Quino Falero: "Lo más emocionante de todo siempre es el viaje"
- Redacción
- 16 jun 2016
- 13 Min. de lectura
Actualizado: 17 may 2019

© Javier Naval
"Si es de Quino hay que verla", suele comentarse, como un mantra, en las redes sociales. Y con toda la razón. Quino Falero es un valor seguro y uno de los protagonistas de la temporada. Versátil y generoso, comprensivo e inteligente, ha llevado a las tablas, con certeza y brillantez, todo tipo de obras que han conquistado la cartelera madrileña. Aún faltan más de seis meses y no cabe la menor duda de que 2016 está siendo su año. Así lo ha vivido, así lo está viviendo.
"De leer tantos guiones se te quedan ideas sueltas", irónica y sincera frase de Rocío, uno de los personajes de Tres.
Es que Rocío es, en sí misma, una gran factoría de ficción. Ella considera que la vida no es matemática, que la vida es un caos (“Te acabas muriendo, no te digo más”, apunta). Y está dispuesta a seguir favoreciendo ese caos vital a través de sus fantasías.
¿Y usted? ¿Siente que trabaja en una factoría de ficción?
Mi trabajo es más artesanal que industrial. En cualquier caso, parece claro que nuestro pensamiento se va nutriendo de todo aquello que leemos, que estudiamos, que experimentamos… El conocimiento hay que cultivarlo y afortunadamente en nuestro oficio nos rodeamos de muchas disciplinas artísticas: literatura, música, artes plásticas, etc…. Lo cual te permite tener herramientas más complejas para desarrollar el ejercicio creativo y sí, se te van quedando ideas que a veces atas con mayor o menor acierto y que, otras veces, quedan sueltas.
El "beatle" George Harrison decía que, como guitarrista, se ponía al servicio de la canción para darle lo que pide y lo que necesita, como un director de teatro con las obras que le solicitan dirigir.
El teatro es un trabajo en equipo. Pienso que saber trabajar en equipo es fundamental para dirigir. Dentro de este equipo generalmente el director ejerce el liderazgo del mismo porque, o bien tienes la visión del proyecto porque lo has gestado tú o porque haces tuya la visión de quien te lo haya encargado. En este segundo caso es importante ofrecer el resultado de aquello que se te pide, poniendo tus criterios artísticos al servicio de la visión que se establece desde ese liderazgo compartido. Ahora bien, "dar lo que pide" al público me parece más desacertado, creo que con el púbico hay que conectar y esa conexión es siempre un misterio, afortunadamente.
¿Puede definirse como director?
Me gusta volcarme en el trabajo con los actores, ellos son lo fundamental en el hecho teatral, si tienes una buena historia que contar y un buen reparto para hacerlo, las probabilidades de que el resultado sea exitoso se multiplican. Me gusta mucho respetar el margen creativo de todos los miembros del equipo, pero la elección, en última instancia, es del director.
¿Controla mucho?
Soy muy meticuloso con todos los detalles que intento controlar minuciosamente, pero trato de mantener un clima en el proceso de trabajo que favorezca la participación de todo el equipo, me interesa mucho conseguir en los primeros estadios del proceso que todos los miembros del equipo estemos en el mismo "barco", para ello expongo mi visión del proyecto aportando las ideas y la documentación necesaria para que todos sepamos dónde queremos llegar. Lo emocionante de todo siempre es el viaje.
Su versatilidad le permite tener varias obras en cartelera.
Cada proyecto tiene sus propias claves y hay que saber dar con ellas. En cualquier caso, tener varias obras en cartel (y en el mismo teatro) ha sido pura casualidad, es difícil controlar los tiempos de las productoras que te contratan, de todos modos, este trabajo es así, tan pronto te vienen varios proyectos seguidos como te pasas meses sin trabajar.
¿Entonces hay un "Método Falero"?
