Flashes de imágenes de las guerras afganas; música árabe con la percusión al alza, amenazadora, una luz cenital gélida… no vamos a ver una obra placentera; ni complaciente, ni tranquilizadora.
Julio Salvatierra entrega un texto necesario, agresivo, nada maniqueo, nada grato, pone el dedo en la llaga y lo saca para señalar, ecuánime, en todas direcciones. Y Álvaro Lavín le secunda para crear un entorno -una celda subterránea y desolada- donde exprimir de sus actores toda la rabia y desamparo que deben conceder a sus personajes, donde hacer todas las preguntas que quedan, claro, sin respuesta.
Y es que esta valiente obra habla de los entresijos de la guerra, de las tripas de las organizaciones humanitarias, de los pueblos invadidos por quienes se toman las decisiones, de las jerarquías entre prisioneros, de las coartadas del primer mudo, de la guerras como excusas y motivos, de las explicaciones que no bastan, de la (des) información y de la (in) comunicación, de, al fin y al cabo, la traición a lo que se dice, la mentira a lo que se hace.
Así, en una celda afgana coincidirán Rober, un cooperante de a pie, un superviviente a quien se le irán abriendo gradualmente los ojos a lo largo de una desgarradora interpretación de Fran Cantos; Ismail, un intelectual, un símbolo, a caballo del primer y del último mundo, Álvaro Lavín, en una contenida actuación que muestra su progresivo desmoronamiento como ser humano; Elvira Cuadrupani como Anik, una directiva de ACNUR que sabe ofrecer a su personaje el desconcierto que la invade al aprender su irrelevancia y, por último, una conmovedora Inés Sánchez, da a Amina, la carcelera, la poderosa voz a la doblemente humillada y ofendida por mujer y afgana.
Son interpretaciones exigentes y de alto riesgo, el texto demanda que los personajes estén en el alambre, que se agredan e interactuen tanto como lo hacen al espectador. Sí, es teatro político, es teatro de actualidad, es teatro que va de frente, planta cara y no se esconde. Es teatro, en fin, tan profundamente humano como valioso. Todo un acierto.
LOS ESCLAVOS DE MIS ESCLAVOS
Autor: Julio Salvatierra
Director: Álvaro Lavín
Intérpretes: Elvira Cuadrupani, Inés Sánchez, Alvaro Lavín y Fran Cantos
Espacio escénico: Meridional Producciones
Espacio sonoro: Alberto Granados
Iluminación: Luis Perdiguero
Vestuario: Lupe Valero
Diseño gráfico: Marianna Obregón
Vídeo y dirección técnica: Julio Salvatierra
Realización técnica: Ignacio de los Ríos
Producción: Meridional Producciones
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