Juanma Pina: "Huir hacia delante es muy terapéutico"
- Redacción
- 20 ene 2017
- 11 Min. de lectura

En Madrid, si quieres ser alguien, si quieres ver y que te vean es obligatorio visitar la peluquería Cortacabeza, el sitio del recreo, el jardín de las delicias, el patio de su casa de Juanma Pina, quien ha dejado testimonio de sus avatares en una trilogía – Lavar, marcar y enterrar, No hay mejor defensa que un buen tinte y la reciente Rulos, el origen – que se ha convertido en un fenómeno del off y el on. Aptas para hipsters y abuelitas, posmodernos y preconciliares por igual. Juanma Pina nos cuenta cómo todo se originó un día que salió a la calle a buscar la forma de subir nota.
Todo surgió de un trabajo académico.
Sí, en las navidades del 2013, como trabajo de investigación para una asignatura del doctorado en Historia y Teoría del Teatro de la Universidad Complutense de Madrid, escribí un texto cuya finalidad era agotar todas las posibilidades dramáticas que ofrecería un local real, utilizando sus distintos espacios, atrezo, iluminación… etc.
Y escogió una peluquería.
Sí, elegí la antigua peluquería Cortacabeza de la calle Corredera Baja de San Pablo y, meses más tarde, se unieron al proyecto los actores Victoria Mora, Mario Alberto Díez, Juan Caballero y Danai Querol. Ensayamos la obra en ese espacio durante varias semanas y la estrenamos el 1 de mayo del 2014.
Casi como un juego.
Sí, lo que en un principio serían seis representaciones se convirtieron en sesenta, y lo que pretendía ser una obra de teatro de "cercanía" para treinta personas por función pasó a ser teatro en un espacio convencional cuando nos trasladamos al Teatro Príncipe Gran Vía - 700 butacas - dos meses después de haber estrenado en la peluquería. Del OFF al ON con los mismos secadores y espejos, ya que nos llevamos parte del mobiliario de Cortacabeza con nosostros.
Dicen los que saben que en su teatro hay influencias de Almodóvar y de Tarantino. Y es verdad pero yo, que no se tanto, veo influencias (en el mejor sentido de la palabra) de las españoladas. De hecho el póster de ¡Caray con el divorcio! es toda una reivindicación del (gran) Mariano Ozores.
Mi generación ha disfrutado de ese cine español que algunas veces se menosprecia con el termino "españolada". Ya sé que este no es el caso. Adoro el landismo y sus derivados. Me encantan los actores que participaban en esas películas y muchas son autenticas comedias del absurdo con escenas fantásticas que no tienen nada que envidiar a las películas de Cukor o Wilder.
Y es que hay mucho en sus personajes de los pobres españolitos que sueñan con dar su Atraco a las tres.
¡Una de mis películas de referencia! Hay algo en las historias de aquellos desesperados que intentan hacer algo por encima de sus posibilidades que me atrae muchísimo. Es verdad que esta trilogía está llena de personajes que algunos llamarían "perdedores" porque se atreven a enfrentarse a sus miedos y están dispuestos a fracasar. Me aburren las historias de valientes triunfadores. Quizá sea esa la causa por la que últimamente solo escribo comedias.
En sus comedias a los personajes el escenario se les queda corto.
Hemos transformado la sala Lola Membrives del Teatro Lara en una peluquería. No queríamos que nuestro salón fuese solo lo que convencionamente es el espacio escénico – ese lugar frente al público que está iluminado - sino que queríamos convertir cada rincón en nuestra peculiar Cortacabeza: baño, escaleras, salidas de emergencia, columnas… etc. No hay nada que sea del teatro.
Usan toda la sala como un gran elemento escénico.
Todo se lo hemos robado para que forme parte de nuestra escenografía. El público está rodeado de peluquería y los personajes se comunican envolviéndole con sus diálogos. Todo ocurre cerca sin molestarle. Creo que convertimos a cada espectador en un inocente voyeur.
Es que no desaprovechan la oportunidad de romper la cuarta pared.
Yo siempre digo que no rompemos la cuarta pared sino que la movemos al fondo de la sala. La colocamos detrás de nuestro público. Los personajes de esta trilogía no se dirigen al público como público sino como personajes mudos a su misma altura.
Hay mucho de vodevil, de screwball y slapstick en sus aceleradas y muy físicas comedias.
