Rocío Vidal: "Es una satisfacción poner en pie tus propios proyectos"
- Redacción
- 20 oct 2016
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 7 jun 2019

A flor de piel, a tumba abierta y a cara descubierta. Rocío Vidal habla como actúa, sin máscara ni maquillaje, y, mientras tanto, mira a los ojos para contar sobre picaresca, amores diversos y los personajes soñados que aguardan tras el hilo de Ariadna.
Entra una niña malagueña en una academia y…
En la escuela de Arte Dramático de Málaga entré después de tres años en el taller de teatro clásico de mi instituto, donde realmente descubrí un mundo paralelo, el del teatro, donde todo era posible, y eso me fascinó. Me gusta pensar que sigo siendo esa niña que continúa aprendiendo.
Su relación con Fernando J. López y con Quino Falero parece, desde fuera, la de una musa con sus mentores. Aunque la imagen es poética, también me parece que cae en la idealización de ambas partes (mentores y musa) y los tres tenemos los pies bien asentados en la tierra. Lo veo más como un equipo en el que volcamos lo mejor de cada uno, con grandes dosis de complicidad, respeto y admiración. Hemos tenido la grandísima suerte de encontrarnos y de poner en pie proyectos que nos han traído muchas alegrías y otros que vendrán.
Cuando fuimos dos fue su primer trabajo juntos.
Cuando fuimos dos fue un proyecto muy especial, ya que fue mi primer trabajo tanto con Fernando como con Quino. Cuando conocí el texto vi que esta historia había que contarla, que como creadores tenemos la responsabilidad de llevarle al público propuestas que les hagan preguntas, que les muevan, y me sedujo la idea de producirla y acompañarla en la vida que tuvo. El enorme mérito de CF2 era que contaba una historia de amor en la que todos nos sentíamos identificados en alguna de sus etapas, más allá de que fuera una historia entre dos hombres. Fernando tiene la enorme cualidad de llevar la realidad y lo cotidiano a las tablas con una verdad apabullante.
“El público no es tonto, el publico nos viene a ver porque estamos bien” le he oído decir de Mientras tanto, que ha pasado tres temporadas representando.
¡Eso más bien lo dice Carlota, mi personaje! Mientras tanto es un proyecto que pusimos en pie con mucho cariño y que ha sido muy bien recibido por el público, con tres temporadas en el Teatro Lara. El texto de Miguel Ángel Cárcano y Mª Inés González es fresco, cercano, con situaciones y conflictos muy reconocibles para todos que hacen que te identifiques con los tres personajes con mucha facilidad.

Mientras tanto: Marta Romero, Marta Naharro y Rocío Vidal
Es una comedia luminosa.
En Mientras tanto queríamos hablar de la amistad, de esos afectos que nos unen a personas, a veces totalmente contrarias a ti, pero que se mantienen en el tiempo a pesar de los cambios que vamos sufriendo. Como buen reflejo de la realidad, también tiene momentos dramáticos, pero en los que siempre pueden contar con las demás. Queríamos además hacer una reivindicación del tiempo que dedicamos a los amigos, un tiempo sin móviles, sin whatsapps y sin interferencias, donde podamos mirarnos a los ojos, reírnos, besarnos, abrazarnos.
En Mientras tanto se trata de enigmas, de la amistad y del paso del tiempo.
En estos tiempos frenéticos en los que no nos permitimos ni un instante de pausa, donde hay un elogio a la ocupación permanente como si fuera sinónimo de la felicidad, reivindicamos el poder pararnos, el permitirnos no hacer nada mientras esperamos en la parada del bus, en la sala de espera del médico, para poder pensar, respirar, estar simplemente. O aprovechar esos momentos intermedios para llamar a un amigo y dedicarnos a él. No cuesta tanto, solo hay que planteárselo.
Da la sensación de que Marta Romero y Marta Naharro están felices y encantadas de ser caricuquis, un club muy exclusivo. A Miguel Cárcano le habrá costado "meterlas en cintura".
En el equipo hemos conseguido una gran complicidad que llega al espectador de manera directa y que ha hecho que este viaje sea inolvidable. Miguel es muy generoso como director y sabe bien separar qué son simples bromas en los tiempos de ensayo y qué podemos aportar las actrices para que el texto y la propuesta sigan creciendo cada día. En eso es un privilegio contar con alguien que tiene una visión abierta de su trabajo y que lo concibe como un ser vivo. Caricuqui es un apelativo que nos trajo un día Marta Naharro al ensayo y se quedó como la forma cariñosa que tenían las tres de llamarse, de hacerse y sentirse parte de un todo que es su amistad.
Los amores diversos, el texto de Fernando J. López, empieza su segunda temporada en la Sala Tú. Fue una de las sorpresas de la temporada pasada.
