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Una puta mierda. Así, con todas las letras



Una puta mierda

Continúa después de más de un año desde su estreno, Una puta mierda, de y con Trigo Gómez, dirigido por Camilo Vázquez, pero ahora en una de las salas Off con más tirón del circuito: a finales de enero, programado en el Teatro Lara.

Ha ido acumulando llenos en Sala Nada, enganchando espectadores, y convirtiéndose en un one-man-show vivo, personal, y con “punch”.

Porque es fruto de reflexiones que hoy en día todavía siguen absolutamente vigentes: a estas alturas, ya hemos alcanzado niveles tan ínfimos de educación, de cultura, de dignidad, de honradez… Que solo queda “refundar”, empezando por un nítido posicionamiento personal, como hombres, como individuos. Cada mañana, con la ojera azuleando en el espejo, y mientras las noticias vomitan miseria, tratar de despegarnos un trozo más de la basura con que, día tras día, ahogan nuestro aliento. Que el paso no dude. Que el grito se oiga…

Y por eso, me encantó, hace un año, este trabajo tan elaborado y tan vivido, de Trigo Gomez. Un actor que, en un derroche de entrega, capacidad, preparación, matices, magnetismo… Nos arroja rabia, la hace nuestra, con una versatilidad que nos lleva, de la sorpresa, a la reflexión… Y al hielo en la carcajada. Y es que el teatro también está en tiempos, no por nuevos, menos dolorosos. Tratando de cumplir su función, la del origen. La del foro antiguo, de reunión y reflexión. Y esa es su propuesta: siete personajes reconocibles, tragicómicos como somos, van naciendo ante nuestros ojos, para provocarnos la ternura, la rabia, la conciencia, la risa, y hasta la autocompasión… Aires de Fo… De Bassi... Casi tierno, e impactante en su escatológica sinceridad, el “Moléculas” inicial, que nos invita a coger el tren para un viaje del alma, y que es como el imperceptible instrumento que utiliza el neocapitalismo del miedo… Luego, ese trágico modelo, en borrachera eterna, para, al menos, lograr protagonizar una campaña contra el consumo etílico…Y sublime ese ciudadano que se levanta cada mañana con el pelo en punta, la ojera puesta, y con continuo dolor de cabeza… Y nos cuenta por qué… Y el porqué de su ¡YA NO MÁS…!

Y todo ello sólo con un poco de maquillaje y un pequeño espejo de camerino al fondo, donde vamos viendo el rostro del actor, y su instantánea, pero eficacísima, transformación en el nuevo personaje que viene a arrollarnos… Desnudo y sin artificio. Que sí, que algunos ya ha hecho esto… Pero es que Trigo/Rodrigo sobre todo es un gran actor, al que en 2015 he seguido encontrándome en muchos otros escenarios y personajes: náufrago en Batavia, desesperanzado empleado en The Flick, lector dramatizado de Pulp Fiction, viviendo la aparición del AIDS en The Normal Heart, retozando comicidad en el juguete cómico-sexual Vooyeur...

Teatro con medios modestos, pero rico en los resultados, y en el derroche de implicación. Teatro a apoyar siempre… Donde esté… Buscando presencia, y buscándose la vida. Desde mi modesto posicionamiento personal, lo cuento, y lo recomiendo. El ciclo vital, contra el que no pueden nada las gentes miserables, siempre trae un tiempo nuevo. Y tiene que ser el tiempo de la dignidad. Un tiempo en que desaparezca la escarcha… De los jardines, y de las almas.

UNA PUTA MIERDA

Dramaturgia e interpretación: Trigo Gómez

Dirección: Camilo Vásquez

Música: Fernando Álvarez

TEATRO LARA. MADRID

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