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  • Foto del escritorJesús Andrés Pico Rebollo

El teatro también se lee (y se disfruta en solitario)


XIV Certamen de Teatro “Dramaturgo José Moreno Arenas”

Barcelona, Ediciones Carena, Colección Teatro, n.º 24, 2023, 204 pp.


Tuve el placer de conocer a José Moreno Arenas y descubrir Albolote en 2022. Fue durante la entrega de premios del XIII Certamen de Teatro que lleva su nombre, postergado a causa de la pandemia. Permítaseme decir que fui galardonado en el apartado de Teatro Breve con la primera, y única, por aquel entonces, obra que salió de mi pluma, para ser representada en el Centro Cultural Fernando de los Ríos, en la entrañable localidad granadina, donde se estrenan las obras ganadoras del Certamen. No soy hombre dedicado al teatro. La poesía ocupa la mayor parte de mi producción hasta la fecha. La narrativa y la dramaturgia lo hacen en menor medida. Creo que algún otro poeta hay en el palmarés, pero me cabe el honor de ser el único que figura con una “ópera prima” dramática.


Conocer a José Moreno Arenas, a los componentes de Karma Teatro, a autores que sí escriben teatro para que se lea y se represente, a actores, a mujeres y hombres relacionados con esta faceta literaria y artística, personas fantásticas que me aceptaron como uno más, me hizo sentirme, también, teatrero. Cuando José me pidió esta reseña para el libro del siguiente certamen, me sentí halagado y feliz porque de manera muy amable y gentil me estaba dando el beneplácito y bienvenida a la gran familia de la farándula.


Digamos, de entrada, que estamos ante un certamen de teatro breve y teatro mínimo,

y el volumen nos presenta los textos ganadores y accésits de las dos modalidades, junto a un par de piezas del propio José Moreno Arenas. Yo he disfrutado con su lectura doblemente: cuando cayó el libro en mis manos en Barcelona, y al releerlo para pergeñar esta reseña. Y es que estamos ante unos textos realmente a la altura que el Certamen de Teatro Breve y Mínimo de Albolote requiere. Un certamen ya consolidado y referente en estas modalidades (las dramáticas) que son minoritarias en el mundo de los premios literarios y, por ello, de excelente calidad.


La creación breve, la obra mínima, siempre ha estado presente en la literatura de todos los tiempos. Pero en el siglo XX cobra fuerza para llegar como una explosión de potencia

plena a nuestro tiempo. Los poemas se adelgazan (hay magníficas composiciones de un solo verso), el cuento se comprime en el escaso corsé del microrrelato y el clásico entremés se transforma, por ejemplo, en pulga. Este tipo de literatura exige gran pericia por parte del autor para desarrollar con gran economía de palabras una trama mínima y completa de sentido, una obra acabada y redonda que atrape a lectores y, como es el caso, espectadores.


De todos los géneros, el dramático es el más completo porque involucra a autores, lectores, intérpretes y público. En el teatro corto, conciso, instantáneo, nos topamos con varias categorías —a cuál más atrayente— correspondiéndose con su duración: teatro breve, teatro mínimo —como los premios recogidos en este volumen—, pero también las conocidas pulgas popularizadas por José Moreno Arenas y otras composiciones que no enumero por no hacerme prolijo. José Moreno Arenas, para los que gustamos del teatro (y quien lo descubra ahora se dará cuenta de ello), es un autor imprescindible dentro de la dramaturgia moderna en general y del teatro mínimo en particular. Por ello el certamen que lleva su nombre ha despertado inusitado interés entre quienes, en mayor o menor medida, nos involucramos en este mundo misterioso de la escena para contemplarnos a nosotros mismos sobre el proscenio de los sueños representados por otros y para otros. El Certamen, pues, goza de muy buena salud y va ya por la catorcena edición que, modestamente, glosa y comenta la presente recensión.


Tras la presentación de Antonia Guerrero, concejal de cultura de Albolote, localidad que tuve el placer de descubrir y caminar en la anterior edición del premio, patria chica de José Moreno Arenas y epicentro de importantes terremotos culturales a lo largo del año, el prólogo de Miguel Ángel Bolaños, hombre muy vinculado al teatro, viene a ratificar las buenas impresiones y gratos sedimentos que la lectura de los textos ha decantado en mi espíritu, un prólogo que, junto a las apreciaciones del jurado, es de obligada lectura para adentrarse con fruición en los textos ofrecidos y que paso a comentar brevemente:


En primer lugar, en la modalidad de teatro breve, nos hallamos ante una tragedia poética, como destaca el jurado, una obra humana y realista que bien podría darse en cualquiera de las muchas villas que desaparecieron bajo las aguas del progreso y que ahora resurgen como fantasmas acuciados por la sequía, para recordarnos la fragilidad del ser humano y el engaño al que los poderosos de todos los tiempos recurren para mantener su estatus. Un anciano se resiste a abandonar la casa donde vive ante la inminente llegada del agua que anegará su mundo y apagará el fuego de su hogar. Pantano, de Tono Saló, autor barcelonés a quien tuve el placer de conocer durante la presentación en la Ciudad Condal de Federico, de viu en viu, traducción al catalán, hecha por Genís Campillo, de Federico, en carne viva, obra reciente de José Moreno Arenas, es, y coincido con Miguel Ángel Bolaños, una fábula que nos posiciona ante la pérdida de los sueños y de la utopía, un drama al que nos vemos abocados en un mundo donde los valores tradicionales son anegados por la modernidad mal entendida y el poder anquilosado e impuesto, incluso a quienes son agentes y garantes del cumplimiento de las leyes. Merecido, sin duda, el premio de Teatro Breve a esta obra tan metafórica como real.