Yo me considero dramaturgo. Escribo texto, diálogos, frases que mis personajes se arrojan unos a otros o utilizan para acariciarse. Sin embargo, la mayoría de mis escenas las sueño junto a los movimientos que acompañarán a las palabras. Eso hace que sean muy físicas y que no haya diálogo sin su partitura de gestos. Los actores con los que suelo trabajar tienen también esta forma de trabajar. Juntos creamos ese ritmo palabra+gesto que caracterizará a cada personaje.
A lo largo de la trilogía el público estalla en carcajadas acá y allí, en risas allá y aquí, pero se pasa las funciones con la sonrisa ininterrumpida, feliz y plácida, de oreja a oreja, sin que nunca decaiga. Es todo un logro digno de la auténtica y gran comedia.
Gracias. Estoy de acuerdo contigo. Es muy fácil - o al menos más fácil - hacer estallar una caracajada pero más complicado mantener una sonrisa en el público. Esto último solo lo consigue una comedia en la que el público reconozca unos personajes, empatice y se deje conquistar por ellos escena tras escena. Es como cuando miras a alguien al que te une el cariño y que sabes que en cualquier momento te hará disfrutar. La caracajada te pilla por sorpresa. La sonrisa no. Tú la ofreces cuando quieres. Es un regalo del público.

Lavar, marcar y enterrar
Los acordes de White rabbit (uno de los himnos de la psicodelia) reciben a los espectadores de Lavar, marcar y enterrar.
Lavar, marcar y enterrar comienza contando la historia de un secuestro cuando éste ya se ha producido hace horas. El público tiene que subirse a un tren en marcha. White rabbit le ayuda. Le sumerge en la historia. Es como un mantra que te hace comprender la espera de dos peluqueros sentados en una silla mientras dos aspirantes a policía nacional destrozan las paredes de su sótano.
Curiosa elección. Sobre todo porque a sus personajes les encanta cantar y bailar música festiva - Ghostbusters, Born to be alive, I wanna be loved by you -. A poco que se descuiden entran en "efervescencia".
Cada tema que se utiliza en la trilogía cuenta algo del personaje que lo ha elegido. No es banda sonora en el sentido de "música que alguien externo al drama elige" sino música que los personajes escuchan y, con ellos, el público. Gabi adora a Marilyn Monroe y es la música que se escucha en su peluquería y la que ella baila cuando consigue lo que quiere. Born to be alive es el tema musical que Camino lleva en su walkman, con el que conquista a Jon Jon y el que el resto de personajes bailan al final de la obra. Este elemento – igual que el vestuario o la escenografia - intentamos que aporte al texto todo lo que la palabra no consigue. El elemento visual y sonoro es crucial en nuestras comedias.
Otra "afición" de sus personajes es, aunque no salgan de la peluquería, estar en perpetua huida hacia delante.
La trilogía intenta descubrir porque el ser humano es capaz de abandonar sus sueños y dejarse secuestrar por otras personas o los sueños de otros pero también, en un momento de su vida, por qué consigue superar sus miedos y huir. Huir hacia delante, hacia nuevos proyectos, nuevas vidas, es muy terapeútico.
"No escuches, sobre todo no les escuches" dice Rebeca Plaza.
Rebeca Plaza construye dos personajes muy distintos en esta trilogía. En LME da vida a uno de los secuestradores, una joven agobiada por la crisis económica y su crisis personal, que la noche en la que se desarrolla la trama comprenderá que lleva muchos años evitando enfrentarse a sus verdaderos problemas. En Rulos, Rebeca es Camino, una fan de Eva Nasarre cuyo sueño es tener su propio programa de Aerobic en silla en televisión. Aunque es este último personaje el más loco, el más absurdo, ambos están construidos desde la comedia y es un placer disfrutar de Rebeca y de su facilidad para conectar con el público.
Gabriela es su personaje "eje", la Gran Sacerdotisa de la Peluquería Cortacabeza, una superviviente con las cosas muy claras, el humor muy negro y un acendrado sentido de la hospitalidad, digno de la legendaria familia Bates.
Gabriela Cabeza es el personaje central de la trilogía, a partir del cual se desarrollan los argumentos de las tres obras. Ella compra un local en Malasaña y abre su peluquería en el año 1983, en plena movida madrileña. Gabriela – como tú dices - es una superviviente, una mujer fuerte que lucha por su negocio, por mantener su sueño a pesar de todos lo problemas que este le trae. Gabriela sufre la llegada de aquellos que quieren hacer de Malasaña y Chueca un negocio, se enfrenta a su marido y a los amantes de este y sale airosa con la ayuda de su local, una ayuda que se comprenderá al ver la obra y que no podemos desvelar.
