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Borja de Diego: Entender al otro, entender a Judas


Borja de Diego

La primera vez que comenté a alguien de mi entorno que iba a escribir sobre Judas Iscariote, me soltó: «Pero es el malo, ¿no?». Este prejuicio tan franco me hizo pensar en cuál sería la mejor forma de acercarme al personaje, porque yo no quería hablar del malo, ni del bueno, sino de Judas.


No estoy bautizado. Siempre he entrado en los templos sintiéndome un extraño. Mis padres decidieron criarme al margen de todo fervor religioso, pero no su cultura, así que desde pequeño estudié Religión, y crecí por tanto con las historias y héroes del Antiguo y Nuevo Testamento. Siento ajenos los templos, las figuras, los ritos, pero no las historias. Sus mitos (espero que se me entienda bien) son también mis mitos. En consecuencia, buscar a Judas era para mí una forma de volver a ellos.


Primero acudí a los Evangelios canónicos y no encontré gran cosa. Judas aparecía, pero desde poco antes de llegar a la Pasión, y prácticamente sólo para eso. Los evangelistas se habían olvidado de la pregunta que más me interesaba: ¿por qué? ¿qué lleva a Judas a cometer la mayor traición de la Historia? No es una decisión fácil. No es algo que se pueda hacer como si tal cosa, sin que a uno le tiemble la conciencia. Busqué la respuesta en su propio testimonio, el Evangelio de Judas. Me recordé a mí mismo en 2006, con 18 años, cuando leí que National Geographic había restaurado el manuscrito y me sentía profundamente emocionado por la idea de que un hallazgo pudiera cambiar el mundo tal y como lo veíamos. Trece años después pude leerlo, pero sólo encontré la certeza de quien obedece a una petición. Ni siquiera: a una orden. El discípulo servía a su maestro y yo seguía sin respuesta.


El proceso de documentación me fue dando detalles que me parecían reveladores para conocer tanto a Jesús como a Judas. Podía así ir tramando poco a poco, con la esperanza de poder aclararme a mí mismo en algún momento esa duda: ¿qué puede llevar a una persona a tomar una decisión como ésa? ¿cómo sacrificar a un ser querido? Porque Jesús para Judas, después de tanto tiempo, tenía que ser al menos un ser querido. Pensé en la amistad, pensé en la eutanasia, pensé en el amor y, cuando ya no sabía cómo contestar a la pregunta, me di cuenta de que probablemente Judas tampoco tendría la respuesta.


El peso de Judas
Fotografía: Salvi GIl

Decidimos entre Jose Chía (el actor que lo iba a encarnar), Antonio Doblas (el director) y yo, tripulantes de esa balsa que es toda producción teatral, convertir la duda en torbellino y dejar a Judas en el centro. Para acercarnos a él con ojos nuevos busqué semejanzas con Cristo. Me lancé en busca de su propio Getsemaní: un hombre reza atormentado en un jardín, aunque podría ser un huerto; ese hombre es Judas, pero podría ser Jesús. A ojos de la noche todos los gatos son pardos, todos los hombres están perdidos. Este no tiene claro qué debe hacer. No sabe por qué Jesús lo ha señalado entre sus compañeros. No sabe qué espera de él. Tampoco está de acuerdo con lo que ha pasado, ni comparte todo lo que hace Jesús. Las cosas del libre albedrío. No tiene por qué compartirlo todo. Puede amarlo y a veces odiarlo, porque el amor es eso: amar y no entender, amar y querer entender, amar y sufrir, amar y aprender, amar y respetar, amar y muchas cosas más, pero al final, y al principio, y también por el medio, amar.


Para acercarme a Judas y mirarlo con ojos nuevos busqué los suyos. Me pregunté cómo podía contarnos él su primer encuentro con Jesús, su elección junto a los demás apóstoles, la relación con sus hermanos y aquellos episodios que conocemos tan bien, pero desde el punto de vista del rabí. Me pregunté, por ejemplo, por un milagro suyo; porque los apóstoles hicieron milagros, y puede que también Judas. Me pregunté qué podría sentir Judas al saber que sus manos habían obrado lo imposible, y qué sentiría después, al darle la espalda a Jesús tras vivir todo aquello.