Sobre mi método de trabajo me resulta muy complicado explicarlo, no consigo, por ahora, tener una perspectiva lo suficientemente amplia como para analizarlo y menos para establecer una tesis de cómo sería este método. Me gusta enfrentarme a los trabajos con honestidad, sabiendo dónde me encuentro y tratando de gestionar lo mejor posible los recursos con los que cuento. Estudio mucho los textos y trato de entender cuál es el discurso que el autor ha querido trasmitir para poder traducirlo al lenguaje escénico valorando qué puedo aportar desde mis recursos como director de escena a ese discurso.

Por ejemplo, la clave de De mutuo descuerdo (una función digna de compararse a La costilla de Adán), ¿radica en explotar la tremenda química entre Toni Acosta e Iñaki Miramón?
En el caso de Toni Acosta e Iñaki Miramón ya tenía bastante camino avanzado porque ellos habían trabajado mucho tiempo juntos en televisión, y si bien el tono de comedia que trabajamos en De mutuo desacuerdo no tenía mucho que ver con lo que ellos estaban haciendo en la tele, sí que ya venían con una complicidad altísima como actores, se conocen muy bien, los dos son muy trabajadores, exigentes y muy generosos en el trabajo.
Aunque comedia, De mutuo desacuerdo está basada en una situación dramática. En ese terreno indefinido, ambiguo y escurridizo de la dramedia usted se mueve como pez en el agua. Es, por así decirlo, su hábitat natural.
Con la risa consigues una conexión inmediata con el interlocutor, a partir de esa conexión puedes establecer una comunicación que te permite exponer temas más profundos. Me gusta muchísimo dirigir comedia, sobre todo aquella que provoca la reflexión.
Tanto en la obra (De mutuo desacuerdo) como en la vida, ¿quién se queda en última instancia con la mochila de Sergio?
El propio Sergio, al final cada uno tira de su propia mochila a cualquier edad. Es bueno estar educados en la inteligencia emocional para saber gestionar las cargas que nos echamos a la espalda, entre otras cosas.
Entonces, ¿la mejor relación es la que se establece "de mutuo desacuerdo"?
Nunca se sabe. Las relaciones son muy difíciles de evaluar. En una relación, lo que es mejor para uno no suele serlo para el otro. Pienso que la mejor relación es la que se establece desde la empatía. Cuando dirigí esta función cuidé mucho no juzgar a los personajes, cada uno tenía sus razones para defender sus argumentos. Me parecía más interesante que fuera el público quien tomara partido por uno, por otro o por ambos.

En Todo es mentira se da todo un festín de meta-teatro (los actores se citan para la escena siguiente, juegan con el atrezo, hablan de sueldos para realizar o no una escena) y de hipertextualidad (con el uso de voces en off, filmaciones, pantallas de plasma, un homenaje al cine…).
Me encanta poder jugar con las convenciones teatrales de esa forma y la propuesta de dramaturgia de Álvaro Tato nos permitía hacerlo de modo festivo. El público lo recibe como algo muy fresco y participa del "aquí y ahora" del hecho teatral. Para los actores también es una clave muy cómoda sobre la que poder jugar, se divierten mucho haciendo la función, esta alegría se transmite al público. La mezcla de lenguajes, teatral y audiovisual, también nos ha dado mucho juego para la propuesta, había que hacer un guiño a la película en la que está basada el guion y qué mejor que utilizar recursos audiovisuales como parte de la narración teatral. Hemos contado con un equipo artístico con mucho talento que se ha volcado en el proyecto, han sido unos cómplices perfectos.
Una curiosidad, Tintín sale mucho.
Sí, Tintín representa la parte más infantil e inconformista de Pablo, el protagonista de la función. Sus cómics son algo intocable para él, esa parte del niño que fue y de la que no se quiere desprender.
Todo es mentira solo se podría desarrollar en Madrid y concretando en determinados barrios y determinados grupos de gente, por así decirlo. Nunca podría tener lugar en Cuenca.
