Siempre es grato asistir a la representación de un Molière. En George Dandin, una de sus obras menos representadas en España, se nos muestra un tema recurrente del autor: el ataque a la hipocresía de la sociedad; cebándose, en concreto, con las altas esferas. Así, asistimos a la historia de un nuevo rico, un burgués de provincias llamado George Dandin, que, casado una chica noble en un matrimonio de conveniencia orquestado por sus padres, los barones de Sotenville, necesitados éstos de dinero para mantener su posición aristocrática, sufre el adulterio de su joven esposa con un vizconde desde el mismo principio de la acción; sin embargo, en un juego de enredos, el marido cornudo (y apaleado) se ve completamente imposibilitado para demostrárselo a los barones y, de esta forma, obtener reparaciones.
Era ésta una situación común en la Francia, y Europa, de Molière: aristócratas que, entendiendo indigno el trabajar para alguien de su posición, arreglaban sus penurias económicas vinculándose con acaudalados burgueses, nuevos ricos provistos de un buen sustento económico, los cuales estaban deseosos de avanzar socialmente, de convertirse en parte de esa beatiful people: Molière se burla de ambos sin piedad, con afilada pluma. Por otro lado, es curioso ver en un texto del s. XVII una defensa tan encendida del derecho de la mujer a escoger su destino; en este caso, la joven esposa del nuevo rico: en aquel momento, serviría para hacer las delicias de sus contemporáneos, divertidos ante la perspectiva de la mujer de decidir por sí misma. Hoy, toma un cariz completamente distinto y reivindicativo.
Así, con estas pautas, Hernán Gené nos trae una revisión fresca y muy ágil sobre el ya de por sí guasón texto. El reputado director argentino (y actor, dramaturgo y docente, hombre de teatro total, premiado en 2005 con el Max al Mejor Espectáculo por su montaje Sobre Horacios y Curiácios) mueve a los siete actores grácilmente por el escenario: las escenas se suceden con dinamismo, en una divertida espiral, cercana al vodevil, que ayuda a impulsar la confusión del marido cornudo. Fiel a su estilo, Hernán Gené centra todo el peso de la obra sobre el trabajo actoral, prescindiendo de toda escenografía (más allá de siete sillas, que permiten que los actores estén siempre en escena) en pos de su potenciación. Sin artificios, el montaje introduce dos elementos muy acertados: un ocurrente juego de luces y, sobre todo, la música en directo. Y es que los actores cantan, tocan diversos instrumentos e introducen toda clase de efectos sonoros que apuntalan el devenir de las escenas y revela el arduo trabajo que este George Dandin tiene a sus espaldas.
La estupenda y bella armonía que el elenco consigue en el apartado musical no se traslada del todo, sin embargo, a ciertos miembros del reparto a nivel interpretativo ni a otros elementos concretos del montaje: algunas escenas están desprovistas de ritmo, desaprovechándose así, desafortunadamente, el dinamismo de las transiciones. Asimismo, muchas líneas de texto se pierden entre finales de frase, aspavientos y velocidades excesivas. En cualquier caso, es especialmente destacable el trabajo de Juan Paños, actor versátil, con una poderosa voz, que además toca el piano, el cajón y el ukelele, ha realizado la composición musical del montaje… ¡E incluso hace magia! (literalmente, con algunas variantes del truco de la moneda): su Clitandro está resuelto con mucha elegancia.
Pese a lo anteriormente dicho, el montaje divierte y entretiene a partes iguales, funciona, ofreciendo un final atípico para una comedia de estas características; un final amargo, con el que el genio francés redondeó, sin lugar a dudas, su George Dandin y que bajo la batuta de Hernán Gené toma vuelo.
GEORGE DANDIN
Autor: Molière
Dirección: Hernán Gené
Intérpretes: Juan Miguel Alcarria, Víctor Antona, Luis del Coto, Elia García, Laura Garmo, Encarna Gómez y Juan Paños
Ayudante de dirección: Rafael Martín
Vestuario: Mónica Florensa
Diseño de iluminación: Juan Miguel Alcarria Herrera
Asesoría vocal: María Herrero
Producción: Estudio Hernán Gené
Prensa: Fátima Saz (MKT-360)
Fotografías: Olga Galindo
EL UMBRAL DE PRIMAVERA. MADRID