Pilar Ordóñez: "Me considero una chiripitifláutica"
- Redacción
- 17 jun 2016
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 17 may 2019

A Pilar Ordóñez no se le caen los anillos, de hecho, ni siquiera se los pone. Cae siempre de pie. Da la cara, enarca la ceja, arma una sonrisa, toma aliento, y si no encuentra un camino al uso se lo crea y lo sigue siempre, a su aire y por su cuenta. Hay muchas Pilares en una. Hay una Pilar en todas. Pasen y véanlas.
Viene de una familia muy numerosa, toda una escuela de supervivencia.
Pues sí. Porque cuando sobrevives a un montón de hermanos, entiendes que el mundo no está a tu servicio y a partir de ese momento aprendes a buscarte la vida.
Una familia en la que su padre fue fundamental para su vocación.
Mi padre era dramaturgo y director de escena, así que rápidamente puso a toda la familia a trabajar en el teatro. Lo que se llama "mano de obra barata" o "esclavitud", porque ninguno percibíamos ni un céntimo de lo que ganábamos. Pero aquello también nos dio una profesión. Y todos los hermanos nos dedicamos, en un lado o en otro, al mundo de la farándula.
Esta conversación es lo más cercano que he estado en mi vida a una chiripitifláutica. Usted fue Valentina de niña.
Sí. En una ocasión pidieron a una niña de unos 8 años para encarnar el personaje de Valentina niña, pues en un capítulo recordaban su infancia y salían todos los niños vestidos como los adultos. Para aquella secuencia pusieron una vaca real, en el plató...
¿Cómo?
Porque necesitaban recrear un campo y en aquella época el croma no existía. Así que me tumbaron en el plató, con una vaca mugiendo al lado y mi sombrero con un agujero, simulando que la vaca le había pegado un mordisco.
Tuvo que ser memorable.
Nunca vi el capitulo y me hubiera gustado, porque durante toda la grabación estuve inquieta pensando que la vaca pudiera acercase y engullirme como lo hacía ficticiamente con mi pamela.
El chiripitiflautismo es, en cierta medida, una manera de ser, al menos para los de la década de los 60.
Yo me considero una chiripitifláutica. Porque esta profesión de actriz, directora, escritora, etc., no es más que ser como unos saltimbanquis de la época de los cómicos de la legua, pero un poco más sofisticados. Pero seguimos teniendo ese alma nómada y esas condiciones precarias en el trabajo.
Repaso su currículum y tengo la impresión de que es una superviviente, en el mejor sentido de la palabra. ¿Qué ventaja tendría serlo?
El actor o la actriz primero nace con ese don o talento, pero después va aprendiendo y se va convirtiendo sobre la marcha en un profesional. Sin embargo, el superviviente tiene obligatoriamente que hacerse según le va dando palos la vida. Así que las personas que tiene una vida más regalada o fácil, es más complicado que en tiempos difíciles sepan sobrevivir.
Echo un vistazo a sus videobooks y, desde luego, nadie puede acusarla de no ser versátil o camaleónica, ni de hacer ascos a papeles o personajes.
No hay papel pequeño sino mal interpretado. Y en estos momentos convulsos que nos ha tocado vivir, no se puede decir que NO a nada. De hecho hay que aprender de cada uno de los trabajos que hacemos. Porque si la vida nos los pone delante, por algo será.
Ha interpretado muchos personajes característicos o episódicos. ¿Cómo se les dota de vida sin casi apenas tiempo o texto?
La idea consiste en no repetir nunca un personaje. Es muy fácil hacer de ti mismo, pero un actor/actriz disfruta encarnando otros personajes. Así que, por muy pequeño que sea el papel, si haces una creación de un personaje, podrías ser la protagonista de la película. Y el público no verá siempre el mismo personaje. Es mucho más creativo crearlo que interpretarlo.

¿Tiene un "Método Ordóñez" de interpretación?
De todos los maestros de interpretación que tuve, incluyendo a mi padre como el primer maestro, yo me reconozco más del método de Arnold Taraborelly (coreógrafo de actores) y de Susan Batson (coach de Nicole Kidman y Juliette Binoche), que básicamente se sostiene con el método del Actors Studio.
Es curioso que mucho antes de que llegarán las "sombras de Grey" ya existían las "luces de Ordoñez". Y usted empezaba a mutar en Miss Tupper Sex.
Yo sólo quería hablar a las mujeres de lo que nos preocupa. Y entre todas esas cosas se encuentra nuestra sexualidad, que hemos tenido vetada y circunscrita al placer del hombre durante milenios. Llegó el momento de cambiarlo.
De hecho, como una francotiradora, también fue precursora del microteatro. Llevó Miss Tupper Sex a los hogares y a públicos reducidos.
Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma tendrá que ir a la montaña. Si las mujeres no acudían al teatro para hablar y escuchar sobre sexo, yo tendría que ir a los hogares españoles para hablar con las mujeres. Y esta simbiosis es lo que ha hecho que Miss Tupper Sex lleve dos años en cartel.
En aquella etapa inicial, la interacción entre esa primera encarnación de Miss Tupper Sex con el público tuvo que ser extrema, intensa y muy instructiva.
Sí. En cada función que hacía iba testando al público. Lo que hacía gracia, lo fijaba. Donde no se reían, lo cortaba. He ido haciendo un work in progress durante estos dos años, y la mayoría de los chistes me los ha regalado el público. También he mantenido los oídos muy abiertos y, de cada crítica constructiva, he ido poniendo en escena todo lo que me iban pidiendo. Y hasta ahora. El 50% de Miss Tupper Sex es idea del público.
Y, de repente, Miss Tupper Sex creció y creció, por el imparable boca a boca, hasta que se subió a las tablas.
Así es. Primero fue el libro (con una editorial potente como Aguilar), que va por su segunda edición. Y a partir de ahí, la necesidad de ponerlo sobre las tablas. Pero como entonces estaba viviendo en Nueva York, lo estrené en una sala de Times Square... y todo lo demás ha ido fluyendo hasta hoy, que han pasado dos años.
Una de las piedras de toque, una de las reválidas de Miss Tupper Sex ha sido su estancia en Nueva York y el nihil obstat de Susan Batson.
Me resultaría imposible contar todo lo que aprendí en NYC... se encuentra en mi blog, en un post que escribí a mi regreso.
Conviene advertir a desavisados que Miss Tupper Sex no es una letanía de chistes gañanes, ni tampoco el sucesivo ensartamiento de juguete sexuales en todo orificio que esté a tiro. O, lo que sería aún peor, una charla de autoayuda parroquial y políticamente correcta sobre el uso buenrollista del fucking.
Miss Tupper Sex es una clase de educación sexual en formato de monólogo de humor. Es una manera para que la divulgación y el humor vayan de la mano. Se consigue un tronchante monólogo de educación sexual, donde te ríes desde que entras hasta que sales porque te encuentras un chiste cada 30 segundos que habla del tema.
Al igual que antes creció por el boca a boca, en los últimos tiempos Miss Tupper Sex ha crecido por el tuit a tuit. ¿Es imposible crecer sin estar en las redes sociales?
No hay nada que sea definitivo para crecer o para que te lleve gente al teatro, pero todo es acumulativo. Ciertamente hoy en día es muy difícil comunicar nada si se prescinde de las redes sociales.
¿No teme a la sobreexposición, la banalización o la invasión de la privacidad?
En mi caso nunca ha habido banalización o invasión de mi intimidad, probablemente porque, aunque lo haga con humor, es algo completamente serio y el público así lo entiende. Hay mucho de constructivo en Miss Tupper Sex, y al salir de la función nadie se lo toma a guasa, porque todo el que entra reconoce haber aprendido en el espectáculo.

Miss Tupper Sex le ha permitido además liberar toda su creatividad y espontaneidad.
Miss Tupper Sex ha sido una necesidad de gritar a los cuatro vientos las necesidades y carencias que yo tenía. Al darme cuenta que todos somos iguales, la gente se siente reflejada porque le pasa lo mismo que a ti.
Su nombre en Twitter, @marishoshete, es una declaración de intenciones. ¿El humor es innegociable?
Todo en la vida es negociable, pero el humor es el mejor mecanismo de defensa y la única manera de decir lo que quieras sin hacer daño.
Uno de los mayores honores es el reconocimiento de sus compañeros de profesión. ¿Ha sentido alguna vez el desdén o indiferencia de sus colegas ante su espectáculo?
No. De hecho los colegas que han visto Miss Tupper Sex dicen que estoy para presentar los Goya. La indiferencia se recibe de la gente de la calle porque, para ellos, si no tienes un nombre que les suene no has tenido éxito en tu carrera.
Mientras tanto Miss Tupper Sex se ha convertido en un fenómeno, como se dice ahora, transversal. De hecho ha generado su propio merchandising (manteles, menús, su extraordinario libro, su línea de ropa, sus sex toys ad hoc).
Sí. De hecho yo quiero hacer de Miss Tupper Sex un producto transmedia, porque aparte del monólogo y el libro, estoy haciendo una sección en la radio y tengo escrita una web serie divertidísima titulada Sexo de guardia, con capítulos de 5 minutos de duración.
¿No teme que la devore su alter ego?
En absoluto. Yo sigo trabajando como actriz (acaban de emitir en TVE1 un capítulo de la serie Centro médico en el que intervengo). Y también estoy dirigiendo un taller de interpretación con actores y actrices profesionales.
Tras tantos años juntas, ¿cómo ha evolucionado su relación con Miss Tupper Sex?
