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Foto del escritorRedacción

TRES HERMANAS. Hay que pasarse por allí, y entrar en ese salón.



En esta temporada ya ha habido ocasión de disfrutar con dos de las obras eternas de Antón Chejov. Con dos "acabados" muy diferentes, pero altamente satisfactorios. Porque cuando se trata de Chejov, manejado por creadores que aman realmente el teatro, hay tanta riqueza en los textos y en los personajes, que éstos siempre logran encaramarse al alma del espectador, que acaba por entenderlos, reconociendo esa corriente subterránea que fluye por debajo de la vida lánguida, la afectación, o la alegría forzada: amargura, frustración, melancolía o, como resume Juan Pastor, estupidez. La "estupidez" como incapacidad de reaccionar, de reconocer, por la permanencia en la inacción. La contradicción entre nuestros sueños y nuestra debilidad.

Y si esta fue la percepción ante la gloriosa propuesta que de La Gaviota nos hizo Oskaras Korsunovas, sin más artificio que la estilización y la palabra, en un grandísimo trabajo de sus actores, también es lo que se siente asistiendo a Tres Hermanas que la Compañía del Teatro Guindalera ha estrenado en los Teatros del Canal.

Muchas lecturas, y mucha aventura, en esta propuesta. Y no porque el resultado suponga una ruptura con las creaciones habituales de la compañía ni con la sutileza, los detalles y la maestría de Juan Pastor Millet, aquí también actor, sino por la forma de producción y el sentido de la propuesta.

Este grupo de artistas añoran, como las tres hermanas, su Moscú. Y su Moscú es lo que fueron unos buenos tiempos para el teatro, para la cultura, para la creación libre, para ellos, para nosotros. Por eso, antes de que les sepulte el mal gusto, lo banal, antes de que les desahucien lo sueños… Emprenden este viaje. Y deciden que, advertidos por Chejov, ellos sí van a regresar a Moscú, y mediante la campaña “Producir en compañía”, han realizado captación de mecenazgo, y han organizado talleres sobre el proceso creativo, veladas musicales...Todo ello, más su trabajo, entrega y esfuerzo ha logrado poner en pie, y culminar, este proyecto.

Y ahí también nos tenemos que reconocer. Porque nos está pasando a todos. Los valores "aristos", (del griego, los buenos) la cultura, la educación, se van perdiendo, o nos los están quitando; y lo soportamos, y a veces frivolizamos… Pero el futuro ya está aquí. Y ojalá sea una vida espléndida, como pronostican los protagonistas de la obra, pero que igual ya no nos toca. Como les ocurre a ellos.

Y todo eso, sin discurso, con el puro texto de Chejov, con el buen gusto habitual de la compañía, con el vestuario de Teresa Valentín, y con una escenografía sabiamente polivalente para sugerir inmediatamente los diferentes espacios en que se mueven estas criaturas. Pero por encima de todo, la magia y la emoción de un grupo de actores cohesionados y que se adivinan muy implicados en el resultado final. Y consiguen grandísimas escenas por el tono, el matiz… A veces sólo con un sofá, dos actores, una alfombra, un piano, una melodía eslava en las cuerdas de un violín: grandes Carlos Moreu y María Maria Pastor, Masha y Alexander, cuando casi sin palabras sienten la emoción de la mutua atracción, el dolor en las despedidas finales, la mesa familiar cono punto de reunión, las charlas en voz baja, la imagen de las hermanas desplazadas a una esquina de la escena junto a los enseres desahuciados… Emocionantes las tres, María, Victoria dal Vera y la luz nueva de Ariana Martínez. Y al mismo nivel el resto de personajes. La tierna ama de Aurora Herrero, la defensa que hace Susana Hernáiz del ingrato rol de Natasha… El reparto masculino, sin fisuras. Raúl Fernández, en un Andrei perfectamente entendido y emocionante. José Troncoso es un auténtico impacto en su personaje observador, distanciado, como el más listo del "corral". Como los tiernos enamorados, el de ida, José Bustos, y el de vuelta, José Maya. Un auténtico nivelazo interpretativo. Como el maestro de toda esta ceremonia, Juan Pastor, aquí también actor. Enhorabuena a todos por el logro. En el proyecto, la idea, el trabajo, y el resultado final.

Una fiesta el estreno. Para todos, desde el primero al último de la compañía, que también ha habido un importante trabajo técnico y de producción.

Y una reflexión final. Estaban del 20 al 31 de enero. Han prorrogado una semana, hasta el 7 de febrero. Si se disfruta con el teatro por el que no pasa el tiempo… Si queremos provocar la afición en alguien de nuestro entorno, entender por qué un clásico deviene clásico... O simplemente por el placer de ver un trabajo bien hecho, sin estridencias, pero que continúa haciéndose preguntas, hay que pasarse por allí, y entrar en ese salón.

Un texto tan grande… Como la vida.

Dramaturgia, dirección y espacio escénico: Juan Pastor

Intérpretes: Victoria Dal Vera, María Pastor, Ariana Martínez, Raul Ferández, Susana Hernaiz, Juan Pastor, José Bustos, José Troncoso, José Maya, Carles Moreu y Aurora Herrero

Iluminación: Sergio Balsera

Espacio sonoro: José Bustos, Escuela de Nuevas Músicas

Vestuario y ambientación: Teresa Valentín-Gamazo

Sastra: Noemi Loiti

Asesora de coro: Sonia Herrero

Ayudante de dirección: Aurora Herrero

Adjuntos a la dirección: Maria Pastor, José Bustos y José Troncoso

Producción: Teresa Valentin-Gamazo

Ayudante de producción: José Troncoso

Coordiación técnica: Sergio Balsera y David Benito

Comunicación, prensa y redes: Manuel Benito, Raquel Berini y Alba Quintas

Fotografia: David Benito

TEATROS DEL CANAL. MADRID.

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