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Victoria Siedlecki: “Es importante sentirse enamorado de la historia que se va a contar”

  • Foto del escritor: Redacción
    Redacción
  • 9 may 2016
  • 11 Min. de lectura

Actualizado: 31 may 2019



Victoria Siedlecki

Aún recuerdo la primera vez que la vi. Era un espacio propio, un lugar único, lleno de juguetes, dulzuras y caprichos. Un jardín de las delicias, un patio del recreo, el tablero de los Juegos reunidos. Deslumbrante lugar, que algunos llamaban Relatos eróticos, función mutante, sabia, salaz y eterna , donde conviven scheres y zades, guiños y mohines, sieds y leckis, magas, magas y rereremagas, minúsculas y MAYÚSCULAS, berenjenas y carcajadas, aiseus y tepegos Aún recuerdo la segunda vez que la vi. Recién acabada la función, abrumado por su presencia y deslumbrado por sus palabras, inspiré hasta el ahogo y, "parafraseando al clásico", tomei coragem e comecei a falar.

¿Su primer cuento? Mis hermanos y yo hemos sido niños muy afortunados, nuestros padres nos contaron siempre muchas historias. Nuestra madre, libro en mano, y nuestro padre, hechos históricos y leyendas. Creo que aquellas son las primeras historias que me impactaron.

¿Cuáles? Recuerdo, entre muchos, a Alejandro Magno o a Sandokán, y recuerdo muchos de los cuentos de los hermanos Grimm y un libro maravillosamente ilustrado con una versión muy especial de Pinocho. Supongo que esas historias me impactaron no sólo por su contenido si no por cómo eran contadas, por el vínculo con mis padres, porque era de noche y nada malo podía pasar en la seguridad de nuestro hogar pero, a la vez, el mundo era un misterio que a través de las historias iba desvelándose…

Hay quien dice que lo único que distingue al hombre del mono es la capacidad de contar. Considero que contar historias es nuestra manera de estar en el mundo, de relacionarnos, de ser personas.

El público y el escenario, inolvidables. Hay muchos, entre ellos, por ejemplo, la última función de la cuarta temporada de Relatos eróticos en el Teatro Arlequín. Fue una noche maravillosa en la que celebramos y agradecimos la andadura y crecimiento del espectáculo. Además, para mí, fue muy especial. Recibí (de la mano de Juan Arnal, Javier Siedlecki y Jesús Gonzaléz, a través del arte de Andreu Muntaner y Guillermo Ortiz) una de las sorpresas más hermosas de mi vida y entendí que ya tenía en España mucha gente que me quería y quiero y que estuvo presente aquella noche.

Recuerdo, también, la función en el Viernes de los cuentos de Guadalajara, un lugar emblemático para los cuentos, un honor contar allí ante un público entregado, respetuoso y tremendamente generoso. Por supuesto no olvido la primera vez en Libertad 8 y la convicción de que ese, el de contar historias, era mi camino.

¿Me sopla los “trucos” de un buen narrador? Creo en el trabajo, en la entrega, en la confianza en la historia que contamos, en el público que nos escucha y en las posibilidades que todos tenemos para narrar. Es importante sentirse enamorado de la historia que se va a contar, haber profundizado en ella. Saber que el cuento es lo primero y que todas las dudas, miedos y expectativas del narrador quedan en un segundo plano. Que uno se pone al servicio del cuento. Creo que todo el trabajo del narrador está orientado a ser un canal para el cuento, sin perder su identidad y sus dones, que lo hacen único. Desde mi punto de vista es importante estar conectada con el juego, con la alegría, con la flexibilidad. Contar con la mayor verdad posible. No mentir emociones, vivirlas, entregarse. Estar convencida de lo que cuento, creérmelo para que el público se lo crea. Vivir esa verdad y compartirla. Mirar a los ojos, un acto de intimidad potente y mágico. Invitar al público, con mi actitud de entrega, a encontrarnos en el cuento.


Relatos eróticos

¿Y a los cuentos? ¿Qué les hace falta para ser dignos de subir a un escenario? En primer lugar tiene que haberme gustado, al menos, y si es posible haberme enamorado. Una joya literaria puede quedarse en nada si el narrador no está convencido. Y un cuento pequeño puede crecer y conquistar, si el narrador, enamorado, se lo juega todo. En general, mi experiencia es que todo puede contarse, a veces con más trabajo de adaptación, pero pocos cuentos quedan en el desván. Más tarde o más temprano salen a la luz. Creo que depende más del momento del narrador. Hay cuentos que salen enseguida y cuentos que necesitan de nosotros una maduración o un trabajo extra.