Todos queremos en algún momento dejarlo todo y marcharnos a algún sitio donde todo sea más sencillo porque pensamos que las respuestas hay que encontrarlas fuera de nosotros."Irse a Cuenca" puede interpretarse, desde una actitud cobarde, como "esconder la cabeza" no enfrentarse a los verdaderos problemas, pero también, desde una actitud valiente, como "empezar de nuevo". Todo es relativo. El protagonista de la función está en una profunda crisis personal, no sabe cómo gestionar la madurez, prefiere echar balones fuera antes que mirarse un poquito por dentro. Los acontecimientos que se narran en la función son los que le hacen darse cuenta de todo ello.
En esta comedia sobre Peter Panes y Wendys intentando vencer sus ganas de quedarse abrigados en Nunca Jamás, es clave, y usted lo consigue, mantener la frescura en las interpretaciones que sostengan la juventud y la inocencia de los personajes.
Muchas gracias. Hemos trabajado mucho los personajes y sus motivaciones, era muy importante entender cuáles son las razones que mueven a cada uno de ellos y cómo se van generando los conflictos entre este grupo de amigos tan dispar, pero a la vez tan semejante. El salto a la madurez es algo que todos hemos experimentado al convertirnos en adultos, aún así, es bueno no perder de vista el niño que fuimos y alimentarlo para no abandonar un punto de vista menos contaminado de la realidad, pero crecer, crecemos todos, a cualquier edad.
El púbico es otro elemento al que los personajes no dejan de azuzar.
El público es el interlocutor directo de los personajes y también de los actores, forma parte activa de la comunicación.

Tres
¿Sintió que Tres era un ejercicio de redirección?
Tres es una función que se ha representado muchas veces en producciones diferentes, no solo en España sino en muchísimos países. No es extraño que esto suceda cuando se trata de una comedia tan bien armada, funciona como una máquina de relojería, los personajes, las situaciones… Dirigiendo esta función no he sentido que estuviese haciendo un ejercicio de redirección, pero sí me he sentido con la responsabilidad de estar a la altura del texto y del éxito que le precede. En cualquier caso, durante todo el proceso he estado muy apoyado por Juan Carlos Rubio, su autor, que para esta producción rehízo algunas de las escenas originales. Ha sido un proceso muy gratificante.
El tono burlesque, la sensación de juego, las desdramatizaciones de las situaciones hacen de Tres una función feliz.
Eso es lo que pretendíamos con la propuesta. Es una comedia que te permite soltar los cabos del disparate y recogerlos para cuestionar la familia tradicional.
La relación entre las tres actrices (Eva Higueras, Natalie Pinot y Carmen Mayordomo) es luminosa… su complicidad, su capacidad como comediantas (en el mejor sentido de la palabra) catapultan a la función.
Son tres actrices maravillosas que se entregan al trabajo con muchísima generosidad. Unas grandes cómicas. Los ensayos fueron muy divertidos, nos entendimos muy bien. Para mí es el mejor de los halagos que se le puede hacer a mi trabajo, que la historia haya interesado y que los actores resulten brillantes.
Y no es menor la labor de Rubén Sanz en el dificilísimo papel de servir de contrapunto y pimpampum a este trío tan disparado como disparatado. También es un actor con un buen pulso para la comedia, este personaje tiene la dificultad de ser el punto de vista del público, la mirada terrenal en contraposición a la locura del trío de mujeres, y Rubén lo borda.
En Tres hay un inesperado (y bienvenido) cameo del muy polémico Jorge Javier Vázquez, probablemente la estrella más grande del star system nacional.
Sí. Hay gente que nos pregunta si es un imitador. Necesitábamos una locución de una entrevista a un personaje de la obra en un programa del corazón para una de las escenas. Le propusimos la colaboración a través de Juan Carlos Rubio, autor de Tres, que estaba dirigiendo en ese momento Iba en serio, la obra que protagoniza Jorge J. Vázquez. Aceptó encantado, la grabamos y la verdad es que queda genial.
¿Qué proyecto le convendría a Jorge Javier Vázquez?
No sé, pero algo se me ocurriría.
La música y las canciones son muy importantes en sus montajes, la maneja como un elemento narrativo.