Pues como ha sido un work in progress, me ha mantenido viva el personaje, intentando crear nuevos chistes y situaciones continuamente. Si alguien que vio Miss Tupper Sex en el estreno lo volviera a ver, pensaría que es otro monólogo que habla sobre el mismo tema. Y eso ha hecho que no me canse de ella.
Su gira por Sudamérica tuvo que ser, como se dice ahora, todo un subidón.
Estuve en México (DF y Cancún) y en Cartagena de Indias, que ahora repito, incluyendo Bogotá. Me llamó la atención que nadie hubiera oído hablar del fenómeno tupper sex, así que al principio de la función tenía que explicar de qué se trataba.
No la trataron nada mal, ¿no?
Me gustó mucho como tratan de bien a los artistas, por lo mismo que aquí te etiquetan de chupóptero, allí eres un VIP. En México salí en Televisa, en El Sabadazo (programa de máxima audiencia) y hasta en el telediario.
Antes de empezar la gira tenía cierto temor o prevención a los tabúes sexuales del público mejicano, distintos a los del público español, y resulta que para tabúes los de los presuntamente liberadísimos de la muerte españolit@s de a pie. Es que en España hay muchos más tabúes de los que te imaginas y mucha menos información sexual de la que se cree. Cuando el público sale de mi función siempre me reconocen que han aprendido mientras se reían.

Aprovechar la vida cotidiana, exprimir todo su humor y contraste y encontrar su paradoja y ¿moraleja? es, quizás, la Marca Ordóñez. O así se trasluce de sus cortometrajes: Reencuentro oficial y Madre e hijo.
Creo que mires donde mires, siempre hay una historia, y se puede contar de varias maneras.
De hecho sus "Cuatro causas" surgieron... ¿de una sesión de Pilates?
Pues la verdad es que cuando me apunté a clase de Pilates por primera vez, me di cuenta que ahí había un guion. Tantas mujeres juntas, cada una con su problemática, y espacios afines para hablar y desfogarse en todos los aspectos. Además los aparatos de Pilates son muy fotogénicos y se pueden contar muchas cosas mientras haces ejercicio.
Últimamente tira para el drama.
Si, ahora lo estoy eligiendo porque el humor ya se me supone. Y lo que realmente me gusta e interesa es crear personajes completamente distintos. Y dirigir a otros actores y actrices.
Soy un editor poderoso y me viene a mi mesa la novela titulada Putriz de Pilar Ordóñez. Convénzame para publicarla.
De momento no es más que un boceto. Me interesa la vida de las mujeres y en este caso de las que están prostituidas. Estuve hablando con algunas y de momento sólo tengo apuntes. Más adelante ya se verá.
La causa saharaui le es muy querida.
Durante diez ediciones estuve colaborando con el Festival de Cine del Sáhara (FISAHARA). Se puede decir que a la mayoría de actores y actrices, directores/as, productores/as, etc. los he llevado yo a los campamentos de refugiados en Tinduf (Argelia). Muchos de ellos era la primera vez que oían hablar del conflicto saharaui y he tenido que explicarlo en muchas ocasiones, desde La Marcha Verde hasta hoy.
Convivir con ellos le cambió.
Cuando una persona llega a la Hammada argelina y corre la misma suerte que la población saharaui, aunque sean cuatro días, ya no vuelves a ser el mismo porque el Sáhara se te mete en el corazón.
Más tarde me traje una niña saharaui y conviví con ella durante cuatro veranos en España. Yo le enseñé a hablar castellano y otro montón de cosas que una niña de otra cultura con 7 años no podría conocer. Desde entonces estoy ligada al Sáhara para siempre.
Le confieso que soy un machirulo cincuentón e irredento. ¿Me dará alguna oportunidad?
A mí los machirulos no me interesan, esta palabra la inventé como eufemismo de "machista". Y el machismo promulga la superioridad del macho con respecto a la mujer. Jamás podría estar de acuerdo con alguien que se sienta superior a otro ser humano. Para los que piensen que el feminismo es lo opuesto al machismo, les diré que –según la RAE– el feminismo no es más que defender los derechos de las mujeres.
Así que todo aquel que quiera ser igualitario con la Raza Humana, inequívocamente ha de ser feminista. Por eso los machirulos no tiene nada que hacer ni con el nuevo mundo, ni por supuesto con Miss Tupper Sex .
Vaya, ¿ni siquiera si le digo que me llamo George Roper?
Eso es otra cosa. George Roper es muy tierno e ingenuo y estoy completamente enamorada de él.
Una frase suya: "Cuando el camino se pone duro, sólo los duros pueden seguir el camino. ¿Y tú, crees en la magia?".
Creo en esa frase y por supuesto en la magia. Porque todo lo que deseas siempre se cumple.
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