Victoria Mora, Olga Hueso, Miriam Díaz Aroca, Carmen Navarro y Elisa Matilla, han encarnado a Gabriela.
Cada una de estas cinco increíbles actrices – orgullo para LME haberlas tenido a todas - ha creado su propia Gabi sin olvidar aquellos aspectos que dibujan al personaje. Nunca hemos querido repetir la misma Gabi a la hora de ensayar con la nueva actriz que se iba incorporando al proyecto en estos cuatro años.
¿Qué ha aportado cada una a Gabriela?
Todas han creado una mujer valiente e irónica pero cada una de las actrices ha aportado diferentes perspectivas que van desde la elegancia de Victoria, el glamour de Olga, la comicidad de Miriam o la verdad de Carmen hasta llegar al personaje que Elisa defiende ahora en el Lara, lleno de fuerza y sorprendentes matices.
Fer – un cruce entre el Sheldon de Big Bang Theory y el Dustin Hoffman de Rain Man pasado por Manolo Gómez Bur – es otro extraordinario personaje que Mario Alberto Díez, un actor tocado con el don la comicidad, "lleva a los cielos".
Coincidí con Mario en la sala Microteatro Por Dinero en el año 2013. Cuando escribí LME fue la primera persona con la que contacté y es el que ha estado en el proyecto desde el principio. El personaje de Fer es suyo. Nadie más lo ha hecho y dudo que nadie más pudiera hacerlo, al menos como él lo hace. Ya no sé dónde termina mi texto y empieza su trabajo. Quizá no existan las fronteras. Hemos llegado a un punto - ya son cinco los proyectos que hemos desarrollado juntos estos cuatro años - que nos entendemos sin hablarnos. Para mí es un placer trabajar con él y no entiendo mis obras sin su presencia.
Carmen Navarro también está acribillada de versatilidad y de vis cómica, tanto de peluquera fatale como de atildada espiritista.
Carmen Navarro se unió a la troupe Montgomery hace dos años y en este breve periodo de tiempo se ha convertido en una pieza clave de nuestra productora. Participa en las tres obras de esta trilogía encarnando a tres personajes completamente distintos. Verla trabajar es una lección de profesionalidad y para el espectador, algo sorprendente: muchos no reconocen que sea la misma actriz la que de vida a Martha, María Jose y Gabi. Eso es un logro suyo.
Aunque en realidad la gran protagonista de la trilogía es la peluquería Cortacabeza, que ha viajado de Malasaña al Teatro Lara pasando por el Teatro Gran Vía. Es un Templo, un Panteón y una Mansión Encantada a la vez.
Completamente de acuerdo. El espacio es un personaje más en las tres obras. Esa es la razón de que todas se hayan estrenado en el espacio real, en la verdadera peluquería Cortacabeza, antes de mudarse al Teatro Lara. El local es mágico. Mágico para actores y público. Está lleno de sorpresas que no vamos a desvelar, lo que hace necesario – pero no obligatorio - ver las tres obras, en el orden en el que el espectador quiera, claro está.

No hay mejor defensa que un buen tinte
No solo ha escrito sino también dirigido las, por así decirlo, Crónicas de la Peluquería.
Cuando escribo ya voy imaginando mis obras de manera que parece que estoy dirigiendo a unos actores que no existen. Les coloco a uno u otro lado del escenario, les acerco o les separo, les siento, les hago tumbarse o saltar a la hora de decir una frase.
¿No echa en falta una segunda opinión?
Hago el teatro que a mí me gusta y me parece que es importante que se vea la mano del autor, sus hilos moviéndose por debajo, con todos los inconvenientes que eso puede traer en comparación con obras más corales donde más personas –director, ayudantes, escenógrafos… - aportan sus opiniones.
¿Es difícil o fácil ser su propio director?
Enfrentarme a actores de verdad cuando la obra ya esta terminada es un proceso que no me parece complicado pero sí agotador y algo “aburrido” en sus inicios. Al menos para mí, que me considero más dramaturgo que director. Se trata de volver a construir desde cero algo que llevas meses dibujando a solas.
¿No teme "dejarse llevar" por sí mismo?
