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EXCÍTAME (EL CRIMEN DE LEOPOLD Y LOEB). Considerando que... Y se comprometen a...



Excítame

Recta final del musical Excítame (El crimen de Leopold y Loeb) en el Club Capitol de Barcelona. La sala Rubianes acoge desde el pasado 7 de octubre y hasta el próximo día 1 de noviembre esta pieza teatral que se estrenó originariamente en 2003, en el Midtown International Theatre Festival para ser transferida posteriormente al Off-Broadway, representándose en el York! entre mayo y agosto de 2005, siendo Stephen Dolginoff (el propio autor) el encargado de interpretar al Leopold protagonista, papel que en la producción que nos ocupa retoma Alejandro de los Santos.

A nivel regional Thrill Me: The Leopold & Loeb Story ha contado con más de un centenar de producciones, además de conseguir el eco internacional con montajes en Seoul, Atenas, Melbourne, Tokyo, Datteln (Alemania), Londres (y posterior gira por Reino Unido) y Madrid. Esta última puesta, estrenada la temporada pasada en el Teatro Fernán Gómez y en el Nuevo Alcalá respectivamente, es la que ha girado hasta llegar a la ciudad condal. Con estos datos, no hay duda que el musical despierta interés allí por donde pasa, ya sea por parte del público o de los profesionales, que ven algo que contar en esta historia y quieren compartirlo con los espectadores.

Intercambio de roles y manipulación serían las dos premisas sobre las que se vertebra el esqueleto de la trama. Basado en la historia real de Nathan Leopold y Richard Loeb, los denominados thrill killers, nos trasladamos al Chicago de 1958, donde el primero de los dos criminales (de los Santos) asistirá al fallo para la consecución de la libertad condicional tras pasar más de treinta años en prisión por el asesinato de un joven en 1924. La acción, perpetrada por su arrogante amante Richard Loeb (David Tortosa) permitirá que la historia se cuente a modo de flashback para examinar la relación entre Nathan y Richard, dos inteligentes estudiantes de derecho aspirantes a abogado. El primero priorizará la obsesión erótico amorosa que siente hacia su semejante sin dejar de cuestionarse las implicaciones morales de sus acciones, mientras que el segundo, absorto en su particular aplicación de la teoría del Superhombre de Nietzsche, creerá estar por encima de la ley y cometerá pequeños actos corruptos cada vez de mayor impacto hasta llegar a su último e ¿injustificable? crimen.

¿Cuál es la verdadera transgresión y quién el culpable? La idea de Dolginoff no es tanto convertir en musical la historia de este asesinato, sino a partir del caso concreto, radiografiar la relación de posesión y dependencia que se establece entre dos hombres cuyo rol sexual se equipara al liderazgo y hostigamiento que se traduce de su comportamiento cuando interactúan. Si aceptamos que es a través del sexo el modo en que uno se entrega completamente y el otro lo domina totalmente y nos movemos por el deseo y la necesidad de gustar y ser aceptados por nuestro semejante, ¿qué futuro nos espera? El cazador siente la necesidad de cazar pero es la presa la que se entrega voluntariamente. Sin presa no hay cazador satisfecho, así que ¿quién es realmente de la presa? ¿Lo es el uno del otro o cada cual de sí mismo?

No desvelaremos más detalles del desarrollo argumental, pues merece la pena ser descubierto por cada espectador. Además, es cierto que con el tan anunciado e inesperado giro final, la repuesta no tiene mucho margen de interpretación. Lo que llama más la atención de Excítame no es tanto la intimidad del formato de cámara, sino su fisicidad. Sin duda la partitura, así como los diálogos están concebidos en un idioma teatral y musical mucho más contemporáneo que la época que retratan, pues así lo son los planteamientos de la relación entre sus protagonistas. En una primera escucha, puede resultar francamente improbable contextualizar este contenido a través de las canciones, pero dejando los tópicos del género negro de lado, Dolginoff ha realizó un trabajo encomiable.

Como en las buenas ocasiones la historia avanzará a través de las canciones, así como el desarrollo del carácter y las motivaciones e inquietudes de los personajes. Quince canciones, cuya melodía se repetirá en varias ocasiones siendo prácticamente imposible desentrañar que cada una se refiere a una situación o estado anímico concreto durante el momento de la representación. Canciones que acompañan a los intérpretes a ritmo de piano como único instrumento. La historia que a primera vista parecerá un relato criminal trascenderá a su propio género hasta convertir al homicidio en un síndrome sintomático del abuso psíquico, el amor compulsivo, la dependencia sexual, y sí, también de la homofobia. Pero no la que supone la no aceptación de los demás, sino la negación hacia uno mismo. Esta es la aportación musical a la historia, convirtiéndose en indispensable para el resultado final.

Finalmente, el montaje que nos ocupa se adscribe a la extrañeza y desconcierto imperante en el original, creando un espacio sonoro que por momentos parece no querer molestar y que puede llegar a despistar un poco. La elección de Alejandro de los Santos y David Tortosa para encarnar a sus respectivos personajes sigue en esa línea. Aunque es cierto que el giro final parece justificarlo todo, el físico y ademanes del primero resultan quizá demasiado firmes e invulnerables como para encarnar a un joven y, en cambio, Tortosa muestra una estilo (especialmente en la parte vocal) más jovial y despreocupado, demasiado espontáneo como para encarnar a muchacho consciente del efecto que provoca en su compañero y adversario, además de para dominarle de ese modo. Una vez más habrá que esperar al final para que todo cobre sentido. No olvidemos que un personaje tomara conciencia de su historia una vez ya la ha vivido y el otro formará parte de ella, de su pasado.

Un pero importante es que la magnitud y la disposición de la sala donde se exhibe el espectáculo no es el más adecuado para una recepción idónea, ya que el sonido y la iluminación no se aprecian como deberían. A pesar de ello, nos quedamos con todo lo comentado en los párrafos anteriores y, especialmente en cómo Excítame niega cualquier disculpa o glorificación de sus protagonistas, desmenuzando un análisis sociológico de los elementos fundamentales que los encadenan indefectiblemente hacia su destino.

Y, por supuesto, celebramos la iniciativa de todos los implicados, especialmente de Alejandro de los Santos, que han conseguido que Thrill Se me convierta en Excítame y, no sólo eso, sino que este espectáculo gire y se vea en más de una capital o provincia. Hay espectáculos que sirven para perpetuar el género, mientras que hay otros que nos obligan a detenernos en el camino y plantearnos qué es lo que queremos ver (y escuchar) cuando escogemos un musical. Sea cual sea la respuesta, Excítame pertenece al segundo tipo, sin duda el mejor por atrevido y audaz.

Libreto, música y letras: Stephen Dolginoff

Dramaturgia: Pedro Villora y Alejandro de los Santos

Director de escena: José Luis Sixto

Director musical: Aitor Arozamena

Intérpretes: Alejandro de los Santos, David Tortosa, Miguel Ángel Sánchez Bolívar (cover)

Voces en off: Adolfo Fernández, Pedro Casablanc y Miguel del Arco

Escenografía: Asier Sancho

Iluminación: Juanjo Llorens

Sonido: Sandra Vicente

Vestuario: Silvia de Santiago

Producción: Alejandro de los Santos

Diseño de cartel: Javier Naval

CLUB CAPITOL – SALA RUBIANES. BARCELONA

Hasta el 1 de noviembre.

De miércoles a viernes 20:30 h, sábado 18:00 h y 20:30h y domingo 18:00 h.


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