¿Algún consejo para futuros narradores? Si es de los primeros cuentos que el narrador trabaja, yo recomiendo que sea en tercera persona, que esté más cerca de lo oral, cuentos tradicionales o autores que tengan una escritura más bien coloquial. Que no haya demasiados diálogos y si los hay procurar acortarlos. Que no dure más de 6 minutos. La oralidad demanda acción, no resiste a descripciones demasiado largas o flashbacks que confundan sobre el tiempo en el que se desarrolla la historia.

¿Cómo construyó Relatos eróticos? Fue un proceso muy particular, ya que surgió gracias a una llamada que nos hizo el que era entonces dueño de La Escalera de Jacob, Jorge de Las Heras, preguntando si había entre mis espectáculos alguno de cuentos eróticos. No había, pero mi hermano Javier, con quien trabajo, me convenció de que valía la pena intentarlo y así, acompañada y ayudada por él, empecé a imaginar Relatos eróticos.

¿Problemas? Problemas, principalmente uno: el tiempo. Teníamos 11 días para sacarlo adelante. Esto representó una auténtica montaña rusa emocional para mí. El convencimiento de ser capaz y dos horas más tarde llamar a Javier desesperada preguntándole cómo se nos había ocurrido semejante delirio. Más de doce horas de trabajo diarios: búsqueda, adaptaciones, escritura, aprendizaje y ensayos.

La temática ayuda. Por supuesto estaba la cuestión de la subjetividad de un tema como el erotismo. Pero nuestra decisión fue clara desde el principio: buscamos historias que a nosotros nos resultaran divertidas, eróticas, interesantes. Que a mí como comunicadora me entusiasmara compartir. Buscamos nuestra manera en un género que nunca habíamos trabajado y un tipo de espectáculo que de hecho nunca habíamos ido a ver como público. Creo que ahí radica parte del éxito que tuvimos con el espectáculo y su crecimiento: fuimos fieles a nosotros mismos.

Las reacciones del público son coautoras en la función.

En la narración oral eso es fundamental y tenemos la libertad de escuchar cada risa, cada suspiro, cada silencio… cada gesto está lleno de palabras y tenemos la posibilidad de actuar en consecuencia. Había, por ejemplo, en la primera versión del espectáculo un cuento que por alguna razón ponía excesivamente nervioso al público. Era una historia que hablaba de la relación abierta de una pareja y la opinión de ella sobre las elecciones de él y sobre las suyas propias... Aunque el cuento es una constante ironía y es un muy buen cuento, la energía caía, el público en general se incomodaba... un día probé cambiarlo por uno más ligero y vi que funcionaba mejor en cuanto a ese momento y lo que el público necesitaba. Con el tiempo gracias a un consejo de Javier aligeramos incluso más el nuevo relato poniéndole más humor y hoy es un momento de mucha conexión con el público.


¿La función nunca es la misma? La función cambia constantemente aunque los cuentos sean los mismos... Surgen cosas: surge una situación inesperada y, al sacarla adelante, algo se modifica o el público reacciona a algo de manera diferente. Yo me inspiro, sumo imágenes, olvido otras... y así constantemente.

¿Ha llegado a sentirse una Scherezade del siglo XXI? Supongo que sentirse Sheherezade es el sueño de cualquier narrador, es un personaje maravilloso capaz de sanar con sus historias y su amor. Imagino que, de alguna manera, todos queremos ser ella. Yo al menos espero lograr una mínima parte del encantamiento que ella lograba al abrir la boca. Ese triunfo sobre la muerte que son en sí mismas la literatura, la fantasía, el arte en general. Contando las historias de Relatos eróticos me siento aún más cerca porque gran parte del espectáculo es su historia y esa atmósfera de Las mil y una noches, sensual y mágica.

¿Cuándo sabe, desde el escenario, que tiene al público embebido? ¿Cómo es esa sensación? La sensación de tener al público embebido es maravillosa, porque significa que se ha producido la comunión en la que todo eso que uno espera transmitir y compartir, sucede, y nos encuentra en un lugar íntimo y hermoso, irrepetible. Según mi punto de vista, nos enaltece, saca a través de la belleza, el valor o el horror de algunas historias, lo mejor de nosotros mismos.