Prólogo a nada, del sevillano Javier Berger Díaz, que obtuvo el Primer Accésit, demuestra ya, desde la elección de los personajes, una declaración de intenciones para hacer metaliteratura, magia con las palabras, como apunta Bolaños, teatro dentro del teatro, acercándolo al público con guiños y complicidades: el teatro va más allá y más acá de una representación clásica y los grandes dramaturgos (estoy pensando en Lorca y el teatro bajo la arena) consideran su obra más meritoria aquella difícil o imposible de representar. Quizás la nada sea esa obra.Y los dos personajes anónimos que la prologan y representan, de manera muy original y transgresora, en esta pieza de teatro al desnudo, seamos todos nosotros.


Con ritmo endiablado, uno se introduce de lleno en la mejor novela negra o en un thriller original, a decir del prologuista, al penetrar en el living de El cuerpo del delito, del argentino Diego Pereira, que colma con esta trama cualquier expectativa de acción trepidante y crítica mordaz, dando un giro inesperado al desarrollo de la misma y dejando un poso de amarga realidad en los subyugados lectores. Con ella obtuvo el Segundo Accésit del Certamen. Certamen que tiene la virtud de reunir modos y maneras dispares y muy válidos, de ver y escribir teatro, como se aprecia en estos tres primeros textos.


En la modalidad de teatro mínimo, el asombro ante el buen hacer de los autores se muestra patente ante el texto ganador, Elena cimarrona, del murciano Miguel Galindo

Abellán, en el que el jurado destaca la originalidad de su trama y la calidad literaria. En él, un solo personaje en busca de la libertad, en un soliloquio memorable y arquetípico, atrapa al lector entre sus patas obrando una original metamorfosis totalmente creíble.


En el primer accésit, En la galería de arte, un hombre de teatro, el jienense Tomás Afán

(dramaturgo, director, actor) desmonta con humor la prepotencia de ciertos prebostes, que en realidad son gañanes que pasan por entendidos en un mundo en el que el arte depende, como siempre ocurrió, del gusto de palurdos enriquecidos para sobrevivir por galerías, colecciones privadas y exposiciones, so pena de convertirse en una compraventa de baratijas.


En Pareja de baile, segundo accésit, Antonio Cremades Cascales, alicantino, de manera

original nos va introduciendo en el rico interior de la pareja protagonista desde que traban conocimiento hasta el final abierto de esta tragicomedia en cinco pasos de baile. Quien alguna vez ha pisado una academia para aprender a mover los pies con cierta soltura, como es mi caso, sentirá la música al compás de esta coreografía de la soledad y se imaginará futuras representaciones finamente orquestadas.


Y como brillante colofón nos adentramos en dos obras de José Moreno Arenas:


El currículum, donde reaparecen dos personajes de otra pieza breve, El atraco, que sus lectores recordarán gratamente, junto a otros comparsas que representan a las fuerzas vivas de la sociedad. Con agudeza y gracejo realiza una crítica mordaz a los estamentos que nos gobiernan y amparan. Es, a decir de Miguel Ángel Bolaños, “Un delirio maravilloso, jocoso y que toma partido por algo que nunca se nos debe hurtar: el humor, siempre el humor”. Porque con humor se dicen las verdades, las bárbaras, terribles, amorosas crueldades… Y, para cerrar el volumen, El encuentro, una de sus celebradas pulgas dramáticas, donde el dramaturgo alboloteño, sin abandonar el humor, rinde culto a la herramienta de su oficio, la palabra y el diálogo. Dos obras que, con la sola mención de su autor, sugieren lo que otorgan con creces.


En fin, pululan por estas páginas distintos estilos, autores de acá y de allende el océano, unos más conocidos que otros, todos de sobrada calidad, para disfrute de lectores y espectadores (el lector, de alguna manera, es espectador al imaginarse la trama y los actores que la representan sobre el papel).


Espero que se nutran y gocen con este libro, que disfruten sus textos tanto como yo lo he hecho al releerlos para esta breve reseña. Son ocho creaciones de varia factura que muestran la amplia y compleja realidad del ser humano en un mundo que se transforma sobre el escenario donde el humor, la crítica y la libertad, como la vida misma, nos envuelven, atrapan y hacen reflexionar.


Y cuando caiga el telón en su lugar de lectura (el teatro también se lee y se disfruta en solitario), una sonrisa de satisfacción se dibujará en su semblante semejante a la que desborda el mío cuando acabo de escribir esta reseña con el inconmensurable gozo de la lectura de estas breves joyas en la complacida mirada.


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