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Javier Gomá: "Un proyecto literario tiene que nacer de un cierto enamoramiento interior”



Javier Gomá

Es uno de los pensadores de referencia, un filósofo que baja a la calle, que planta cara a la realidad, que se enfrenta. Inconsolable es un monólogo, una catarsis, una obra de teatro, una reflexión, una exhortación; una, en definitiva, magnífica aventura vivida a quemarropa.

Javier Gomá pone las cartas sobre la mesa y la cuenta a bocajarro.

Inconsolable ha tenido vida propia, ha saltado de un periódico a la escena, entremedias ha sido libro y lectura dramatizada.

Es un aventura bastante bonita, creo yo, para vivirla e, incluso, para contarlo.

Usted no es un hombre de teatro.

No, no lo soy. No he estado nunca en círculos o ambientes teatrales. Yo, lo que sí soy es hombre de literatura.

¿Un filósofo que hace teatro?

Siempre he considerado que mi verdadera vocación es literaria. De hecho, la filosofía es literatura conceptual. La palabra filosofía incluye el concepto de amor y, en ese amor, late una vocación literaria, late una visión de unas ideas, unos sentimientos y unas emociones que, se pueden o quieren transmitir, mediante una estrategia de comunicación de ideas y sentimientos.

Que no necesariamente tiene que ser…

El ensayo. De hecho -te hablo desde mi vivencia- el salto de lo estrictamente filosófico a la escritura dramática no es antinatural, al contrario, si concibes que todo es literatura es algo tan anodino como si alguien escribe una novela y luego escribe un poema. Así fue en mi caso.

¿De la noche a la mañana?

¡Noooo! Siempre he tenido en cuenta la presencia de la obra dramática. La conozco y la he practicado como personaje público; quizás conozcas uno de mis libros, Filosofía mundana, sobre el mundo, para todo el mundo y con un poco de todo el mundo. Esa experiencia está directamente relacionada con la administración de la atención que es propia del teatro.

Como lo están las clases y las conferencias.

Claro, a lo anterior súmale mi experiencia como conferenciante. He dado cientos de conferencias e intervenciones equivalentes, donde uno siempre tiene que tener en cuenta al público. Si es que verdaderamente es orador y no una persona que se dedica, quizás, a llamar la atención de otra gente, que eso es típico de España.

(risas) "Preparaos, que os vais a enterar".

(risas) Eso, "Preparaos porque habéis cometido el error de venir a este acto y voy a coger vuestra atención y voy a intentar machacarla sádicamente".

"Ahora vais a pagar...".

"… por vuestra temeridad al poneros frente mí". Aunque haya un poco de tópico en el cliché del orador anglosajón que sabe cómo entretener y como transmitir amenidad y el español que es más… lo que tu acabas de decir (risas).

Y usted, ¿qué tipo de orador es?

Yo creo que he aprendido -y espero no equivocarme- las leyes de la oralidad y siempre, cuando he dado una conferencia, he tenido presente que tenía delante un montón de personas que habían tenido la amabilidad de venir a verme y que tenía que intentar conseguir que se lo pasasen bien con ideas y conceptos, sí, pero que se lo pasasen bien. Y además partiendo del convencimiento absoluto de que la gente, el ciudadano normal está sediento de ideas, de emociones, de interpretaciones, en suma, de acontecimientos que sirvan para mejorar su vida.

Solo necesita que se las cuenten.

En mi experiencia eso, y no otra cosa, es divulgar. Porque la divulgación no puede, ni debe ser vulgarización. No, divulgar es ofrecer lo mejor de tus ideas y lo mejor de tus intuiciones, emociones... Y sí, es verdad que lo haces por el mundo y para todo el mundo y sobre el mundo. Al final la gente lo demanda.

Y toda experiencia la utilizó…

… en un monólogo que escribí, más o menos como me dio la gana, entre mayo y junio del año pasado. Y luego aparece, como sabes, en portada de un periódico.

¿Cómo llegó hasta allí?

El Mundo me pidió un artículo y les dije que no tenía nada salvo un monólogo dramático; se lo ofrezco y cometen la proeza -o insensatez- de publicarlo. Y ni siquiera como separata sino en las páginas de Cultura y sin una "percha" informativa de la que colgarlo. ¡Siete páginas a tres columnas en la edición dominical!


Javier Gomá

Se publicó sin avisar, Out of the blue.

Sí, salió de la nada. En un periódico que ponle que venda 150.000 ejemplares y que tenga una difusión del doble, de unos 300 mil, pues si solo el 10 % lo leyeron tuvo unos 30.000 mil, lo que supuso que muchas personas se pusieran en contacto conmigo y, entre ellas, alguien que me hizo particularmente feliz, el director del Centro Dramático Nacional.

Ernesto Caballero.

Quien, después de hacer una análisis profundo de la obra y darme un abrazo me dice: "Javier, ¿te plantearías o considerarías programar tu obra en el CDN?". Y me lo dijo teniendo en cuenta que la programación no solo estaba cerrada sino presentada públicamente unas semanas antes.