Quería mirar a Judas a los ojos. Quería que el espectador lo mirara conmigo y viera antes que nada a un hombre. Un hombre llamado Judas, con una historia que todos conocemos, o más bien creemos conocer, pero él merece contarla sin que lo hayamos condenado de antemano. Quería partir de esa idea tan obvia de que juega un papel clave (sin traición no hay entrega, sin entrega no hay crucifixión, no hay sacrificio, ni salvación) en el destino de Jesús, sin olvidarnos de algo no menos razonable como es que bajo la capa del traidor hay un hombre cargado de dudas y que, como todos, intenta escapar de la incertidumbre.


Quise entonces darle voz. Lo lancé contra la tierra de ese jardín, ese huerto, esa fosa, esa cárcel; intenté descargar sobre sus hombros todo el peso que puede acarrear la conciencia, la angustia, la responsabilidad, el miedo. Y el amor, también. Puse todo aquello sobre sus hombros y lo empujé contra el suelo, contra el barro, pero Judas se levantó. Volví a hacerlo y volvió a levantarse. Por mucho peso que cargara, intentaba recomponerse una y otra vez. Cuanto más peso ponía, más empujaba él hacia arriba, y por ese resquicio se escapó su voz. Y con ella, (creo) la poesía.


EL PESO DE JUDAS

Texto: Borja de Diego

Dirección y escenografía: Antonio Doblas

Judas: José Chía

Música: Jasio Velasco

Iluminación: Fernando G. Novelles

Asesoramiento de vestuario: Rocío Chía

Diseño gráfico: Salvi Gil

Producción: Julio Erostarbe (GNP) y Leticia Arbide (La Made Teatro)


El peso de Judas se representará los días 18 y 19 de octubre dentro del ciclo A cielo abierto en el Centro Cerámica Triana, en Sevilla. Más información y entradas: ICAS Cultura en Sevilla


Borja de Diego (1988, Sevilla) es escritor, licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, autor de El leñador de sombras y otros cuentos (Ediciones en Huida, 2010), el poemario Barro (Ediciones en Huida, 2013) y la obra dramática Cartas (Editorial Anantes, 2014).


Como dramaturgo ha estrenado varias obras, entre las que destacan ¿Dónde estaré esta noche?, El peso de Judas y Homo político (retablo de la decadencia política en España). Además, ha escrito y estrenado varias piezas breves, como La mujer del muerto, Esperaba a la muerte sentada o El Ministerio corrupto del Tiempo, todas estrenadas en Microteatro por Dinero.


Como periodista, actualmente es redactor en Medina Media. Ha trabajado en la revista El Giraldillo y ha firmado críticas escénicas y musicales para varias revistas. También ha trabajado como guionista para la Asociación de Escritoras y Escritores Cinematográficos de Andalucía dentro de las galas de los Premios ASECAN del Cine Andaluz (ediciones 2015-19), así como de los Premios Lorca (ediciones 2016-19), que reconocen la excelencia en las artes escénicas andaluzas.


Textos suyos han sido recogidos en antologías como Poetas en el camino (Ed. Fran Nuño, 2008), Árbol talado que retoña (El Páramo, 2009) o La vida por delante. Antología de jóvenes poetas andaluces (Ediciones en Huida, 2012). Sus textos también han sido incluidos en revistas literarias como Manual de Lecturas Rápidas para la Supervivencia, Margen Cero o Bar Sobia. Cofundador de La Maraña y La Hora Azul, con estos grupos ha llevado la poesía a la escena combinándola con otras disciplinas como la música, el teatro o las artes audiovisuales.


Perfil de autor en la Asociación de Autores de Teatro (AAT)

Blog personal: Bitároca en Llamas


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