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Vedla. ¡Una preciosidad!



Rinconete y Cortadillo

Circunstancias personales han motivado que tardase en asistir a esta función. Eso ha hecho que, previa a la asistencia, leyera muchas opiniones, críticas, comentarios... Absolutamente todos hablaban de su excelencia, sus riesgos, su resultado de creación total…Pero en alguna he percibido matices críticos, sobre si estábamos ante un trabajo de encargo o sobre que, aún presentando un planteamiento de cierto ajuste de cuentas con el creador Cervantes, al final éste se acababa imponiendo.

Pero nada de eso afecta. Por una parte, porque hay que recuperar el verdadero significado de las palabras. La Capilla Sixtina fue un (bendito) encargo. Pero como esto puede sonar a fervorosa hipérbole, que seguro que a Alberto sonroja… También puedo decir que, en cada cumpleaños, yo encargaba para mi madre un fantástico ramillete de amor y flores, que quedó siempre entre sus mejores recuerdos.

¿Y qué hay sobre “matar al padre”? concepto psico-filosófico, sobre la necesidad de rebelarse a las imposiciones y condicionantes, a ese ser humano que en principio nos posee, pero que también nutre nuestra rebeldía.

Por eso, no comparto esos matices de algunos. La crítica es sana, interesante, fructífera… Pero cuando se ejerce para decir algo porque sí… Hay que saber diseccionarla.

Hace un año, también había personas que se preocupaban por entender el titulo de La piedra oscura. Y eso que en la obra se hablaba de muros, lugares de los que era imposible escapar, y que se adivinaban enmohecidos por la cercanía del mar, paredes contra las que pegarse por las arrepentidas decisiones, amores oscuros, e incluso de un manuscrito que con ese nombre, finalmente servía para llenar aquélla historia de la luz inmensa… Que sigue proyectando. Está bien la expresión, la confrontación, y el entendimiento.

Rinconete y Cortadillo, a pesar de su aspecto más ligero que aquélla y otras historias del autor, creo, y ahí está uno de sus grandes valores, es quizás el texto más arriesgado de Conejero. Asumir, en un período en el que se le reclama en tantos ámbitos, una suerte de continuación sobre los personajes de nada menos, Cervantes, en año de centenarias celebraciones, y para una compañía tan definida como Sexpeare… Él que, en lo que es maestro, es en el trabajo de las emociones íntimas, teatro casi poético, más del alma que del gesto… Y lograr lo que ha logrado, es todo un éxito de la máxima categoría.

Porque estudia el lenguaje, lo cómico, lo grotesco de la Historia… Que es la de siempre, consiguiendo momentos que, de brillantes, resultan casi desconcertantes. Anacronismos inteligentes, que van desde mezclar a los muñecos del Moreno, con el rap, con Godot, hasta con el “homocronismo” de unas verduras, el bigote de Barberá, y todos nuestros contemporáneos monipodios/as, que se dan golpes de pecho con una mano, y con la otra guardan sobres, separando, como dice, la FÉ de la HONRA, que no hay por qué mezclarlas. Así ahora que vienen la Semana Santa y el Corpus, seguiremos viéndolos, con palios y mantillas, paseando y llorando Macarenas… Erre que erre… Ere que Ere….

Pero hay mucho más. El amor entre dos hombres, dos amigos que se abrazan porque saben que en algún momento se pueden perder, y que acaban entendiendo que no tienen por qué ajustar cuentas con Cervantes, no hay que matar al padre, que les propició encuentros, les dió una venta andaluza, el verde del campo, y las siestas al sol. Que les dio nombre y gloria. Y sobre todo vida. Lo más.

Y es en ese último tramo de la función donde surge el gran autor que conocemos…El del humanismo poético, el de la necesidad del otro… Logrando entre Salva Bolta y él la congoja por lo que se acaba… Aunque con la alegría de pintarse de payasos mientras tararean el “Haz reír, Haz reír” de Gene Kelly y Donald O´Connor... ¡Mágico!

Dos grandísimos actores, Rulo Pardo y Santiago Molero, hacen un derroche de maestría gestual durante la hora y media de función que, a veces, cuando se contaban sus vidas, nacimientos, padres, llegué a pensar que hasta los sordomudos podrían entender sus relatos. Maravillosos en la comedia y el patetismo, las voces, y el movimiento. Qué grandes actores hay en este país… Si se los mereciera.

Y finalmente, celebrar la estupenda dirección de Salva Bolta, que organiza todo lo referido, y que crea, vemos y oímos, los espacios, la ciudad, y hasta unas campanas iniciales que suenan a puro siglo XVII…

Queda una semana de funciones. Y unas 100 localidades, que cada día se agotan. Hagan agenda. Aunque deseamos que, dadas las características de la función, su sencillez buscada, este espectáculo, como los anteriores de Alberto, pueda encontrar espacios para su reposición. Y podamos volver a gozarlo.

Resumiendo mi sensación, ayer al salir a la noche fría, lo que escribí a mis amigos por guasap: "Vedla. ¡Una preciosidad!"

RINCONETE Y CORTADILLO

Dramaturgia: Alberto Conejero

Dirección: Salva Bolta

Intérpretes: Rulo Pardo y Santiago Molero

Compañía: Sexpeare

Vestuario: Tatiana de Sarabia

Diseño de iluminación: Marino Zabaleta

Realización de escenografía: Sfumato

Música: Mariano Marín

Fotografía: César Urrutia

Asistente de dirección: Jose Carrillo

Producción ejecutiva: Jorge Palomar

Distribución: Cámara Blanca

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