La música es un recurso indispensable para mí, no solo la música en sí misma como un elemento capaz de llamar a la emoción de forma inmediata sino también porque las palabras son música, el ritmo es música, la poesía es música…
En todas sus obras se pone en evidencia, se saca a la luz, la condición humana.
Yo creo que el teatro nos permite evidenciar de forma más eficiente la parte humana simplemente porque el actor, al que estás viendo interpretar, respira el mismo aire que tú y ese acontecimiento mágico solo ocurre en el teatro.

Pánico
En ninguna tanto como en Pánico, donde tres personajes, emocionalmente desahuciados, van soltando su soledad, con la suavidad y constancia del silbido de una espita.
Pánico es una función que empieza como una comedia ligera y que va ganando tintes más profundos a medida que va avanzando. Eso fue lo que me interesó cuando la leí por primera vez. Es como una olla a presión que va acumulando vapor hasta que comienza a salpicar a todo el que pilla por delante. Por otro lado, es una función que permite hablar de los sentimientos masculinos, algo que no es habitual verlo en escena, sobre todo cuando los hombres hablan de sus problemas sin culpar a las mujeres.
Es, a la vez, delicadísima y exigente la labor de Guillermo Ortega, Felipe Andrés y Mon Ceballos.
Mantener este cambio de tono, de la comedia al drama, exige un trabajo de precisión muy grande por parte de los actores. Nos volcamos mucho durante los ensayos en la construcción de los personajes y los vínculos entre ellos, era fácil caer en los estereotipos, sin embargo, el reto consistía en dotarlos de singularidad para no hacer una lectura superficial del discurso. Los tres actores se han entregado al trabajo de forma muy generosa desde el primer momento. Ha sido muy satisfactorio el proceso de creación con ellos.

Los amores diversos
Me llama la atención su uso del espacio escénico en Los amores diversos. Construye una jaula de páginas y palabras.
Teníamos varias imágenes que nos aportaba el universo simbólico de la función, por un lado, la idea del laberinto al que el personaje de Ariadna, la protagonista, hace continuas alusiones, y por otro la idea de la isla, la isla de Naxos, que también es una imagen recurrente en el texto. Finalmente nos decidimos por la segunda imagen, la idea de la isla nos aportaba ese encierro entre las páginas de los libros y también la posibilidad de que las fronteras fueran una puerta abierta, no un encierro, al final de la función.
Y convierte a Rocío Vidal en un animal (en el mejor sentido de la palabra) enjaulado que busca una salida.
Sí, porque era necesario que el personaje padeciera el encierro mental que suponen sus cargas familiares al mismo tiempo que permanece en un encierro físico. Es un personaje que se pasa toda la función tratando de encontrar respuestas, aclarar sus ideas y verbalizar todo lo que no pudo hacerlo mientras su padre estaba vivo.
Supongo que la clave de esta obra sería ajustar y embridar la fuerza, el apasionamiento de Rocío Vidal. Ha tenido que ser una toma y daca, no creo que ella sea actriz de conformarse porque sí.
En buena medida uno de los grandes retos del trabajo era construir junto a Rocío, el complejo recorrido emocional que realiza su personaje en la función. Fernando J. López, el autor de Los amores diversos, construye un universo de emociones muy caótico en la protagonista, sus pensamientos obedecen a una lógica muy personal donde no hay concesiones ni evidencias, esto es muy interesante y requiere que el espectador no se pierda en ningún momento de la historia, por eso era importante que, desde la puesta en escena, favoreciéramos la conexión con el espectador y su complicidad hasta el último momento. El talento de Rocío y su entrega al trabajo han facilitado mucho este camino.

Y de repente, del Teatro Lara (que han sido su casa esta temporada) salta al Madison Square Garden del teatro clásico, el Corral de Comedias de Almagro.
Para mí es un sueño que se está cumpliendo, es un proyecto en el que llevamos mucho tiempo trabajando. La idea de estrenar en el Corral de Comedias de Almagro es un aliciente para cualquier creador, por lo que supone ese emblemático espacio y por lo que supone un Festival de tanto prestigio como el de Almagro. Ahora mismo estoy en pleno proceso de ensayos y estoy disfrutando como un crío con los actores y con todo el equipo artístico.
