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  • Foto del escritorNacho León

'iME': 'Smartcomedy'


iME

Una cafetería. Un bar. Un salón de una casa. Un compromiso familiar, una quedada de amigos, una reunión de trabajo. Bebidas encima de la mesa. Cabezas agachadas. Ambiente de normalidad. Silencio. ¿Incomunicación? Telecomunicación. Fácilmente reconocemos esta escena, ya cotidiana en nuestra sociedad, en la que los protagonistas exclusivos son los iPhones, smartphones, tablets, y demás sistemas con conexión a internet. Las nuevas tecnologías avanzan a un ritmo vertiginoso, tanto como varían las maneras que tiene el ser humano de relacionarse con sus semejantes. Los sistemas cada vez están más integrados, los aparatos son ya casi una extensión de nosotros mismos. La comunicación es, día a día, más “mediata”. Pero… ¿podría llegar a convertirse en nuestro único medio de contacto con los demás?

iMe nos sitúa en un futuro hipotético (¿o no tanto?) en el que cada ser humano posee un dispositivo incorporado en su cuerpo, el iMe, con el que realiza absolutamente todas las funciones del día a día, reduciendo el contacto personal directo prácticamente a cero. Cosas tan cotidianas como hacer la compra, abrir la puerta de casa, caminar por la calle, o incluso tener sexo, dejan de realizarse de forma analógica, dependiendo cien por cien del soporte digital. Sin embargo, un día, los servidores caen, la tecnología falla, y el soporte desaparece durante horas. Tras esta debacle, y aunque les parezca impensable, a los habitantes de este universo solo les queda una salida. La comunicación a la antigua usanza.

En este paso del orden al desorden pululan los cuatro personajes, que intentan sobrellevar el caos generado, cada uno a su manera. Poco a poco, la curiosidad y la empatía superan al miedo, y los protagonistas comienzan un redescubrimiento de su entorno, que no es más que un redescubrimiento de sí mismos y de su sociedad. Sin embargo, tras es el desorden, no vuelve el orden que esperaban los Programadores Integrales (paradigma de la clase dirigente), es decir, el mundo en el que la expresión de las emociones y el contacto directo derivan en una cooperación mutua, una solidaridad entre la gente que desemboca en una organización racional, teniendo en cuenta lo aprendido con los años (ausencia de guerras y conflictos). No. Surge un nuevo orden, descontrolado, primitivo, dominado por la fuerza bruta, y en el que las emociones están a flor de piel, y estallan sin control.

El montaje, hábilmente escrito y dirigido por Roc Esquius, nos sumerge en el mundo de las relaciones humanas, y de cómo los medios que utilizamos para comunicarnos, no son más que un refugio, un escudo que nos protege de involucrarnos excesivamente con nuestro entorno, convirtiendo las relaciones interpersonales en interacciones distantes, asépticas. Como dice uno de los personajes, sin redes sociales no podríamos controlar lo que queremos que los demás sepan de nosotros, violando nuestra intimidad. Pero eso que nosotros elegimos mostrar… ¿somos nosotros mismos? ¿O solo una máscara que envuelve el miedo a estar demasiado expuestos? La obra nos plantea una reflexión profunda y continuada, pero sin hacerse árida ni densa, disfrazada de comedia ligera y fresca, que nos hace sonreír, y a la vez nos sobrecoge. El dinamismo del texto, así como una acertada dirección, confiere a la obra un ritmo que nos permite transitar por las emociones de los personajes casi sin darnos cuenta, quizás con algunos momentos en los que la trama entra en bucle, pero con un final enternecedor, y la vez estremecedor.

Las interpretaciones rayan a buen nivel, destacando la de Mireia Pàmies, que con su actuación desenfadada y llena de matices, nos hace conectar con una chica apasionada, sensible y pizpireta, llena de ternura e ingenuidad, esa ingenuidad de alguien que descubre el mundo por primera vez, o mejor dicho, lo redescubre con nuevos ojos; sin pantalla de por medio, ni prejuicios adquiridos. Asimismo, la escenografía es sugerida. Sugerida porque no existe, pero se entiende. No es necesaria, la ponen los actores con su interpretación, y el clima generado. Tan solo tres sofás que se convierten en cama, confieren a la escena una elegancia y sobriedad, con un toque futurista, que entronca perfectamente con el espíritu del texto.

Se nos antoja corta la obra, por todo el jugo que se podría sacar a un punto de partida tan ambicioso como el que nos presenta iMe. Un planteamiento valiente, atrevido, que se moja, que reflexiona. Eso sí, con mucho sentido del humor. Humor inteligente. Smartcomedy.

iME

Autor y director: Roc Esquius

Intérpretes: Núria Deulofeu, Roc Esquius, Isidre Montserrat y Mireia Pàmies

Escenografía: Muntsa Codina Audiovisuales: Víctor Duque Música: Bernat Mestre y Josep Sánchez-Rico Diseño gráfico: Muntsa Codina Producción: Companyia Dara Producción ejecutiva: Anna Juncadella

TEATROS LUCHANA. MADRID

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