Solo en el momento en que los actores empiezan a aportar su energía y se crea una nueva obra, el proceso vuelve a ser interesante. Intento no dejarme llevar demasido por mis ideas preconcebidas – los actores con los que trabajo tiene siempre claras opiniones sobre mis obras y su participación en ellas y les escucho - pero también reconozco que mi trabajo es muy personal.

Rulos, el origen
Han sido muy fructíferas las asociaciones de Montgomery, su productora, con el Teatro Gran Vía.
Hemos tenido mucha suerte con los espacios donde hemos trabajado desde que Juan Camblor y yo fundamos Montgomery. En Cortacabeza apoyaron cada uno de los tres proyectos como padres de los mismos.
Y con el Teatro Lara.
El Teatro Príncipe Gran Via confió en nosotros cuando aún no teníamos experiencia que nos avalara. Ahora estamos en el Teatro Lara. Nos cuidan. Es muy cómodo. El equipo humano es increíble. Desde el personal de sala hasta el de oficina o taquilla son todos personas muy profesionales que aman el teatro. Al timón está Antonio Fuentes, que yo creo que se ha ganado un hueco en la historia del teatro español con el giro que ha dado al Lara, convirtiéndolo en un lugar de refencia para disfrutar en Madrid de dramaturgos contemporáneos.
La trilogía ha sido, además de todo un éxito del off, un acontecimiento que dura cinco temporadas. ¿Cómo se fabrica un fenómeno teatral?
Nadie intuye que su proyecto pueda convertirse en un éxito cuando empieza a desarrollarlo pero sí ansía o sueña que lo sea, claro está. Durante este largo proceso, confieso que ha habido momentos duros en los que creíamos que LME había llegado a su fin pero a las pocas semanas la obra resurgía de sus cenizas gracias al apoyo del público. El boca a boca comenzaba a funcionar de nuevo, la sala se llenaba y volvíamos a convertirnos en esto que tú llamas fenómeno. Vuelvo a decir que la confianza del Teatro Lara en este proyecto ha sido un pilar básico de su éxito.
Su teatro es muy cinematográfico, está pidiendo a gritos una película y una serie.
Te puedo adelantar que algo pasará muy pronto relacionado con esto que comentas. No puedo dar detalles.
¿Su equipo ideal? Solo vale del cine clásico.
Pues John Waters podría dirigirla. Estoy seguro que adoraría a Gabi. No sé si se puede considerar clásico. Si no, Billy Wilder comprendería genial el ritmo necesario para que LME se disfrute como es debido. Gabi podría ser Joan Crawford y Fer, Jack Lemmon cuando tenía 25 años, que los tuvo, o el fabuloso Danny Kaye. Les podrían secuestrar Cary Grant y Katharine Hepburn o darle un tono más sexy al secuestro y que fueran James Dean y Liz Taylor los que hicieran de Lucas y Verónica.
Espigo unas cuantas frases de sus comedias. Como, por ejemplo, "No te culpes nunca de intentar sobrevivir".
Muchas veces creemos que huir es de cobardes y nos fustigamos por haberlo hecho en algun momento de nuestras vidas. Gabi le dice esta frase a Verónica en LME para animarla a cambiar su vida, aunque sea huyendo hacia delante.
"La gente no huye para acabar con sus problemas, sino para que sus problemas no acaben con ellos".
Esta frase está relacionada con la anterior. De nuevo Gabi defiende su idea de que nada hay más valiente que no dejarse derrotar por los problemas. Huir de ellos es una solución tan valida como cualquiera.
"Los cambios más importantes ocurren de repente, sin avisar".
Fer le dice esta frase a Lucas como intento de conquistarle. También para este loco peluquero la noche del secuestro ha supuesto un descubrimiento. Love in in the hair, como dice Carmen Ruiz.
"La vida es, de hecho, diferentes versiones de la misma historia".
Pretendo contar las historias que me atormentan, quizá aquellas que no comprendo y tengo que escribir para entenderlas. Muchos dicen que los que escribimos –dramaturgos incluidos -, los que creamos, siempre contamos la misma historia. Quizá sea verdad. En cada obra añadimos un detalle más a esa historia que repetimos y supongo que cuando ya comprenda eso que quiero entender de la vida o de mis personajes, dejaré de escribir. Espero que ese momento no llegue nunca. ¡Disfruto tanto de este viaje!
Fotografías cedidas por Montgomery Entertainment
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