Hacía tiempo que me apetecía hacer un monólogo y Fernando me habló de una idea que le rondaba hacía tiempo, sobre cómo la literatura marca y vertebra nuestras vidas, y encontramos el momento oportuno para ponernos con ello. Desde el primer momento pensamos en que Quino sería la persona ideal para dirigirlo, ya que es un director con una sensibilidad exquisita, que era justo lo que necesitábamos. Al mismo tiempo quisimos contar con otros cómplices, como Mariano Marín en el sonido y Monica Boromello en la escenografía, porque tenía claro como productora que quería mimar cada detalle, porque así se lo merece.
El texto no es fácil, lleva mucho trabajo detrás. Al no exponer los hechos de manera cronológica, requería un estudio muy profundo para poder respetar la historia en todo momento y que al espectador no se le escapara ni un solo detalle, por lo que nos centramos desde el primer momento en reconstruir la vida de Ariadna, conocerla a fondo, descubrir de dónde y de cuándo venían sus miedos, sus alegrías y sus sueños, sus amores. Ha sido un viaje emocionante donde he descubierto a una gran amiga.
Es, además, productora.
Aunque el trabajo de producción a menudo es ingrato, es una satisfacción poner en pie tus propios proyectos, con autonomía y sin depender de otros. Cuando decidí que no esperaría sentada a que me llamaran para trabajar me dio un poco de vértigo, pero ahora estoy encantada con mi faceta como productora.
Los amores diversos nunca envejecerá, al fin y al cabo, solo trata, nada más y nada menos que de la condición humana.
Es un texto atemporal, sí, no solo porque reflexione sobre la condición humana, sino porque el formato de monólogo nos permite transportarlo a cualquier época y contexto. El público va a encontrarse con una mujer en una noche crucial de su vida en la que tendrá que decidir si continuar viviendo a través de esas máscaras que nosotros mismos creamos o romper con los límites que nos han impuesto y vivir de una forma plena y auténtica. Cada uno de nosotros somos dueños de nuestra propia vida, aunque a menudo el miedo nos paralice y nos haga olvidarlo. Ariadna está aquí para recordárnoslo. Para ello tendrá que enfrentarse a los fantasmas que habitan a su alrededor, a sus miedos, sus deseos y sus amores, esos que según dónde situemos nos harán libres o nos mantendrán encerrados en el laberinto.
La intimidad emocional con la que se muestra en Los amores diversos es casi obscena de puro cruda y descarnada.
¡Es que la realidad es así! Cuando atraviesas una situación emocional extrema, cuando estás sola ante tu propia realidad no queda más que romperse para volver a construirte de nuevo. Esta historia no podía contarse a medio gas, porque sería pervertirla y romper la confianza que tanto el dramaturgo como el director ponen en ti. Ella está sola, se siente absolutamente sola porque acaba de perder no solo a su padre, sino a quien ha sido su timón y su guía durante toda su vida. Es un monologo de salvación, pero también es la última oportunidad que se da Ariadna de enfrentarse a sus fantasmas.

Los amores diversos
Ariadna y Rocío parecen indisolubles.
En el escenario debe ser así. Solo existe Ariadna, los actores somos meros instrumentos para contar su historia. Personalmente sí que tenemos mucho en común, pero cada una sabe dónde pisa. Las dos compartimos esa pasión por los libros, esa relación de amor-odio que asoma a ratos y que nos ha moldeado. Me gusta su ironía, su sentido del humor, cómo transforma su debilidad en la mayor de sus fortalezas. Me gusta de Ariadna que, a pesar de haber vivido en un ambiente tan intelectual y poco afectivo, ella es pura emoción y sensibilidad. Tengo la enorme suerte de que nunca me faltó un abrazo, así que ahora le presto los míos y ella me enseña a ser más libre.
La obra y persona de Pedro Salinas es una de las claves de Los amores diversos.
Pedro Salinas tiene el privilegio de aparecer en dos momentos clave de la obra: es la voz de uno de los reproches más agrios que Ariadna le hace a su padre, esa búsqueda de la perfección que a ella la ahoga y la acompleja. Al mismo tiempo, sus palabras son las que cierren la función con un canto a la vida, al disfrute, a los excesos en todo aquello que nos da luz y vida. El padre guarda esa misma dualidad con el poeta, por eso era uno de sus favoritos. Y también de los míos.
El fallecimiento del padre, la superación de ese terrible rito de paso es otro de los ejes de Los amores diversos.