¿Y a partir de ahí?

Iniciamos una conversación telefónica en agosto -que se ha prolongado durante un año- y tras un intenso trabajo con su equipo técnico añadió, con la temporada ya cerrada, una función más, el monólogo Inconsolable a partir del 28 de junio.

Y, entre medias, el monólogo se había publicado como uno de los textos de La imagen de tu vida, un libro que ha agotado tres ediciones.

Sí, creo que la vida de este texto es una historia muy bonita porque nace, además, de un acontecimiento luctuoso: el fallecimiento de mi padre. El texto es su expresión pública.

Inconsolable es un monólogo muy narrativo: hay flashbacks, historias paralelas, digresiones, peripecias en suma.

Gracias, creo que he tenido la vocación de contar una historia. No quería dar una conferencia en la que se dicen cosas pero no pasan cosas en ella. Se viene con la verdad ya empaquetada. Pero en la obra dramática no se dicen cosas, pasan cosas en escena. La diferencia es radical.

Las "cosas" que pasan son sus vivencias.

Sí, en este sentido el espectáculo es muy real. El protagonista se define por sus vivencias y sus recuerdos, que no se sabe si son inventados o reales.

Y que le desbordan.

Cierto, y después del colapso. Y son el punto de partida de un itinerario en el que aparecerá un desconocido y habrá una reconciliación.

Es curioso que a esta función el público acuda "leído" de casa.

Sí, y creo que es un hecho, si no único, poco frecuente, al menos en la historia del teatro reciente. Dada la difusión del texto mucha gente no va a conocerlo sino a reconocerlo, algo que eleva, enormemente, el nivel de exigencia.

No es un texto ni al uso, ni a la moda, ni de actualidad.

Algo de eso piensa Ernesto Caballero quien, el otro día, me dijo que lo que más le ha gustado de Inconsolable es que sea diferente al teatro mainstream, lleno de tópicos y de collages de los muy reconocibles estereotipos que hoy funcionan con el gran público.

Inconsolable es un gran llanto de Pleberio.

Sí, en cierto sentido lo es. Tiene algo de auto sacramental, de literatura ejemplar. Y la puesta en escena tiene mucho de austera, como un camino personal.

La prosa no es coloquial.

Tiene un en estilo elevado, que es un concepto que a mí me gusta mucho. Se fundó en el siglo XVI, luego decayó y quizás, bajo ciertas condiciones, se podría volver a restaurar aún en esta época en la que la veracidad del lenguaje coloquial y audiovisual se impone, cuando, en realidad, lo que pasa por coloquial es, meramente, un lenguaje vulgar o, sencillamente, pobre.

En el fondo, sainetero y costumbrista de siglo XXI.

Sí, lo es, pero en monólogo el personaje que Fernando ha hecho verosímil no le dice a su padre, a mi padre, "¡Coño, joder, padre! ¡Eres jodidamente adorable!". No, no uso el fucking tan en boga.


Fernando Cayo en Inconsolable

Fernando Cayo en Inconsolable

¿No teme caer en una prosa amanerada?

No, utilizo el lenguaje literario, decididamente literario que, por otra parte, tiene que ser natural, no un lenguaje arcaico ni de laboratorio. Es un lenguaje culto pero que todo el mundo entiende, hasta mi hija de 14 años que estuvo en el estreno. Pero, al mismo tiempo, mi lenguaje tiene una vocación de refinamiento, una cierta pretensión literaria.

Le habrán dicho que hay poca ficción en la obra.

Comprendo que quienes me conozcan pueden pensar que Inconsolable se alimenta totalmente de mí, y que el padre que aparece es mi padre, y que el hijo soy yo, y que los hermanos son mis hermanos y la mujer y la hija son las mías.

¿Y no es así?

¡Claro! ¡Lo es! ¡Totalmente cierto!

¡Y esto me lo dice quien denuncia la "literatura maleducada"!

(risas) Todo en la obra tiene un lado irónico. Este aspecto era muy importante. Incluso, si te acuerdas, al final del monólogo el protagonista dice que ha traicionado sus altas miras.

Y se acusa de "excesivismo".

Y es que es verdad porque tengo una tendencia personal a ser excesivo. Admito que tengo una herida de hijo y mi duelo ha sido excesivo pero es que además la crítica me parecería fundada si uno no se la hace a sí mismo. En ese caso bien que me podrían decir, con toda la razón del mundo: "Oye, estás exagerando, a todo el mundo se le muere el padre y no se pone así. ¿De qué te extrañas si ya era mayor?".

Lo convierte en material literario.

Y vital. En la obra el padre dice que hay que adaptarse así, que, en fin, yo me anticipo, como hago en mi propia vida, a las críticas fundadas en un exceso que también pretende ser artístico.

Tampoco le valen para el dolor las "pomadas psicosociales".

(risas) Para una herida metafísica. Es como aquello que se dice en la obra sobre curar un cáncer de garganta soplándole la piel.

Inconsolable no es un vómito.

