top of page
  • Foto del escritorRedacción

INSOLACIÓN. Profundo fresco amoroso.



Es muy común, a la hora de poner en escena textos anteriores al teatro contemporáneo (entendiendo como tal el del siglo XX), que el respeto por esos autores y cierta visión historicista de las cosas avasalle con la verdadera vida que había (hay) en esas palabras. Abunda lo rígido, lo engolado, lo impostado. Y un recurso habitual es el de traer al presente esas historias, o el de convertirlas en alegatos de cualquier cosa, cuando en realidad se traten de algo mucho más sencillo, aunque no por eso más simple.

Luis Luque ha querido evitar eso, y ha optado por la visión más sincera de las cosas, aquella que evita cualquiera de los peligros de adaptar esta clase de textos y acabar por dejarlos inertes. Luque prefiere aportar una mirada honesta con los ojos de un romántico, evita el costumbrismo y refuerza la universalidad del amor como tema, y la sencillez de su planteamiento y su puesta en escena consiguen hacer de Insolación un alegato anti discursivo sobre la alegría de vivir, de amar y de ser amado.

Insolación gustará a muchos, a todos, me aventuro a decir, pues evita cualquier pretensión trascendente y no disfraza su trama o su imagen de arrebatos contemporáneos. Tampoco da lecturas evidentes sobre su fijación histórica, pues la trascendencia del recorrido de su protagonista (tan asociados a el carácter femenino y feminista de su autora Emilia Pardo Bazán), se ve en sus actos, no se fuerza en sus palabras; y por eso, Insolación se acaba convirtiendo en un ligero pero profundo fresco amoroso, una suerte cruce entre Oscar Wilde con Jane Austen pero a la española, y que no se avergüenza de su carácter romántico, lúdico, luminoso.

Es la sutil apuesta de estilo de Luque, acompañada de mínimos elementos escénicos (los bellísimos vestuarios de Almudena Rodríguez, la atmósfera sonora de Luis Miguel Cobo, y la como siempre hipnótica luz de Juan Gómez-Cornejo), lo que arropan el otro gran dulce que funde Luis Luque en esta delicia: su dirección de actores. Términos políglotas y tan manidos como charm, savoire-faire, timing o chemistry, parecen existir para revalorizarse en las interpretaciones del cuarteto que forman María Adánez, Chema León, José Manuel Poga y Pepa Rus, pues lo que hacen está en las antípodas de la impostura. Si Chema León saca brillo y encanto a un personaje que fácilmente podría haber caído en lo gris; Pepa Rus se mueve como un genio en los registros tiernos y cómicos de forma que parece haber nacido para ellos. Y ahí están la pareja romántica de María Adánez y José Manuel Poga, que sin renunciar a la ironía, llevan toda la función como dos estrellas de aquellas comedias del Hollywood dorado: para que uno se enamore del otro, es necesario que toda la audiencia se enamore de ellos, y lo consiguen, vaya si lo consiguen… Cuando termina la Insolación, quieres quedarte con ellos, con la hermosura y la limpieza de sus miradas, con el ingenio de sus palabras y sus encuentros, con la sensualidad y la ternura de sus manos… En definitiva, Luque y su equipo han conseguido contagiarte esa alegría de vivir, de amar y de ser amado.

Dirección: Luis Luque

Versión: Pedro Villora

Intérpretes: María Adánez, Chema León, José Manuel Poga y Pepa Rus

Escenografía: Mónica Boromello

Vestuario: Almudena Rodríguez

Iluminación: Juan Gómez-Cornejo

Música: Luis Miguel Cobo

Coreografía: Mattia Ruso

Ayudantes de dirección: Eduardo Mayo y Hugo Nieto

Cartel: Isidro Ferrer

Fotos: Luis Malibrán

Producción: Producciones Faraute

TEATRO MARÍA GUERRERO. MADRID.

3 visualizaciones
bottom of page