica y vertebral de un montaje que se antoja fluido y disperso por momentos, pero que funciona en conjunto. Cuatro actores cuya cantidad de recursos apabullaría a una navaja multiusos.
Desconozco si son ustedes, lectores, de lengua rápida y gusto afilado, pero no deberían perderse La necesidad del náufrago, porque a fin de cuentas, el futuro es volver a casa con la sensación de haber presenciado un indiscutible acto de fantasía. Y tal cosa va a ser cierta. ¡Acudan en masa a comprobarlo!
Respecto a ti, no hay nadie con tus ojos todavía. Eso sí es un problema de narices.
LA NECESIDAD DEL NÁUFRAGO Autor y director: Pablo Canosales Intérpretes: Diego Cabarcos, Víctor Nacarino, Javier Prieto y Carmen Valverde Ayudante de dirección: Silvia Acosta Escenografía y vestuario: Tania Tajadura Ayudante escenografía: Laura Costero Diseño de iluminación: Antonio Cabrera Música y espacio sonoro: Eusebio López Producción: Sieteatro Producciones / SerieTeatro Producciones. Fotografía: 8887STUDIO Compañía: Sieteatro Producciones TEATRO ALFIL. MADRID.
* Consultar horarios con la sala.