Es curioso, Luis, porque por una parte es verdad que nace de mis vivencias pero, por otra, hay una voluntad de hallar una salida de -como usted dice- no vomitar: ni mis traumas, ni mi propia infancia o, como es habitual, hacer terapia con el público, expulsar mis demonios interiores. No, ese no es mi problema, ni la razón de ser del texto.

¿Cuál es?

Si yo dijera cosas que solo a mí me conciernen caería en esa especie de subjetivismo exhibicionista del que me quería apartar. Y en esta obra, en cambio, lo que me interesaba era hacer un itinerario exaltado por esa herida de hijo y esa intensidad que ayuda a poner palabras que a lo mejor de otra forma, a lo mejor, no se encuentran. Un itinerario, además, que pueda ser universal en el sentido de que cualquiera pueda seguirlo y aceptarlo… o no.

Y que, en cualquier caso, no sea anodino, no deje indiferente.

Sí, aparte del testimonio de muchísima gente con veteranía tengo el de docenas de personas que me dicen "Con esto recuperamos un teatro que no es puro entretenimiento, ni pura expresividad".

¿Qué es?

Es un teatro catarsis. Quien va al espectáculo sale un poco transformado y eso es un poco la finalidad antigua del teatro. Ernesto Caballero, el director de la obra, me mandó un mensaje que decía: "Javier, se acerca gente y no para darme la enhorabuena sino para darme las gracias".

Es muy revelador.

Lo es. Indica que no solo hay un reconocimiento a un trabajo artístico, que puede ser bueno o malo, sino que la obra ayuda a pensar en la imagen de la vida de tu propio padre y en la imagen de la vida que dejarás a tus propios hijos.

Esta obra pone a prueba en práctica su concepto de ejemplaridad.

Así es, así es. A la salida del estreno una persona se me acercó y me dijo, con una expresión que me parece acertada: "Salgo con la sensación de que tengo que mejorar". Con Inconsolable Intento que el espectador se plantee los conflictos que se plantean en la obra y de que nazca el deseo de mejorar, de adaptarse a lo que ocurre.


Inconsolable

Inconsolable

Nadie sale de la obra diciendo "tengo los deberes hechos".

No. Y eso es bonito. Al menos para mí es bonito. En un momento de la obra se dice: "Todavía estoy a tiempo de mejorar, convertir el duelo en tarea moral". Es un teatro que no solo conmueve sino que ayuda.

Es un teatro moral. Le cito: "Quizá el duelo no sea otra cosa que aprender a pensar en la pérdida de la persona amada sin pena y sin culpa". La clave es poner el dedo en la llaga hasta asumir e interiorizar la ausencia del padre y convertirlo en presencia; en, por así decirlo, "llevarlo puesto".

Exactamente Me encanta que tu también lo veas así, que hayamos tenido esa coincidencia. Me gusta saber que te ha transformado e interesado el texto, que te haya llegado de esa manera.

De alguna manera Inconsolable supone, para usted, un privilegio: contemplar desde fuera su propia tragedia, como si le hubiera pasado a otro, y ese otro es usted.

Es cierto y es posible gracias al grado de compenetración que Ernesto y yo hemos logrado. Personas con diferentes edades, diferentes historias hemos logrado una compenetración intelectual, intuitiva y artística que ha sido algo mágico, algo a lo que se ha añadido Fernando Cayo.

¿Inconsolable tendrá continuidad?

Bueno, es parte de lo que yo llamo "filosofía en escena". Una idea que llevo un tiempo manejando y que se rompió y desbarató por la irrupción un poco loca del monólogo y no sé, me gustaría que…

O dicho de otra manera, cuando emprendo un proyecto literario tiene que salir de dentro y nacer de un cierto enamoramiento interior que lleva a crearlo. Por otro lado rechazo los voluntarismos, eso de "aprovecha este momento para hacer esto o lo otro".

Así que por ahora…

Yo lo que quiero es disfrutar tranquilamente de esta aventura que para mí aún no ha acabado. Quiero apurar hasta el fondo esta experiencia que empezó en la pantalla de mi ordenador y de ahí al escenario del primer teatro de España.

Sin solución de continuidad.

Sí, saltándome todas las etapas intermedias con lo cual supongo que habré hecho “infelices” a muchísimas personas.

De eso no le quepa la menor duda.

Por lo que me cuentan hay, lógicamente, alguna protesta sorda y callada y alguna explícita del tipo "¿Por qué a este individuo se le abren de par en par todas las puertas sin pasar por todas las previas? ¿Por qué a tanta gente con tantos premios y tantas obras y reconocimientos no?

No deja de ser una forma de reconocimiento.

Que habrá generado su desconcierto o hipotensión. Que no va a evitar que siga disfrutando de Inconsolable. Que empezará una gira por España y, quizás, se traduzca al inglés para, tal vez, su estreno en Nueva York.

Será, está siendo, un gran viaje…

Retratos de Javier Gomá: Wikimedia Commons

Fotografías de Inconsolable: MarcosGPunto para el CDN

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