La muerte es siempre inexplicable, pero tan natural como la propia vida. Cuando mueren los padres, la sensación de orfandad siempre aparece, al margen de la edad o de la relación que tuvieras con ellos. Al morir, algo de ese niño que fuimos muere con ellos y nunca más se recupera. Cambia el brillo en los ojos, la mirada. La pérdida del padre para Ariadna y su orfandad es doble, ya que además de su progenitor muere su alma gemela, su confidente, su primer amor. Y con él también muere ese mundo a medida que los dos habían construido a través de la fantasía y la imaginación y que ahora carece de sentido porque él ya no está. El padre le hace el favor de su vida a su hija desapareciendo, dejándole por fin el espacio necesario para que sea ella misma. La muerte de un ser querido es siempre dolorosa, pero encierra una gran sabiduría si sabemos verla, y Ariadna se vale de ello para seguir adelante.
Ariadna vivió con la Maga en su cabeza. A veces, escogemos a personas y le imponemos la “obligación” o “tarea” de ser la/nuestra Maga y, claro, nos defraudan. ¿De quién es la culpa?
Nadie es culpable de amar. Lo que sí somos es responsables de cómo lo hacemos. La culpa me remite a una idea del mundo y del castigo que no comparto, que nos empequeñece, que nos hace débiles y temerosos. La fantasía, la idealización, la magia de la Maga es necesaria para vivir, para arriesgarte, para sentir que merece la pena lanzarte a los brazos del otro…, aunque después no sea lo que esperabas. Lo importante es darles a esas personas el valor que tuvieron en un momento dado, darles las gracias por ayudarnos a crecer y dejarlas ir para que podamos continuar con nuestro camino.

Los amores diversos
¿Cuánto "daño" nos ha hecho Cortázar?
Cortázar es un mago abrumador que te atrapa, que te hace ver la vida desde un prisma inesperado y brillante y eso es siempre un regalo. Deja en ti una huella indeleble desde la primera página que cae en tus manos, necesitando que ese mundo paralelo que él hace posible se haga realidad en algún momento, aunque sea unos segundos. Necesitamos soñar, necesitamos la magia de las palabras, y él las hace verdad.
¿Cuánto "daño" nos han hecho las palabras, la literatura?
La literatura debe ser una puerta que haga visibles otras formas de ser, de amar, de vivir, de existir. Una ventana que nos plantee preguntas sobre nuestra propia vida, que nos haga cuestionarnos, desarrollar un pensamiento crítico y un disfrute al mismo tiempo. Pero luego hay que cerrar el libro y tomar nuestras propias decisiones.
¿Su libro de cabecera? Hace mucho que el teatro invade prácticamente mi mesilla de noche, pero siempre tengo a mano la poesía de José Agustín Goytisolo y la de Gil de Biedma. Los dos me conectan de forma directa con una realidad poética que intento mantener viva cada día.
¿Su libro de cabezada?
No he conseguido terminar La montaña mágica de Thomas Mann… ¡Hans Castorp y su calma siempre terminan enervándome! Sé que el gran amigo que me llevó a ella me lo perdonará.
No es ajena a la literatura picaresca. Participó en un Lazarillo y es ayudante de dirección en Las harpías en Madrid, una versión teatral de la novela de Alonso de Castillo Solórzano.
La picaresca es un género intrínseco al alma española, y una forma de entender la vida necesaria en tiempos en los que la miseria y la total ausencia de derechos sociales no dejaban otra salida a gran parte de la población. No eran ladrones, eran supervivientes. Lo triste es que ahora haya tantos que siguen este ejemplo para enriquecerse de manera fraudulenta a costa del resto de los ciudadanos.
Es un texto feminista y femenino.
En Las harpías en Madrid además se hace una dura reflexión sobre la condición de la mujer en la sociedad, el distinto valor que se da a los mismos hechos según los cometan un hombre o una mujer. El teatro sigue siendo una valiosa herramienta social para denunciar realidades e injusticias, y esa es nuestra trinchera.
Pensemos en el futuro, si se reunieran las Rocíos Vidales, productora, directora y actriz. ¿Cómo harían suyas por ejemplo a Nina de La gaviota?
Todas las actrices hemos querido ser Nina –o lo hemos sido o sentido–, pero a la mía la sacaría de ese agujero que puede transformarse el teatro si pones toda tu vida en él. La pondría a pintar, que a ratos me parece una vía de expresión más directa y reconfortante, sin la necesidad del reconocimiento ajeno.
¿Y su Yerma?
A Yerma le pondría nombre, la liberaría de la carga que seguimos teniendo las mujeres en esta sociedad que nos obliga a ser madres para sentirnos completas.
¿Su señora Danvers?
A Danvers le buscaría una amante, una sexualidad no visible ni placentera suele llevar a la frustración y a ser crueles con los demás para no sentirnos tan miserables.
¿Su doña Inés?
Doña Inés se iría con el capitán Centellas, que siempre me ha caído mucho mejor que don Juan.
¿Blanche Dubois?
Blanche es un sueño decadente, es la trampa del pasado que nos ahoga y nos encarcela. La llevaría a una película de Tim Burton, allí sería muy feliz.
Una frase para cerrar el telón.
Celebremos la vida. Siempre.
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