¿Qué es? ¿Qué hace a un clásico?
Yo creo que, sobre todo, la vigencia. En todo texto clásico siempre hay aspectos que se mantienen a lo largo del tiempo, que cuando los vemos representados seguimos pensando que conservan una conexión con la realidad que vivimos, esa vigencia es lo que convierte un texto en atemporal.
Las harpías en Madrid sería todo un clásico "oculto” sobre la picaresca femenina.
Las pícaras son unos personajes que aparecen en las novelas para aleccionar a los hombres de lo malas que pueden ser las mujeres, lo interesante es que los autores de estas novelas, sin proponérselo, construyen unos personajes tremendamente inteligentes que quieren salvaguardar su libertad viviendo al margen de los roles que para ellas reserva una sociedad profundamente machista. Nuestro propósito es llevar estos personajes a la escena, desde una mirada contemporánea acercarnos al universo femenino más desconocido del Siglo de Oro.
Las harpías en Madrid son todo un reto y, a la vez, un “bombón” de proyecto. En la recreación del texto hay ingenio, hay supervivencia, hay inteligencia, hay humor, hay vivir en el alambre.
Efectivamente es de esos retos que se acometen con mucho gusto, porque el discurso es en el fondo muy actual y porque nunca se habían llevado a escena estos personajes de Castillo Solórzano. En el texto hay algo de película de aventuras, solo que los héroes en lugar de hombres, esta vez, son mujeres. Los personajes femeninos de la historia se debaten permanentemente entre salir triunfantes de sus estafas o acabar muertas, víctimas de su fracaso. Esta tensión recorre toda la trama.
Originalmente es una novela. No hay que adaptarla, hay que recrearla.
Ese es el mérito de Fernando J. López, el autor. Ha conseguido crear una dramaturgia muy sólida de una novela con una estructura narrativa muy peculiar. Se ha centrado en algunas de las estafas de la novela original enlazando sus situaciones a través de recursos teatrales muy bien elegidos. Me siento muy afortunado de poder trabajar codo a codo con alguien con tanto talento como Fernando, tiene una exquisita habilidad para manejar el lenguaje teatral.
Nuria González, toda una estrella, llevará la voz cantante.
La función es muy coral pero el personaje de Nuria es el eje sobre el que se sostiene este trío de harpías que dan título a la obra. Ella interpreta a Teodora, la matriarca de la familia, es un personaje que recoge la tradición celestinesca junto a las destrezas de la "pícara". Es un personaje redondo, lleno de matices, de esos personajes gozosos para trabajar en cuyo proceso de creación estamos disfrutando muchísimo juntos.
"El asunto es cambiar, y seguir queriéndolo después de haberlo conseguido" se dice en Tres.
Sí, estoy de acuerdo. Cambiar es relativamente fácil, lo difícil es seguir defendiendo el cambio una vez que lo hayamos conseguido. Las crisis suponen siempre un cambio, por eso los periodos de crisis tienen su lado productivo. Muchas veces nos empeñamos en mantener las cosas como están por ese miedo al cambio, cambiar siempre conlleva un esfuerzo que no alcanza todo el mundo.
"La vida no es de ninguna manera, la hacemos nosotros", también se dice en Tres.
La comparto totalmente. No soy de los que cree que el destino está escrito, vamos forjando la vida a través de las elecciones que vamos haciendo en nuestra peripecia vital. Sobre mi vida profesional creo que he ido eligiendo lo que en cada momento he podido, casi siempre por intuición, aunque soy bastante racional. De todos modos, lo importante, para mí, no es alcanzar la posibilidad de elegir porque, al fin y al cabo, siempre termino eligiendo entre los límites de las opciones que tengo. Lo importante, pienso, es abordar cada trabajo con la entrega de la primera y de la última vez que creas algo.
Agradecimientos: Elvira Velasco de Luis (colaboración en la entrevista).
Fotografías cedidas por Quino Falero o seleccionadas de su web.
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