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LA RESPIRACIÓN. Respirar para...



Respiramos para vivir, respiramos para amar, respiramos para no morir, respiramos para soportar el desamor. Y el optimismo que transmite La respiración es el de que se necesitan la fantasía, la locura, el sexo, las caricias, los sueños… Para superar el desamor. Respirar para seguir respirando.

Comienza la función con un asana de yoga que nos conciencia del sonido, la presencia, y la fuerza de ese aire. El medio vital. A partir de ahí, una mujer de hoy, Nagore, se dirige al espectador, con el tono de las confidencias y el desahogo, para hacernos partícipes de su soledad, su angustia y su desesperanza. No quiere que la belleza haya huido definitivamente de sus sábanas, ni el cálido rumor, de su hogar. ¿Qué podemos hacer para recuperar la autoestima? ¿Vuelta al hueco materno…Lleno de aire, color, libertad, amigos, canciones…? ¿Es la fantasía el recurso de los abandonados…?

Y todo esto lleno de un humor brillante, quizás el texto con el que más me he divertido entre los de Sanzol. Un humor optimista y lícito, con toques de absurdo, y con ese cómico cinismo que, a veces, es el arma de algunos personajes instalados en su zona de supervivencia. Leí hace poco cómo Mihura mantenía que el humor no se propone enseñar o corregir, sino que sirve “para verle la trampa a todo, y ver por dónde cojean las cosas”.

Y La respiración es el resultado de meses de trabajo de todo el equipo con estos mimbres, y sin un texto inicial cerrado. Una forma de trabajo que ha implicado, entiendo, que el tono, el ritmo, y la propia interpretación hayan ido fijándose al mismo tiempo que avanzaba el proceso creativo. Y eso se percibe. Hay un trabajo de actores personalísimo, viviendo la peripecia y la locura de los personajes como verdaderos padres/creadores de esas criaturas, trabajándolos desde fuera, y participando todos, al mismo tiempo, en la evolución del resto de los caracteres en un crescendo hacia un estupendo nivel de excelencia.

Porque espléndida es la dirección de Sanzol, que consigue con los monólogos y confesiones de una potentísima Nuria Mencía verdaderos momentos de emoción, por la cercanía, o por hacerla espejo que nos refleja. Un verdadero tour de force el suyo, sin abandonr la escena en casi toda la función. Pero además, La respiración brilla cuando los personajes se abren, se confiesan, o enloquecen en la búsqueda coral de algún objeto, a ritmo de puro slapstick. Buenísima evolución la de Martiño Rivas, en un papel ajustado a su estilo y físico, rayando a bastante altura, igual que los otros componentes del reparto: Pau Durá, Pietro Olivera, Camila Viyuela.

Excelente, por citar alguna, esa escena en la clase de gimnasia en que se consigue un fresco y divertido dúo entre Nuria y Martiño. Brillantes los apartados musicales, que funcionan muy bien como transiciones, o recitativos de por dónde va la propuesta.

Y especial mención a la gran Gloria Muñoz, en la madre que quizás, en nuestra reseva mental, nos hubiese gustado tener, con un personaje rotundo que ha llegado ya al punto de entender de qué va esto de vivir. Ella se lo monta bien, y adoctrina. Sabiduría de la madre, y sabiduría de Gloria. Tiene algunas réplicas de absoluto impacto cómico, como ese "Mira que como vaya yo para allá y lo encuentre…" que todos hemos oído alguna vez… Muy total.

Este equipo, como la mayoría de nosotros, sabe lo que es amar, y sabe lo que es el desamor. Y sabe cómo a veces intentamos arreglarlo. Y unas veces sale, y otras, no. Por eso creo que este texto tiene también mucho de exorcismo, de distanciamiento de un dolor pasado, y de celebración de la superación. Aprendiendo a respirar, que es como continuar en el aprendizaje de vivir.

Dramaturgia y dirección: Alfredo Sanzol Intérpretes: Pau Durà, Nuria Mencía, Gloria Muñoz, Pietro Olivera, Martiño Rivas y Camila Viyuela

Música: Fernando Velázquez Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar Diseño de iluminación: Pedro Yagüe Diseño gráfico y fotografías: Javier Naval Ayudante de dirección: Laura Galán Ayudante de producción: Sara Brogueras Producción ejecutiva: Jair Souza-Ferreira Director técnico: Alfonso Ramos Construcción decorado: May Servicios Realización de vestuario: Ángel Domingo y María Calderón Dirección de producción: Nadia Corral y Miguel Cuerdo

Producción: Teatro de la Abadía y Lazona

TEATRO DE LA ABADÍA. MADRID.

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