Entre los cuentos incluidos en Relatos eróticos llama la atención el correspondiente al célebre capítulo 68 de Rayuela. Es todo un reto, las palabras en español desaparecen y se convierte en glíglico. Durante toda la búsqueda estuve muy acompañada por Javier y sucedió que una tarde recordé ese texto y pensé que sería bonito y muy divertido incluirlo, pero no llegué a buscarlo, quedó ahí... esa misma noche Javier me mandó un par de cuentos para ver si podían cuadrar para el espectáculo y uno de ellos era justamente el capítulo 68 de Rayuela. Una sincronicidad absoluta. Yo adoro contar esa historia, es un desafío a todo nivel y lo disfruto mucho.

Además le permite ser, sentirse, la Maga… Bueno, se hace lo que se puede... jajaja. Desde luego al contarlo es imposible no conectar con esa magia de las palabras, con esa música. Para mi es irremediable, de alguna manera, bailarlo, vivirlo y celebrarlo. Creo que al contar conectamos con todas esas cualidades bonitas de los personajes que nos enamoran. Los cuentos nos hacen eso.

Hablando de ese tal Cortázar, todos los amantes, lectores, escuchantes, narradores de cuentos tienen una deuda con él. Devolvió la fascinación al relato. Yo le agradezco tantos hermosos momentos. Y ese humor inteligente y absurdo y esa poesía inabarcable de sus textos y ese gusto por lo fantástico. Y, siempre y muy especialmente, esos cronopios de los que tanto tenemos que aprender.


Victoria Siedlecki

Otro relato especial es el que ha escrito usted. En realidad surgió de la necesidad de encontrar textos para el espectáculo; había poco tiempo y la búsqueda era ardua. Así que pensé en partir de un clásico y experimentar. Lo escribí de una sentada. Con el tiempo el cuento se modificó, por consejo de Javier, se tornó un poco más humorístico. Al público le gusta mucho, se divierten y yo soy feliz cuando en el silencio de la sala estallan sus risas y de alguna manera me abrazan y me dicen: ¡adelante!, ¡vamos juntos!

Una duda. El placer, el erotismo… ¿pueden darse sin humor? Considero el humor una manera muy erótica de entendernos mejor. Creo en el humor para todo. No imagino mi vida, mi trabajo, sin humor. Dar clase, subir al escenario. Creo que es un arma muy poderosa.

¿Y el amor? Aunque pensando en el amor siempre recuerdo aquel texto maravilloso de Eduardo Galeano: “No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace”. Yo creo en que antes, durante y después es necesario y hermoso que esté presente el humor, la risa cómplice, siempre la risa. Tiene que ver con el atreverse, con el maravillarse y sorprenderse. ¿Cómo hacerlo sin humor, sin picardía, sin el bálsamo de una risa compartida?

No hay afrodisíaco como las palabras... Para mí, desde luego que no. Pienso que las palabras, bien elegidas, pueden ser una fuente de inmenso placer. Pero… ¿qué va a decirte una narradora? Las palabras son nuestra vida entera. Habitamos constantemente en esa casa de palabras de la que habla Gustavo Martín Garzo, vivimos en las palabras. Somos más que afortunados.

Aunque en la función no solo narra con palabras. Es cierto, muchas veces siento Relatos eróticos como una especie de maratón bastante exigente... pero no tengo a quién quejarme, yo solita me metí ahí... una hora y media de texto en el que el humor es fundamental y todo pasa por el cuerpo. Termino agotada, pero siempre feliz. Asumí hace tiempo que necesito contar con el cuerpo, forma parte de mi identidad como narradora y desde ahí no queda más que actuar en consecuencia.

¿Sabe en qué no he dejado de fijarme durante la función? En sus manos. Es algo que suelen decirme. Yo no me di cuenta de hasta qué punto usaba mis manos para contar. Luego empezaron a señalármelo. Agradezco mucho ese tipo de observaciones. Siempre que alguien me habla de eso respondo que debe ser la bailarina que aún soy en mi corazón y que también necesita expresarse o participar del encuentro.

Usted empezó en el mundo de la danza, otra forma de narrar. Danzar, cantar, hacer música, pintar, el cine, el teatro... siempre estamos contando historias.

Los datos de Relatos eróticos abruman: más de 50.000 espectadores, 6 temporadas en cartel, 400 funciones. Suelo recordar las primeras funciones, el crecimiento paulatino y constante del espectáculo, todo el amor y el trabajo que hay detrás de eso. Recuerdo a las personas que nos acompañaron y apoyaron. Recuerdo, muy especialmente, a Juan Arnal, fundamental a nivel personal y profesional, fue el técnico que durante más tiempo trabajó en el espectáculo y que mucho nos aportó con sus magníficas ideas. Los vídeos promocionales de Relatos eróticos son de su autoría, así como gran parte de las fotos. Su apoyo fue constante e inmenso. Recuerdo a Jorge Velasco, el primer técnico del espectáculo durante el tiempo en La escalera de Jacob. Recuerdo a gente como Julieta Gonzaléz y Mariana Grekoff, autoras del último cartel del espectáculo y que siempre nos aportaron mucho a nivel creativo. Por supuesto al gran fotógrafo Manolo Yllera, autor de la foto del último cartel.Y a muchas personas más que con su trabajo y cariño nos han acompañado. Doy las gracias por todo este camino que ha sido, y sigue siendo, una inmensa sorpresa.


Victoria Siedlecki

Hoy en día si no “se tiene un relato” no se es nadie. Los cuentos han salido de los escenarios y se utilizan en la psicología, en la empresa, en la política… Usted enseña en su escuela a gestionar las narraciones. Todo parte de Yo te Cuento, la compañía que fundamos con Javier. Empezamos dando talleres de introducción a la narración oral escénica de fin de semana, luego de tres meses, y empezó a suceder que la gente se enganchaba y quería continuar. Así surgieron los cursos regulares, el festival de fin de curso y con el tiempo la Escuela de cuentacuentos, para lo que sumamos al equipo a otros profesionales especializados: Jesús González en voz, Aiht Bera en cuerpo, Sebastián Fiorilli en escritura y Paloma Balandis en público infantil. Hoy seguimos ofreciendo cursos intensivos de fin de semana, de iniciación de tres meses y cursos de formación regular de octubre a junio. Tenemos, desde hace cinco años, una maratón de cuentos que hemos presentado en los últimos años en La Casa del Lector, en Matadero Madrid, y a fin de curso nuestro festival Yo te cuento Madrid, diez días a puro cuento con nuestros alumnos contando para todos los públicos en muy diversos espacios. En la escuela damos herramientas a nuestros alumnos para que sean capaces de contar escénicamente una historia y que sean capaces de hacerlo con libertad, expresividad, verdad y mucho disfrute.

¿Qué tipo de clientes acuden? Los grupos son absolutamente heterogéneos: desde madres, padres y abuelos hasta ingenieros y gente de empresa que quiere preparar una ponencia… profesores, educadores sociales… también actores y narradores que quieren perfeccionarse. Personas que vienen a vencer su timidez o a adquirir herramientas para mejorar sus cualidades comunicativas. Que buscan un sitio de encuentro, juego y reflexión. Un oasis donde compartir desde un lugar más sincero y bonito.

¿Y lo siguiente será? Un segundo espectáculo sobre erotismo, que lleva años gestándose y creo que pronto verá la luz. Seguir creciendo con nuestra escuela; ya estamos preparando nuestro Festival, que este año será a partir del 19 y hasta el 26 de junio. Seguir rodando los demás espectáculos de cuentos y llevándolos a todo tipo de ámbitos, disfrutándolo todo. Y tantos proyectos...

¿Le apetece un pequeño Cuestionario Proust?

Quien calla otorga. ¿Un cuento atroz? Emma Zunz de Jorge Luis Borges. Los temas del cuento, según mi punto de vista, son la culpa y la venganza. La venganza, que se demuestra al final del cuento, sólo sirvió para hundir aún más en la miseria a la pobre Emma. Es una historia terriblemente conmovedora.

¿Uno de desamor? La tía Daniela de Ángeles Mastretta. Por su sencillez, su humor y el enaltecimiento de la amistad en los peores momentos.

¿Uno luminoso? El ahogado más hermoso del mundo de García Márquez. Creo que es una historia épica, de superación. Habla de lo poderosos que somos los seres humanos cuando conectamos con lo mejor que hay en nosotros, cuando somos capaces de soñar y trabajar juntos.

¿Uno sabio? La flor verdadera, cuento tradicional que se narra tanto en la cultura árabe como en la judía. Porque habla del triunfo de lo verdadero frente a lo mentiroso, a lo artificial, y de lo difícil que es ser fiel a uno mismo pero lo mucho que vale la pena intentarlo.

¿Uno insensato? Cualquiera de Historias de cronopios y de famas de Julio Cortázar, insensatamente maravillosos.

¿Uno de adiós?

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